
Acuarela en rama
María Cristina Casado Alcalde
Poesía
Editorial Caligrama
Sevilla (España), 2023
ISBN: 9788419906809
80 páginas
1
Bailas en la oscuridad; es tu forma de existir.
La huella de tu danza es este bosque,
sombra talada de otras lluvias
Así comienza Acuarela en rama, segundo poemario de María Cristina Casado Alcalde.
La voz nos recuerda que la vida es asombro permanente, que las piedras tienen su lenguaje, como el agua y el bosque, como la luz o su ausencia.
Acuarela en rama es asombro, luz que ilumina la palabra, la música del día a día y el misterio de las pequeñas cosas.
Germina este poemario en la ingrimitud de la página y avanza en breves bocanadas con versos que son pura belleza: La pupila sin ojo filma sin pausa. Y así, sin pausa alguna, comienza la aventura de una geometría poética con estos versos que se vierten desde el ojo que observa los días sin descanso, el mismo ojo que nos dice que nada crece en una cicatriz.
Algunas páginas ofrecen doble lectura. Una lectura en cursiva y otra en memoria normal, en molde de todos los días. La poesía no se rinde, se hace un reto en el fondo de la página.
Un bosque en el que habitan algunas estaciones o la ceguera del tiempo: este es un libro de metáforas e imágenes sorprendentes, de hallazgos que invitan a asumir la lectura como una levitación. No obstante, la poeta se descubre frente a un otoño de ausencias y ante una primavera de cuervos. Es decir, el reto sobrepasa el poema y lo convierte en una especie de desasosiego.
Acuarela en rama podría significar el fruto cromático de quien imagina ese bosque, de quien lo recrea o lo inventa en el poema. ¿Será el mismo color que ampara el ojo sin pupila?
La voz del poema dice así:
Vértigo en el verde,
estría de mi cáliz
y en lo agreste indómito
del tallo
esta fiebre sin rostro.
Esta primera parte descubre el desamparo, la piedra y sus lenguajes, la pérdida del paraíso: han huido los últimos oasis.
2
Luego de haber trazado ese paisaje, esa marca de significados: Escribir / Escribir-lo dentro, la poeta entra en un segundo clina: Jardín de invierno, en el que una estación es un instante, porque otras son vertidas como parte del bosque imaginado, de la hora que siempre está pendiente como un árbol en medio de un humedal:
Es otoño en el reloj de arena
yo musgo
en el jardín del viento.
La primera persona tantea en las imágenes. Entra para ampliar su presencia en el texto, sin enmascaramiento alguno: la voz del yo protagoniza y le hace decir:
El tiempo se estira hasta romperse.
Y por eso: Te entrego mi voz y mi distancia, / mi silencio, / la forma que contiene. Se entrega toda para hacerse el poema que ha escrito, la voz que seguirá retando la página.
Este Jardín de invierno desata tantas imágenes como la lluvia que la poesía puede contener en los signos que recrea.
3
La tercera parte del camino de este volumen, La memoria del sauce, continúa su andanza vegetal. El bosque sigue creciendo, la verba del texto le añade al tiempo la memoria, lo que no se olvida, también la sombra como vértebras de una escritura que ensueña, que se descubre a través de una estética a través de oraciones breves, a veces cortantes, otras reflexionadas, metabolizadas mediante la descripción o la narración:
cangrejos que recorren la memoria.
anochece la sal
en el recuerdo.
Ya la sombra empuja el borde
afilado de la sombra.
Acuarela en rama dibuja y pinta un paisaje donde se infiere el adentro, lo que contiene el bosque, lo que contienen las palabras y lo que sugieren sus imágenes.
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