
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2021 en su 25º aniversario
Letralia es un farol que irradia hacia el infinito con luces de libertad. Ellas nos hablan de nosotros, de lo que sabemos, de manera que cada día simboliza un nuevo y diferente testimonio literario.
Siempre cerca, desde su comenzar a “ser” parte de la casa; de una lectura cotidiana que nos deja la huella indeleble del cambio, para enseñarnos que el lenguaje ya no es lo que era, que no hay regreso en esta pandemia de destino universal.
Letralia es la historia literaria de finales del siglo XX, con sus controversias humanas de difícil comprensión.
Letralia ha corrido el riesgo de aventurarse 25 años y salir ilesa y triunfante en ella.
La seguiremos leyendo, ella es conocimiento y goce que madura en cada despedida, con la necesaria tensión de la espera. ¿Qué caminos buscará Letralia en este siglo XXI luego de cruzar la invisible pasarela del aún tibio ayer?
Como dice Hans-Georg Gadamer: “El oasis repleto de frutos en el que todo estaba bien no llegará nunca”.
En este hoy indescriptible cada palabra es una aventura, y Letralia ha corrido el riesgo de aventurarse 25 años y salir ilesa y triunfante en ella. Ha convertido lo efímero en duradero gracias a “la flor de la boca” que para Hölderlin era la poesía.
Letralia nace, crece y vive en el asombro del lenguaje, de la palabra literaria que disfrutamos sus lectores; del día a día común convertido en poemas, cuyo hablar se regodea entre viejos y nuevos significados, que se arriesgan en la búsqueda de un abrazo que los una en su regocijo.
Así es Letralia, gozo del lenguaje, historia de un pasado, cuyas palabras se enlazan en una constelación de nuevos significados del hoy contingente, que surge de poemas con cuyos yos líricos, a veces, nos identificamos.
Letralia guardará adentro de sí palabras que servirán para no olvidar lo perdido y ellas nos protegerán de las inclemencias en este siglo incierto.
En un nuevo y peligroso mundo los nombres se desordenan, las letras falsifican sus conceptos. Nuevos vocabularios pululan en la Web. Ya el lenguaje no nos protege en este hoy, donde parece fracasar la confianza en el futuro que exige valentía. Palabra que no debemos olvidar, ni puede perderse en el revoltijo pandémico. Sus signos serán nuestros nuevos referentes, un asidero que unido a lo familiar nos permita seguir diciendo “nosotros”.
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