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Las diversas formas de lo falso, de Paúl Peláez

jueves 7 de julio de 2022
“Las diversas formas de lo falso”, de Paúl Peláez
Las diversas formas de lo falso, de Paúl Peláez (Sultana del Lago, 2022). Disponible en Amazon

Las diversas formas de lo falso
Paúl Peláez
Cuentos
Sultana del Lago Editores
Maracaibo (Venezuela), 2022
ISBN: 979-8802100240
148 páginas

“En fin de cuentas, de lo que se trata es de la vieja y siempre actual pregunta por los límites entre lo real y lo ficticio, entre lo empírico y lo imaginario, a veces como tema explícito, y otras como incluido en las tensiones de aliento de la escritura”.
Victoria de Stefano

1

El mundo es un espacio narrado y por narrar. Un espacio descubierto y por descubrir. Hecho y por hacer. Real o imaginado. Creado y recreado. Posible e imposible. También es un espacio creíble e increíble, sumido entre el silencio y muchos ruidos. Pacífico y tormentoso.

Por eso quien narra, quien cuenta el mundo por revelar, lo extiende o lo reduce. Lo mira con los ojos propios o con los ojos ajenos para hacerlo a la medida de su invención o de acuerdo con los límites del otro, del que a su vez inventa al narrador desde un autor que podría ser anónimo o investido de un nombre.

El mundo narrado o por narrar no es una verdad. Nada es cierto desde las palabras que fabrican historias. Todo relato es una enunciación. Todo relato, toda historia escrita, novelada, usada como justificación, como alternancia entre la verdad y lo falso. Contar el mundo entonces es una tensión permanente por hacerlo creíble.

Vivimos en un mundo imposible.

El título de este libro de cuentos de Paúl Peláez, Las diversas formas de lo falso, recorre estos términos: es un universo de cuentos donde lo aparente es sólo una delicada precisión de acciones, detalles y personajes que forman parte de una ilusión, como toda creación que valga la pena revisar con todos los sentidos.

Son diversos los espacios para traducir lo que no está establecido en la realidad. Lo que no es verdad, como si ésta —la verdad— fuese el estamento, la tabla de salvación de quien entra o sale de una historia sujeta a ser leída o vivida.

En este u otro aspecto, lo que el escritor quiera inventar, narrar, contar o construir como historia de ficción está sujeto a ser considerado una verdad, si el narrador tiene la capacidad para insertar en la conciencia del lector esa “verdad”, cuando en realidad se trata de un mundo reflejado desde lo imposible, porque toda idea que provenga de la poesía, de una poética, es una ilusión.

El ser humano está hecho de ilusiones. De percepciones que nadan en un mar de lucidez o locura. El contador de historias es un iluso. El narrador es un personaje acosado por lo que no es, pero que se hace realidad, verdad, desde su perspectiva como soñador, como tentador de ilusiones. Como fabricante de actantes que logran superarlo porque son producto de una mentira.

Mario Vargas Llosa, en su libro de ensayos La verdad de las mentiras, destaca:

Desde que escribí mi primer cuento me han preguntado si lo que escribía “era verdad”. Aunque mis respuestas satisfacen a veces a los curiosos, a mí me queda rondando, cada vez que contesto a esa pregunta, no importa cuán sincero sea, la incómoda sensación de haber dicho algo que nunca da en el centro del blanco.

Más adelante, el autor de La guerra del fin del mundo afirma que eso no importa a cierta gente, sean o no malos lectores, quienes “hacen depender lo segundo de lo primero”. Es decir, que la mentira sea una verdad incuestionable.

No existe ser humano más “falso” que un escritor. Falso porque falsea la verdad, porque la hace otra, porque la hace parte de un mundo posible donde las palabras sirven para construir ilusiones, historias que pasan por creíbles habiendo sido producto de una alucinación o de un arranque de sinceridad creativa, inventiva.

 

2

Veintinueve cuentos conforman el corpus de este libro de Peláez, en el que la abundancia temática, la desenvoltura del narrador, destacan a un imaginero que juega con la diversidad ficcional. Juega con el lector, a quien mantiene atento en cada segmento, en cada instante en que ocurren los hechos. Textos en los que quien cuenta la historia no se despega de esa “realidad” que luego se confirma “verdad” desde la ficción misma, la “mentira” que todo creador estima como materia de trabajo.

En el relato que le da nombre al libro se evidencia ese juego. Un personaje, Julián, vive desde la muerte su éxito como novelista. Al ser asesinado, quien actúa como testigo ve pasar la existencia del mencionado escritor: lo mueve en el tiempo y el espacio hasta lograr un cierre en el que el lector, protagonista de lo creíble o lo imposible, asimila la novela que alude a un sujeto que sólo existe desde los diversos y dinámicos desplazamientos de la historia, como un personaje más.

(Este cronista sugiere a Peláez que siga trabajando este cuento y lo convierta en una novela).

En otro de los relatos, “El peso de las mentiras”, una historia que podría parecer irrelevante, pero cuya manera de contarla deshace cualquier crítica que desmejore su desempeño: la traición conyugal, tema de común uso en la realidad, un juego de supuestos abalorios, que se revela una mentira que impresiona la lector por lo inesperado. El final nos aproxima a Salvador Garmendia cuando el personaje, el traidor, se deshace corporalmente como un artefacto mecánico. La mentira, entonces, es también sujeto de atención para revocarle la tensión a la verdad: ésta, la verdad, es sólo una capa del engaño. Un artilugio. La “verdad” es el personaje que sustenta lo falso.

 

3

En otro fragmento del prólogo que Vargas Llosa escribió para el mencionado ensayo La verdad de las mentiras, el autor peruano-español precisa:

Porque no es la anécdota lo que en esencia decide la verdad o la mentira de una ficción. Sino que ella sea escrita, no vivida, que esté hecha de palabras y no de experiencias concretas.

Y eso es lo que cualquier lector podrá encontrar en este libro de cuentos de Paúl Peláez.

Alberto Hernández