
César Vallejo, genio entre los genios
Luis Alberto Ambroggio
Ensayo
Ediciones La Catedral
Lima (Perú), 2020
ISBN: 9786124789137
124 páginas
Hay un vacío / en mi arte metafísico / que nadie ha de palpar: / el claustro de un silencio / que habló a flor de fuego. / Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo.
Vallejo: “Espergesia”.
Cuando se fue del Perú, en 1923, había sufrido también una prisión injusta de cuatro meses (“El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú”).
Equipo de la antología de Poesía hispanoamericana moderna (Editorial Equinoccio, 1982).
Vallejo es muchas voces y una voz. Su prendimiento poético tiene asidero en el eco de poetas que lo marcaron e hicieron que uniera la suya a las de aquellas que ahora son una unidad, una inflexión que recorre el mundo de los lectores. Vallejo es todas esas voces con diversos acentos, traídos de traducciones que se han convertido en un solo idioma, el de la poesía humanamente sensible que tiene como tema el dolor, el reclamo divino, el saber que la existencia es sufrimiento, miseria y abandono.
El autor de Trilce y Poemas humanos lo dice en esos libros, en todos los que escribió. No dejó de decirlo. Cantó su aventura vital, su pasión y muerte con la valentía de quien sabe que es ese prendimiento la herencia vaciada por otros poetas que dejaron una huella indeleble en sus palabras, en la poética total de su creación.
Desde esta perspectiva, Luis Alberto Ambroggio lo supo asumir como sujeto de estudio. Como una suma de investigación desde las influencias o cercanías con otros poetas que, de muchas maneras, formaron y fortalecieron su poesía, su vida, sus reclamos, sus lamentos, su muerte misma. El genio de César Vallejo es un mosaico de legados.
Cinco ensayos conforman este interesante libro de Ambroggio titulado César Vallejo, genio entre los genios, en el que establece relaciones con los poetas Walt Whitman, Rubén Darío, Paul Celan, Miguel Hernández y Friedrich Nietzsche. Relaciones estrechas que tienen que ver con las influencias de estos autores con el poeta Vallejo, quien los mantuvo cerca en su poética, en su manera de ver el mundo. Estos cinco autores universales, tan apreciados por el peruano, lo asimilaron también universal a través de la llamada “civilización originaria”, en el caso del poeta norteamericano Whitman, quien desde su yo poético se hizo nacional mundial desde el acento humanista de su creación. Solidario, socialmente verbalizado por su amor por la gente, revela su correspondencia con el nacido en Perú, quien lo asumió como uno de sus padres tutores.
Con Rubén Darío, Vallejo destacó desde el poema “Simbolismo” que luego, con algunos cambios, tituló “Retablo”. La intertextualidad juega papel relevante en la transformación de este poema como un magma que aproxima al autor andino con el norteño. El modernismo tocó la fibra del simbolismo del azul como color de un tiempo poético. Igual, el simbolismo, la “osadía imaginativa”.
Celan, el cuestionador de Dios, el que hizo del dolor y el hermetismo herramientas para su escritura, tuvo en Vallejo la fuerza que lo motivó también a hablar de su sufrimiento, de su enfermedad, de su muerte.
Miguel Hernández, el poeta preso, el poeta del sufrir, y así también Vallejo, el que vivió prisión en su país de origen. Esa marca los derramó en sus versos a ambos. Vallejo supo de Hernández y desde él, una poética del encierro, del abandono. La miseria es también parte de sus versos.
La filosofía, el encaje profundo de Friedrich Nietzsche en la poesía de Vallejo está presente en la fragilidad de la vida, en ese Dios que confrontan como sujeto ausente.
Ellos, los diferentes Vallejos que vivieron en una poesía poderosa, multiplicaron el ánimo de Luis Alberto Ambroggio para escribir estos ensayos que han recibido de la crítica importantes respuestas.
El genio del autor de Los heraldos negros, Trilce, Poemas humanos, se revela en este volumen de Ambroggio, homenaje que no sólo celebra a Vallejo sino también a los cinco poetas que fueron recibidos por el autor peruano como parte de su existencia poética, de su hacer creativo, influencias que fortalecieron y le dieron más densidad a sus poemas.
Su “arte metafísico” fue una verdadera revolución en la poesía en lengua castellana. Desde Vallejo, desde su hermetismo, desde su declaración acerca de cómo se debe escribir poesía, el mundo de las palabras se hizo más complejo, más interior, más hecho para pensar.
Vallejo afirmó:
La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos.
Y eso fue lo que logró desde su pasión por la poesía, con quienes también tenían un sentido libérrimo de la escritura poética, como Whitman, Darío, Celan, Hernández y el pensamiento de Nietzsche, quienes si bien no fueron tan estrictos como Vallejo, lograron cambiar con su imaginación el mundo de la poesía y el pensamiento creador.
Todo el vacío afirmado por César Vallejo se llena con la materia poética de quienes también andaban desandando “el claustro del silencio”.
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