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Escuchando los latidos, de Luis Alberto Ambroggio

sábado 22 de octubre de 2022
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“Escuchando los latidos”, de Luis Alberto Ambroggio
Escuchando los latidos, de Luis Alberto Ambroggio (Valparaíso Ediciones, 2021). Disponible en Amazon

Escuchando los latidos
Luis Alberto Ambroggio
Poesía
Valparaíso Ediciones
Granada (España), 2021
ISBN: 978-84-18694-68-4
78 páginas

1

La poesía es un largo camino. A veces se deshace, se borra, pero el camino sigue su curso para que la poesía retorne fortalecida en imágenes, en destrezas y sonidos que puedan entrar al espíritu y convertirlo en la fuente de todas las emociones.

Cada texto es entonces diástole y sístole, el diálogo elíptico de la sangre como si se tratara de la conjunción de voces interiores: los latidos son la forma más explícita para saber que la vida está presente, que el cuerpo es la herramienta en la que se deposita la existencia. Y desde esa perspectiva el autor de Escuchando los latidos oye los propios para escribir este libro donde caben todos los temas, todos los pálpitos, todos los sobresaltos y silencios.

El corazón ya no es el músculo detrás de la osamenta pectoral. El corazón es la voz de quien combate el silencio, de quien asume la magia donde se aposentan los “encuentros” y las “pérdidas”, los “pasos” y los “tropiezos”. Y el oído, el impulsor del alma cuestionada, persistente, hecha palabra.

No se abrevia el mundo, se agranda con las palabras. Todo poema contiene poesía, más allá de que la poesía se niegue. Todo poema inventa la poesía y de alguna manera retiene el soplo de vida que un latido promueve.

En este libro de Ambroggio, Escuchando los latidos, están todas las palpitaciones temáticas, como ya hemos dicho en líneas anteriores, y cada una de ellas participa con la novedad de la vocación para decir, escribir o cantar.

 

2

En el poema “Diagnóstico” el poema ingresa en una sala médica. Ausculta con directa precisión lo que allí ocurre. No narra, poetiza a través de la metaforización de alguna patología espiritual que ha pasado a ser una señal cósmica:

La ruidosa / resonancia magnética (MRI) / del alma / sepultada / en la tristeza del silencio, / descubrió / una cicatriz latente, / sin ecos. / Sólo quiso vivir / la emoción blanca / de las constelaciones, / al margen de su vida.

¿Cuántos latidos mueven el corazón? ¿Cuántos versos confirman que ese órgano también cuenta sus saltos, sus alteraciones, los poemas que contiene? ¿Y cuántos latidos el alma sostiene para no sucumbir?

 

En el caso de la poesía de Luis Alberto Ambroggio, la variedad en sus poemas permite tener conciencia de la multiplicidad de imágenes.

3

En el prólogo del libro de ensayos Insomnios, original de Adalber Salas Hernández, Francisco Javier Pérez afirma: “No hay uniformidad, aunque hay formas. No hay escuela, aunque hay dioses. No hay ecuaciones teóricas, aunque hay seguridad”. El académico se refería a la variedad que los ensayos de Salas Hernández muestran al depender de la variedad en los tonos de los poetas venezolanos estudiados.

En el caso de la poesía de Luis Alberto Ambroggio, la variedad en sus poemas permite tener conciencia de la multiplicidad de imágenes, reproducciones, refracciones o reflejos que, “Fastidio del espejo”, por ejemplo, resume en casi todo su contenido, en su singladura creativa.

Quisiera hacerlo pedazos / porque cada vez que lo ve / le refriega sobre la cara / una verdad que lo acribilla (…). ¿Será que con Borges se querrá ver en la luna, / ese cambiante espejo del tiempo? / ¿O inventar de nuevo el epitafio imparcial / de la penumbra mágica en el pintar de los vientos?

Desde ese reflejo —en otro texto— el autor retorna a la juventud, a la juventud de la escuela, donde pernocta la memoria.

 

4

Ambroggio se vale de versos muy cortos, como para precisar con lenta respiración el proceso de la misma escritura. Una suerte de heterodoxia del ahogo que promete la enjundia de imágenes precipitadas, que enriquecen el discurso, toda vez que el silencio aparece como parte de esa muestra de ecos verbales.

Recurre a muchos estadios: temas como la televisión. Osado en el decir, también se vale del silencio como sujeto actante, lo elogia, lo hace presente:

Escucho los gritos del silencio (…). Encaramamos, a veces sin quererlo, / la elocuente magia del silencio.

Uno de los temas más convocados por la palabra poética: el silencio navega, se deja oír como dolor, como auxilio exigido. Suena en estas páginas, se oye. El poema emerge de esa distancia y se convierte en pregunta, en iteración: texto donde la sonoridad ocupa tiempo y espacio, los que el silencio les ha permitido. Sólo el silencio es capaz de desocupar su lugar para darle paso a las palabras, a la poesía.

 

La poesía es el único latido que cuenta con todo el tiempo para manifestar su persistencia.

5

Dios es un poema retraído porque aparece como palabra, como voz invocada a través de una oración, de una plegaria contenida en preguntas, desde la tragedia humana:

Peste, plaga, ¿castigo de Dios? / ¿Desde cuándo Dios castiga? (…). Padre nuestro, donde quiera que estés / ¡sálvanos de este hueco impávido!

Si Dios es la Palabra y a través de ella se puede concebir la salvación, se podría afirmar que la soledad, ese otro tema o personaje de la poesía, es asunto o sustrato que permite la relación más honesta con Él. Y entonces aparece un nombre terrenal, tan terrenal que hizo poesía y quedó grabado para siempre: César Vallejo, el de Los heraldos negros, estigma para definir el siglo XXI, tan terrible, invadido por pestes, invasiones, locuras políticas, tiranías.

Un poema que podría ser el cierre del libro, titulado “El último acto”, da cuenta, nuevamente, del tema muerte:

A veces quisiera escribir mi muerte / como el vuelo mágico de un sueño (…).

Onírica, la poesía es el único latido que cuenta con todo el tiempo para manifestar su persistencia.

Alberto Hernández

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