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Donde menos te lo esperas, de Antonis Tsirikudis

jueves 16 de septiembre de 2021
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“Donde menos te lo esperas”, de Antonis Tsirikudis
Donde menos te lo esperas, de Antonis Tsirikudis (Strange Days Books, 2021). Disponible en Amazon

Donde menos te lo esperas
Antonis Tsirikudis
Cuentos
Traducción de Mario Domínguez Parra
Strange Days Books
Creta (Grecia), 2021
ISBN: 978-618-5278-54-0
112 páginas

No me enfrento a la realidad. Pero ¿quién demonios quiere hacerlo?
Charles Bukowski
Ilusión
El hombre de un momento pretérito ha vivido, pero no vive ni vivirá; el hombre de un momento futuro vivirá, pero no ha vivido ni vive; el hombre del presente vive, pero no ha vivido ni vivirá.
El Visuddhimagga

1

Todo libro de cuentos, la mayoría de ellos, contiene una novela. Termina siendo la novela que habrá de escribirse alguna vez. O que quedará pendiente como parte de la mitificación de ciertas costumbres propias de la edad, de una edad temprana. La novela de unos personajes que formaron parte de un libro de relatos breves, de cuentos, de historias donde habitan, retozan o mueren muchos sujetos que en procura de seguir respirando aparecen en muchos de los eventos contados. La novela que —como toda creación— contiene parte de una biografía.

Y así los paisajes, también personajes revelados en el temperamento de los que construyen las acciones en medio de viajes, estancias, cielos distintos, mares inmóviles, países, ciudades y los remilgos de los recuerdos acerca de civilizaciones antiguas que construyeron mitologías y hasta conformaron un bloque cultural cuyas referencias moran en el profundo y lejano interior de quienes suscriben una nacionalidad. En este caso, los narradores, porque son varios los que se ramifican para darle cuerpo al libro, se comportan como un caballo de Troya. Es decir, como la novela que habrá de ser.

Donde menos te lo esperas, de Antonis Tsirikudis (Grecia, 1976), es una novela en progreso. Es, por supuesto, como gracia del autor, un libro de cuentos, de relatos, de memorias donde la ficción es tan cercana a la realidad que no se despega los hábitos de quienes aparecen y desaparecen de sus páginas. Y como toda novela que se intuye, no se ha terminado de escribir.

Este libro de cuentos, entonces, es una novela (en ciernes) que se basa en personajes cercanos al legado de sus acciones generacionales.

Donde indica un lugar, pero donde menos te lo esperas señala muchas posibilidades. También indica un tiempo. Es decir, el lugar se hace muchas veces en un sitio de donde se desprende el origen del primer relato: desde la infancia literaria (“Era la primera vez…”), la adolescencia, el sexo, la disipación, el crecimiento, el juego con el pasado y el presente, hasta la edad en la que es necesario volver la cara atrás (“…y que me diga que le robaron los mejores años… la edad…”). Y así, las sorpresas. Las dudas. Igual, las ilusiones de ese te que es alguien en muchos. Es decir, tiempo y espacio para contar lo que pudiera esperarle a los personajes, al Personaje, como correlato de él mismo, como hilo conductor de sus estrategias vitales, y como señalamientos del narrador.

La insistencia de este cronista en hablar de novela está en una suerte de línea de acción —de planos narrativos— que ata a los personajes a situaciones muy parecidas. El perfil de los actantes ofrece similitudes en varios de los textos autónomos.

Los referentes están allí, dispuestos a decirle al lector que no se debe mover a menos que los personajes se lo indiquen: la novela —como toda tentación— es un compendio de símbolos, de realidades simuladas, de verdades ficcionales, extendidas a través del uso de intentos genéricos escriturales. Este libro de cuentos, entonces, es una novela (en ciernes) que se basa en personajes cercanos al legado de sus acciones generacionales. Jóvenes —el plural no deja de ser singular en la medida en que quien cuenta los anima a revelar sus inclinaciones primarias— dados a la bebida, al sexo, al enfrentamiento con sus padres, a la búsqueda de experiencias diversas, etc.

Este es un libro redondo construido fragmentariamente sin dejar de tener autonomía en cada estación donde se desarrolla una historia que podría estar conectada adventiciamente. En todo caso, el libro tiene una sola conciencia: el crecimiento de personajes que se procuran una geografía, un sitio para revelarse y para rebelarse, tanto en la calle, espacios abiertos, como en la vida doméstica, familiar.

Por eso el título sugiere un lugar que se hace muchos. Igualmente, lo que podría esperar el personaje de esos lugares o del comportamiento de quienes también esperan algo.

En todo caso, el lector tiene la plena libertad de leerlo como un libro de cuentos o como una novela. Toda lectura permite una relectura. Toda lectura conduce a la indagación, a la reconstrucción de otra escritura. Aun cuando el lector no sea escritor, su imaginación es capaz de rescribir lo que ha leído y deshacerse o hacerse de los diversos matices que el libro ofrece. En el caso que nos toca reseñar, éste nos permite muchas oportunidades de ser también parte de la hechura del otro libro, el libro que habrá de venir, según título de Blanchot: otro que muchos críticos asoman como tentación, como aventura, y he allí las bondades de Donde menos te lo esperas.

 

La crueldad revelada en algunos de estos relatos es entretenida, porque la escritura funciona como una venganza.

2

Una de las motivaciones de este volumen está, pudiera parecer una perogrullada, en el viaje. Y tratándose de un libro de origen griego no es extraño que una odisea tenga su Ilíada como cita, el viaje como característica épica devenga el mito que se encargue de refrescar la memoria de Occidente a través de los referentes tradicionales convertidos en una forma de vida. De Grecia a Australia. De Atenas a Sídney. Los diferentes lugares por donde transitan o viven los personajes, el personaje: la vida hogareña, los giros que sufren los relatos, muchos de ellos con finales abiertos, inconclusos porque podrían continuar siendo narrados en la imaginación del lector.

El viaje es continuo, nunca termina. Como la vida en persecución de la muerte.

Pero el mundo se ha hecho tan de confianza refractaria que un escritor como Bukowski se convierte en sujeto reflejo. En personaje a imitar. Por eso, la dureza, la crueldad revelada en algunos de estos relatos es entretenida, porque la escritura funciona como una venganza, y la realidad, como señala el autor de El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, se hace innecesaria, perturbadora. El poeta irreverente, el poeta loco, el poeta de los gatos, el de las botellas vacías, el poeta sin esperanzas (“Mi alma está en peligro. Siempre lo ha estado”), el poeta de las palabras hirientes, secuaces del diario devenir: más allá de que el personaje no le tenga mucho aprecio al futuro. Por esa ruta podría andar la semilla narrativa de Tsirikudis.

Los personajes que aquí se pueden leer son todos del presente. No se añaden al pasado y el futuro es poco visible. Poco viable. La juventud, su definición, nunca envejece. Algunos rasgos de memoria sobre la guerra, sobre invasiones, sobre la miseria, sobre la familia y los amigos, sobre cierta opulencia, tocados de soslayo o apreciados por la densidad del desahogo, como pulpa del tiempo que se vive.

Uno de los relatos más reveladores y densos es el relacionado con la Carta al padre, donde el hijo se descarga contra un hombre áspero, castigador, irresponsable. Un texto que se aproxima a la carta de Kafka a su progenitor (“Querido padre: Una vez me preguntaste por qué afirmaba yo que te temía”, dice el checo).

La del narrador del escritor griego es también densa, humana, reclamadora, nada condescendiente, resentida, palabra a palabra sujeta a lo que el niño, adolescente y luego adulto vio, sintió y sufrió (en singular y plural advenimientos) cuando el hombre le pegaba a su esposa. En este cuento se podría resumir mucho de lo que hay de disipación en los personajes que, recogidos en uno, conforman el protagonismo de lo que podría ser esa posible novela.

Los 33 relatos que aquí convergen ambulan en el tiempo perdido de los personajes. Podría afirmarse que ellos, los actantes, intentan deshacerse del tiempo, de crear un nuevo estado de cosas que prefiguran el futuro, pero que no lograrán alcanzar. El presente es una suerte de cinturón que los ata a una eterna juventud, a la misma que dejó el para siempre en el rostro de algunos personajes de la tradición épico-mítica, a algunos contemporáneos que dedicaron su existencia a morir en plena edad juvenil para dejar la marca de una cara sin rastros cronológicos. Por eso el adverbio donde, por eso la sorpresa de alguna espera.

¿Qué podría esperar quien siempre quiere estar en el presente?

 

La traducción de Mario Domínguez Parra induce al lector a estar atento a una muestra clara y vibrante de su trabajo.

3

Este es el primer libro publicado por Antonis Tsirikudis. De él se puede afirmar que es un despliegue temático que siempre conduce al mismo lugar, que son los tantos que aquí el lector visita: desde la niñez en el hogar, la escuela, los bares, los burdeles, los amigos, la ciudad, el viaje. Atenas, Sídney, entre otras capitales, tienen en el Personaje (se afirma en uno protagónico porque son varios, se afirma nuevamente) la mirada fija en lo que sustenta cada historia.

Con cuatro grabados de Mathew Halin en los que se ve la dureza del trazo y la rudeza de una imagen en la que unos niños cuelgan de un carrusel, así como la mirada puesta en la primera vez de un libro, en el miembro viril comparado con una zanahoria o el relato en varios trazos, el libro golpea a quien ha pasado por los diferentes estratos de las historias aquí pergeñadas.

La traducción de Mario Domínguez Parra induce al lector a estar atento a una muestra clara y vibrante de su trabajo. Trasladar del griego al español un libro merece una lectura que, seguramente, llevará la curiosidad a otros libros donde habrá quedado su impronta como traductor.

Publicado por la editorial Strange Days (Días Extraños), con los auspicios de The Creative Europe Programme of the European Union, Donde menos te lo esperas dará de qué hablar una vez expanda sus páginas frente a los ojos de los lectores.

Alberto Hernández
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