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Reino de sombras, de Xavier Cruzado: una cruzada de la venganza

jueves 3 de noviembre de 2022
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“Reino de sombras”, de Xavier Cruzado
Reino de sombras, de Xavier Cruzado (2018). Disponible en Amazon

Reino de sombras
Xavier Cruzado
Novela
España, 2018
ISBN: 978-8409028641
466 páginas

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Reino de sombras es una novela que califica para una película. La destreza del narrador para relatar, describir y armar los diálogos, da pie para pensar que quien escribió la obra, Xavier Cruzado, es un hombre de cine, como en efecto probó este lector al toparse con su biografía.

Es una historia que sigue siendo. Es una historia que no ha terminado, porque la pederastia ocurrida en algunos seminarios y congregaciones religiosas católicas del mundo continúa a través de denuncias diarias en medios impresos y redes sociales.

Cruzado, como su apellido lo indica, hizo una verdadera cruzada para llevar a la ficción sucesos que la realidad no ha podido ocultar.

Escrita sin ningún adorno literario, Reino de sombras es una novela policial que desnuda toda una historia que ha marcado a algunas organizaciones católicas como responsables de crímenes sexuales contra menores en establecimientos que pertenecen a la Iglesia, esta vez en España, donde se escenifica la novela de Xavier Cruzado, quien a través de casi quinientas páginas relata sin ningún temor cuando menciona a personalidades que han tenido responsabilidad política e intelectual en la península, cuya capital, Madrid, es el centro de operaciones de los investigadores que se encargarán de descifrar el misterio de ocho muertes violentas contra sacerdotes que en su vida como oficiantes cometieron estos delitos, que el mismo cristianismo califica de pecaminosos, pero que algunos curas han perpetrado y hasta han quedado libres, impunes sus acciones con el beneplácito del Vaticano.

Es una historia terrible. Cruzado la cuenta con lujo de detalles, como si se tratara de un guion fílmico, como si en su ánimo se hubiese gestado la idea de llevarla a la pantalla, como ha ocurrido con otras novelas de parecido corte temático que luego formaron parte del mundo del cine.

Pero, además, es la historia de los personajes que aquí actúan. Cada uno de ellos revela su biografía, marcada por la tragedia, el hastío o la fama, como es el caso de la niña Thien, rescatada por un español que estuvo en la guerra de Vietnam y salvó la vida de la pequeña, luego reconocida como su hija: la inspectora Candela Santos (suerte de Brenda Leigh Johnson en la serie The Closer), que se encargó del caso de estos delitos que conformaron ocho homicidios que obligaron a organizar un equipo de rastreo para poder dar con el llamado “Inquisidor”. Santos, dos agentes cercanos y un par de académicos recorrieron parte del mapa español para atar los cabos del pentagrama estrellado que elaboró con su vengativa imaginación el asesino, quien en el pasado fue una de las tantas víctimas de sacerdotes o curas pedófilos.

Esta es una novela muy española por esa manera de abordar los localismos, la jerga y la germanía.

Es el día a día de los policías frente a un caso difícil, sombrío. El perfil de cada uno de los actantes, que intentan desentrañar el misterio de este “reino de sombras”, ha sido trabajado con tino y sin dejar pasar la manera de expresarse: policías como sujetos de habla desmañada, el castellano más cercano al ciudadano común. Sin tapujos. Esta es una novela muy española por esa manera de abordar los localismos, la jerga y la germanía, lo que la aproxima a un thriller nacional que conduce al lector a la realidad cotidiana de ese país, al mundo diario del crimen, revelado por esta novela negra, provista de conjeturas, tensión, pasión y argumentos que desembocan en un final en el que la historia deja de ser en papel, pero que, como realidad, sigue sucediendo pese a los hechos descubiertos y a las denuncias formuladas, las que muchas veces quedan como tales, sin que las autoridades apliquen castigos severos a los culpables, en este caso a los curas o sacerdotes libidinosos, que usan el sexo para engañar a los menores en nombre de Dios, hasta convertirlos en fanáticos resentidos, enfermos y hasta en vengadores, como ocurre en la novela del barcelonés Xavier Cruzado.

 

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El equipo creado por Candela Santos estaba constituido por Óscar Sánchez, agente; Juanjo, investigador forense; el profesor Gonzalo Sanmartín, experto en la Edad Media y habitante del País Vasco, y el doctor Juan Miguel Garmendia, psiquiatra forense, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Ellos idearon un dispositivo especial para dar con el autor de los crímenes, cuyas víctimas, así como los escenarios en que fueron cometidos, tendrán una importancia capital para el desarrollo de la trama.

Todos los cuerpos, a la vista de los testigos, y luego de pruebas de patología forense, estaban castrados, unos sin escroto, otros sin todo el aparato reproductor. El pene en la boca de cada uno de los cadáveres. Y un mensaje: unos puntos en forma de cruz en el iris ocular. Lo que da para pensar en una simbología cristiana, misteriosa, sombría.

De acuerdo con las pesquisas, con el seguimiento geográfico y cronológico, se llegó a la conclusión de que se trataba de un sujeto que había sido víctima de una violación mientras estudiaba en un seminario de los Legionarios de Cristo o de alguna de esas escuelas donde se imparten conocimientos teológicos con el fin de convertir al aspirante en capellán o cura.

Sospechas sobre cuerpos religiosos u organizaciones ligadas a la Iglesia, las ansias de justicia buscadas mediante un camino poco ortodoxo, la participación de la prensa como el tamiz a través del cual se forja la opinión ciudadana sobre los hechos, son todos ingredientes que se congregan en esta obra de Xavier Cruzado para mantener en vilo al lector hasta la última página.

 

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La técnica narrativa usada por Cruzado es cinematográfica: planos identificados con lugares, hora y fecha. Como una referencia: La ley y el orden (Law & Order), la famosa serie de los detectives Benson y Stabler y el resto de su equipo, quienes investigan y persiguen, a través de la Unidad de Víctimas Especiales, a proxenetas, violadores y depredadores sexuales. En más de un capítulo esta serie de televisión ha trabajado temas de sacerdotes protegidos por la Iglesia, quienes han cometido crímenes de esta índole. La estructura narrativa de la serie se vale de los planos espaciotemporales anunciados en pantalla, como lo hace también Cruzado en su extensa novela. El resultado es redondo: es una novela bien armada, ajustada a una narrativa de este género donde no sobran los detalles.

 

Esta novela es muy rica en detalles urbanos, geográficos e históricos. Es una obra intensa e inmensa.

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En las redes sociales siguen apareciendo denuncias contra sacerdotes o gente muy cercana al poder de la Iglesia católica, envueltos en estos delitos. Unos son descubiertos y mencionados. Otros, sus nombres ocultos. Movidos de lugar de trabajo. Silenciados. Pero no hay cárcel para ellos.

Esta novela es muy rica en detalles urbanos, geográficos e históricos. Es una obra intensa e inmensa. Y como ya ha afirmado este cronista, se trata de un thriller o novela negra por las conmociones que provoca, por la tensión que el lector siente al entrar en ella.

 

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Reino de sombras podría servir para engrosar la lista de libros que se convirtieron en filmes, como El código Da Vinci, de Dan Brown, o El nombre de la rosa, de Umberto Eco, entre otros.

Vale la pena mencionar, a manera de ilustración, otras historias que, si no tienen que ver directamente con el tema de las violaciones, se adentran en el oscuro mundo de la Inquisición, como La gesta del marrano, del argentino Marcos Aguinis, quien relata los procederes oscuros de curas y comisarios teológicos contra la población y contra los mismos creyentes —en la América recién descubierta— que se salen de sus opresivas normas. Esta novela, cuyo personaje es Francisco Maldonado, judío, cuenta cómo es humillado, violentada su vida, acusado, ofendido por la Iglesia hasta convertirlo en un estropajo.

Otras obras cercanas a este lector son las novelas ¡Ay, Savonarola! y Los pecados sobre la mesa, del escritor y profesor español quien vivió casi toda su vida en Caracas, donde falleció, Adolfo Carreto. La primera novela cuenta los intríngulis y oscuridades de la Inquisición: la quema de supuestos herejes, de inocentes violados y expuestos al escarnio público por el poder de la Iglesia. La segunda “se vale de una figura singular en la plástica, como Hieronymus Bosch, llamado el Bosco, quien jugó también a una doble trampa entre la santidad y el erotismo, entre la belleza y la luz y la belleza y las tinieblas, en un universo poblado de ángeles y serpientes…”.

En conclusión, estamos ante una obra importante que, insisto, debería convertirse en una película para que no quede el libro sólo en los anaqueles de una biblioteca o en la desleída memoria de algunos lectores. Para que siga denunciando los abusos de quienes, amparados por el poder de un Estado religioso intocable, consigan justicia.

Vale decir que hay que leerla: verla porque es una pieza escrita con los ojos. Es una novela muy visual, cinéticamente viva.

Alberto Hernández

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