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Maletín de pequeños objetos, de Arnaldo Jiménez

lunes 11 de mayo de 2020
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“Maletín de pequeños objetos”, de Arnaldo Jiménez
Maletín de pequeños objetos, de Arnaldo Jiménez (El Taller Blanco, 2019).
“En una maleta cabe otra maleta”.
A.H.

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La imaginación no se rinde fácilmente. Es más, nunca se rinde. Tratan de torcerle el brazo y nada. Sigue su curso, tan real que se hace imposible en los sentidos, en el sabor de la lengua, en la mirada atónita de los adjetivos que saltan de alegría entre los sustantivos y el resto de la oración que verbaliza la piel del lector y lo convierte en viajero.

Siempre hemos sabido de las destrezas de Arnaldo Jiménez, quien para más muestras no se despega del mar. Nacido en La Guaira y residenciado en Puerto Cabello, tiene en el oleaje la sustancia para inventar, imaginar, hacer la maleta y meter todo el equipaje de su inteligencia que se convierte en regalo para los lectores. Los que estamos frente a sus relatos breves, relatos de emergencia como llevados por la mano mágica, misteriosa y amable de la creación.

No es la primera vez que Arnaldo nos hipnotiza. Sus anteriores historias y poemas, sus ensayos y vuelos rasantes por nuestras vidas han sido toda una aventura en la que no faltan personajes, peripecias, auscultaciones hechiceras, científicas, históricas, fabulosas, míticas. Una verdadera odisea de confabulaciones en las que los lectores pasamos a ser también imposibles en la medida en que somos víctimas felices de estas brevedades donde el adulto y el niño se hacen uno.

Esta vez retornamos a la vida de Arnaldo Jiménez a través de otro libro de milagros, Maletín de pequeños objetos. Otro libro de maravillas que nos acerca El Taller Blanco, en la colección “Comarca mínima”, con residencia en Bogotá, Colombia, hecho realidad en 2019 de la mano de Néstor Mendoza, Geraudí González Olivares y Cristian Garzón, un trío que ya casi llega a los cincuenta títulos para alegría de sus autores y lectores de muchos países del mundo.

Pues bien, quien quiera entrar en este libro debe saber dónde quedan los precipicios y la tierra plana. Es un libro de imaginación pura. De esa locura que enaltece al ser humano y hace un imposible, porque la imaginación se sostiene sobre la base de todas sus maravillas.

 

Este es un libro para vacilárselo, para disfrutarlo y aprender, porque de la imaginación, de la invención, de la magia se aprende mucho.

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Esta joya del autor venezolano se sostiene en cuatro estaciones: “Órganos humanos perdidos durante la evolución”, “Tipología de las calles”, “Tipología de las tijeras” y “Colección de pipas” con los que nuestro cuentista hace la maleta y nos lleva de viaje por los laberintos de su febril imaginación. Atento a los sentidos de la magia, nos envuelve en su calidad expresiva y nos hace pasar un rato aprendiendo de las cosas del mundo y sus misterios, de las grandes mentiras que los buenos escritores convierten en verdades. O al revés. De esas verdades tan comunes que una mano diestra moldea y transforma en maravillosas mentiras.

En este follaje de invenciones, entre las tantas cosas que no dejó Arnaldo de meter en la valija, están “La boca independiente”, “Los tres senos”, “El tridente”, “Vesícula biliar rotatoria”, “Orejita colgante”, “El ojo onírico”, “Plumaje pectoral”, “Espuela del calcáneo”, “La vulva dentada”, “El monte de Raquis”. Toda esa suma entra y sale de las vísceras, traduce el cuerpo y lo somete a los cambios que la historia, la fábula, la inventiva, pues, trastocan y nos trasnochan.

Después, las calles, todas las recorridas y las puestas a prueba de las que no han sido creadas, esas que él, el autor, ha sido capaz de crear para nosotros: calle da la vida, de la infancia, de las huellas adivinadas, de la esperas, calle camaleón, del orgullo humano, de circo, Planeta calle… etc. Y al alcance la mirada: tijeras para cortar manos, para cortar el hilo constitucional, fila de zancudos, filos de envidia, para cortar las verdades, y así otras. Y cierra con las pipas de las bocas y labios de muchos personajes leídos, no leídos, conocidos y no conocidos, recreados.

En resumidas cuentas y cuentos, este es un libro para vacilárselo, para disfrutarlo y aprender, porque de la imaginación, de la invención, de la magia se aprende mucho. Se aprende a ser, a estar, a soñar, a bailar en una sola pata y hasta a toser sin provocar el miedo ajeno.

 

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En estos duros tiempos de éxodos y exilios, las maletas son un lujo, pero en su interior está la muestra más fehaciente de que si están vacías es posible llenarlas con todos los imposibles. De manera que el viaje sea más placentero bajo la mirada de todos los personajes/objetos/órganos biológicos y oníricos que después cabrán en ellas.

Alberto Hernández
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