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Líneas para una ensoñación, de Hibrahím Alejo

lunes 21 de marzo de 2022
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“Líneas para una ensoñación”, de Hibrahím Alejo
Líneas para una ensoñación, de Hibrahím Alejo (El Taller Blanco, 2021).

1

El horizonte del tiempo suele ser engañoso. El tiempo se extravía en su propia casa. Es un espacio donde no cabe la memoria, porque ésta también se borra. No obstante, el tiempo es un gerundio indetenible, inaguantable. Nunca deja de ser, por eso es engañoso. Por eso es preciso tenerlo presente en el pasado y en el futuro: un trío en movimiento que sólo existe en los sueños como una sola masa, como una línea continua, como un plano para un mapa donde se someten todas las corrientes del pensamiento o del silencio.

Alguien que sabe esto se asoma y tratar de ver el mundo. Y repite en el poema la palabra “ventana” para asegurarse de que el horizonte se mueve. Para saberse parte de ese desplazamiento hacia la profundidad de la inconsciencia, donde reposan los restos de la realidad.

En Líneas para una ensoñación (El Taller Blanco Ediciones; Cali, Colombia, 2021), su autor, Hibrahím Alejo (Maracay, Venezuela, 1993), toma el camino de hacer poesía desde esta perspectiva: no facilita las cosas al lector, lo conduce por las sombras del sueño, por los laberintos donde se presume hay una salida, pero es sólo una ilusión. Aquí no hay un paisaje sino “un espacio hundido / en la órbita sin horas”. El vacío que creó el tiempo, que descubrió el ojo quieto desde una ventana cuyo postigo se repite incansablemente en todo el libro, en todo este horizonte donde ser otro, donde desplazarse desde el yo como tiempo oculto, altera una lectura lineal: ningún sueño suele serlo. Por eso es engañoso también, como el tiempo.

 

2

Alejo no se despega de las palabras “ventana”, “tiempo”, “espacio”, “faroles”, “chorro de luz”, “gota”, “gotean”, “sueños”, “alborada”, “verbena”, “cuerpo sobre cuerpo”, “órbita”, “luces”, “deseo”, etc., y con ellas construye este edificio de versos: poemas que entran y salen de “todas partes”, como si decir no significase estar presente o ausente.

En la contratapa del libro, Luis Pérez-Oramas afirma: “Poemario o poema, canción de ritornelos espaciados… anuncia desde sus primeros versos el asunto de su canto: la temporalidad abriéndose hacia otro tiempo…”, y, en efecto, se trata de un tiempo que transgrede el tiempo que se anhela, el de los deseos, el de una ventana que precisa de un horizonte donde las palabras inventan los espacios del decir:

Cuando abre aún el cielo

la distancia

siguen las voces
el nombre de tu rastro
y me lleva a todas partes.

Las horas giran
encima de gasas de sueño;

ya comienzan donde acaban

y aún la voz,
el nombre y el cielo.

 

3

Líneas para una ensoñación se vierte poema en lo que podría ser una realidad. Pero no lo es. En estos versos, quebrados en el “decir”, se advierte una búsqueda que podría parecer escabrosa: salta los significados, abruman las palabras que se repiten como un ritornelo, como para dejar sentado que el poema es la insistencia de un sueño que no termina nunca, que está más allá de cualquier tentación. De allí que en estos poemas Alejo se aproxima un poco más a la voz que insiste en brotar, “gotear”, desde el deseo de ser más palabras, más poesía.

He aquí una muestra de su persistencia verbal:

El silencio es la hora

y un espacio
sin puntos sobre ti.

Cómo sueña
bajo el cielo
la hierba
alargada con la carne

con las horas de un espacio
sobre ti
que llegas como gota

desde sueños
hacia la noche abierta
cuando todo escapa
y sólo miran tu reflejo
en la ventana.

Líneas para una ensoñación es un libro de sueños entrecortados. Una mirada que se mantiene casi oculta, en el fondo de un poema.

Alberto Hernández

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