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Libre

domingo 1 de octubre de 2017
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Mi libertad me empuja, me despierta, me mantiene vivo. Me arrastra hacia vos, encarcelada en un mundo imaginario que vos no quisiste crear. Suena un timbre, una alarma, un grito. Todos y cada uno significan lo mismo: vienen por mí, por vos, por todos. Eso sentís y me lo decís llorando desesperada. Y yo, sin conocer qué parte de la realidad compartimos, sólo puedo abrazarte y decirte que esto también pasará. Sí, amiga, esto también pasará. Me decís que hay voces que no te pertenecen pero te persiguen. Te respondo que esas voces existen, no son tuyas ni mías, pero existen. Lo hago para quebrar tu confusión, no para tranquilizarte. Esas voces que te gritan en silencio y te obligan a callar tu verdad son las redes que limitan tu vuelo, las que modificaron tu cielo y te lo arrebataron al cubrirlo de cuerdas de las que no podés escapar. Estamos todos junto a vos, volando bajo, durante la noche bajo las estrellas, extendiendo las alas para que no se atrofien.

Todo pasa, tranquila. Permanece, respira. Aquieta tu alma.

Afuera, la violencia tomó el lugar de la verdad. La usurpa por decisión, sin otro fundamento que la violencia misma y la necedad. Afuera de la caverna se acaba la alegoría. Tomalo como un entrenamiento, un ejercicio para endurecer los músculos de la conciencia. Olvidá las voces, ponelas en off y observá cómo se mueven los que caminan por sobre los otros. Apenas avanzan, amiga. Marchan sobre un mismo espacio, en círculos, sin evolucionar. Necesitan oprimir para disfrutar. Sin poder gemir por placer, sólo se excitan ante la sumisión de quienes no los quieren escuchar. Todo pasará, amiga, nadie ni nada es eterno.

Aunque el ser humano se comporte como un huracán ciegamente destructivo, también la fragilidad forma parte de su naturaleza.

En esta tarde, mientras tus ojos me miran como soles sin mañanas, pido que no dejes de acompañarme. Parezco fuerte cuando te sostengo, pero sin vos pierdo mi rumbo. Sin vos, que no tenés la capacidad de evitar ver u oír, yo me volvería tibio para poder sobrevivir. Tu tristeza me recuerda que ser feliz es otra cosa que esto que estamos viviendo. Tu llanto me despierta cuando me resigno. Tu sonrisa, tu palabra encendida, tu vuelo… tu alto y libre vuelo me obligan a seguir resistiendo. Porque los añoro, los atesoro, los necesito libres. Libres.

Las voces seguirán haciendo ruido. Y los gritos seguirán resistiéndolas en silencio. La realidad está quebrada pero sigue siendo una. Y vos, y yo, y aquellos otros, estamos cuidando el camino. La tierra aún fértil en donde volveremos a sembrar cuando dejen de pisotearla. No te atormentes por las disputas ajenas, no son tuyas ya. Tu causa es tu vida, la vida de los tuyos. Permanece aunque sientas que cada opinión debe ser censurada sin sentido. Resguarda tu vida, tus ganas de volar, tus sueños. Observa y resguarda. Vuela bajo sólo cuando te tienen en la mira, sabiendo que la altura de tu vuelo jamás será la que otros decidan.

Cuidate, amiga. A veces me duele pedirte que no brilles, porque eres luz de la más pura. Cuando todo esto pase, esa luz será la abstracta explosión de la esperanza. Ama tu presente, aunque lo sientas una cárcel. Ama tu presente, aunque afuera parezca no vislumbrarse un futuro. Nuestro presente no es ruido, no son voces que no nos dejan expresar ni en susurros, esa deformación le pertenece a quien la crea. Te aseguro que en el futuro las declamaciones perversas serán silenciadas sin violencia. Porque aunque el ser humano se comporte como un huracán ciegamente destructivo, también la fragilidad forma parte de su naturaleza.

Nuestra historia será contada por nosotros, amiga. Nuestra voz, en libertad. Así será.

Silvia Hebe Bedini
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