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Sólo poesía

miércoles 16 de septiembre de 2020
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Sólo poesía, por Rolando Gabrielli
Somos el teatro de una historia aterradora.

Un virus
recorre el mundo
y no es un fantasma.
Pueblos del mundo,
uníos.

Sólo un grito mudo, soledad, vocales con su propio abecedario, atmósfera que se aferra a una realidad desconocida, incierta: la distopía en curso y nuevos paradigmas agitan sus banderas a los lejos.

La poesía agita sus alas muertas, una pobre ave que renace una y otra vez de las cenizas. No me digas que te asombra la palabra utopía. Sólo son palabras, el viento es mi traductor. Fantasmas son los acontecimientos y vagan los nuevos tiempos. Seremos memoria o sólo palabras, que coros del futuro transformarán en sus nuevos himnos.

Vamos viendo esta nueva realidad y estos escritos en un tiempo y época que nadie ha programado y conforman una cadena de eslabones soldados al verbo.

Las palabras crisis, trance, incertidumbre, cambio, tribulación, avatar, vicisitud, metamorfosis, todas parecieran ser insuficientes para llamar por su nombre estos tiempos que no terminan de explicarse.

Su hilo conductor es el pulso de los días. Esta, una poesía que se busca a sí misma en lo cotidiano y en el espíritu de las cosas que nos animan.

Hay ausencia casi de todo y presencia de lo invisible. Los poemas pertenecen a esta época enferma. Nadie les pidió o exigió una mayor lucidez, que una austera descripción, incursión en las palabras. Ni yo mismo, para ser precisos.

Me identifico con un tiempo que supera todas mis ficciones infantiles y juveniles, vividas o imaginadas.

La vida nos rifa nuestra propia vida.

¿Qué hay detrás de todo este escenario de horror?, se pregunta cada día el hombre común y corriente.

A pesar de los avances tecnológicos, somos unos desconocidos de nosotros mismos y nos llenamos cada vez más de preguntas sin respuestas.

Buscamos aquí y más allá, respiramos y repetimos la voz oculta del silencio que nos acompaña. No aspiramos a llegar a ninguna conclusión, al parecer.

Sólo poesía en una época donde la palabra poética poco inquieta a la sociedad digital, a nativos de una generación más cerca del clic que de la palabra.

 

La noche del 2020

La noche del 2020
se ocultó
en la oscuridad.
Fue algo inquietante,
por decir lo menos,
aunque no vimos nada
que pudiera demostrarlo.

 

Nube errante

Nube errante
somos
al pasar,
cielo arriba,
ascendiendo vamos,
pájaros en bandadas,
ángeles no vemos
y todo el horizonte
ante nosotros.
¿Qué podrían decir
las palabras?

 

Sólo el silencio

Sólo el silencio
conoce mi monólogo
y lo repite de memoria.
Estás sola como yo
en casa del silencio,
y su obra maestra
somos nosotros,
convertidos en señal
a la distancia.
El más mínimo gesto o pausa
es una luz asombrosa.
Las palabras son a veces
la voz interior,
que el silencio repite
como si quisiera hablarnos.

 

La puerta abierta

Todos tenemos una mujer imaginaria,
alguien que existe y no está,
estuvo, está por venir y se fue.
La luna es lo real en estos tiempos,
la poesía no debiera confundirse,
lo natural ha pasado a ser sobrenatural,
el mundo es nuestro mayor desconocido,
la mujer, un enigma que no deja de ser real,
pero enigma al fin y al cabo
en toda la extensión del cuerpo y la palabra
Si hablamos de amor, el enigma se agranda,
puede llegar a reducirse a nada,
simplemente desaparecer una madrugada,
si dejamos la puerta abierta.

 

Quedando solo

Y se fue quedando solo,
juntando las piedras
de un camino inexistente,
por andar si tuviera un destino.
Viajar en la luz de las palabras,
en sus sílabas y sonidos,
cabalgar con sus sombras
ligeras, anónimas,
fue más que un oficio,
la existencia, un compromiso.

 

Eres la única mujer

Eres la única mujer del pueblo
que se pasea con un poema
escrito para ti,
mientras dibujo de memoria
tu retrato y unos ojos
que no me quitan la vista
y sólo pienso
en que pudieran estar
viéndome ahora,
y yo, viéndolos.

 

Así la realidad

Hay que estar loco para estar loco
y aun así la realidad no improvisa
sus aciertos y desaciertos,
que en nosotros
se asemejan a sí mismos,
sin dejar de ser lo que son.
No juegas con las palabras ni improvisas
con cada acto, y si bien las máscaras
son un viejo recurso ancestral,
trucos que en ocasiones ocultan
rostros verdaderos como si lo fueran,
llegan a ser su propia representación.
Somos el teatro de una historia aterradora,
que a la luz de un día cualquiera asomó
en un mundo que ya nos parece real.

 

Qué siglo

Qué siglo nos ha tocado vivir
o mal morir a estas alturas,
en una esquina se anuncia,
clama a los cielos, se espera,
y lo inesperado podría estar
por llegar y no sabemos
si todo comienzo tiene
necesariamente un fin.

 

Tiempos difíciles

No fue fácil, no ha sido fácil,
algún día cantaremos en las mañanas,
días circulares, perturbadores,
el sol tiende la mano y la locura
trabaja en sus horas extras.
Me gusta repetirme al oído para despertarme
que esto es una pesadilla y pasará,
tiempo agrio, mal momento.
Nos debemos una explicación a nosotros mismos,
al reflexionar en soledad estos días,
mirarnos una y otra vez las manos vacías,
nos preguntamos una vez más
de qué nos sirvió tener tantos pares de zapatos
para andar sólo con dos pies,
calcetines, corbatas para un solo cuello,
guantes para no infectarnos,
si dejábamos pasar las palabras,
nos veíamos al espejo y a nadie más
que nosotros mismos distantes,
alejados de la naturaleza y las cosas simples,
que nadie debiera olvidar jamás.
No me pidas que te repita el sueño,
los he tenido mejores y volveremos a ver
la luz infinita a la salida del túnel,
es una promesa, una nueva oportunidad.

 

Distraído estoy

Distraído estoy en mi nido
viendo las nubes pasar.
No hay silencio más profundo
que comenzar a volar.

 

No se reciben visitas

No se reciben visitas,
ni vendedores,
ni predicadores,
parientes,
ni amigos,
la casa es un lugar sagrado,
un templo.
Al traspasar el umbral,
no olvides,
hazlo descalzo,
los tiempos cambian,
no olvides.

 

Sé valiente

Sé valiente,
le dice el padre,
afuera hay
un largo camino,
una montaña
por escalar,
un mar
para navegar,
millones de personas.
Recuerda,
buscan un mismo puente
para cruzar.

 

La casa habita en ti

La casa habita en ti,
asombrosamente vacía,
canta sílabas oscuras de noche
y el sol baila sus naves
al mediodía.
Los jardines sin ninguna simetría
son su mejor secreto.
La casa es silenciosa,
no habla de sí misma
una lluvia intensa
lava sus memorias,
historias de árboles
con profundas raíces,
muros blancos silenciosos.
La casa escucha voces de niños
jugando en el parque vecino.
No hay nada que las paredes
no hayan visto y oído.
Los días tienen sus vacas flacas,
secuencias, formas inevitables
de ser en la nada,
se han repetido mellizos,
el sueño ha vuelto a la noche,
un enemigo invisible
llama a ocupar las trincheras.

 

La última vuelta

Esta es la última vuelta de nuestra generación,
por favor concéntrate, no estamos para una montaña rusa,
el tiempo vuela alrededor del jardín como una mariposa,
el tibio sol de la mañana ya es una gracia sentirlo en la piel,
el silencio hoy sí apaga el ruido de la ciudad,
alguien describirá estos días con la asombrosa exactitud
de algo completamente desconocido y fantástico.
Nos tocó estar solos más de una vez en la noche,
cuando éramos niños y sólo respirábamos en la oscuridad
antes de dormir y dejar los fantasmas fuera de los sueños.
Así se presentan estos días como si nunca se hubiesen visto
en el calendario y en ninguna otra época,
bastardos diría un titular de buena gana,
por darle un nombre al factor sorpresa
y a la nueva realidad en pleno estreno,
tendencia como le llaman en la actualidad
a algún pegajoso mensaje.
No deben confundirnos el silencio de las sirenas,
ni las nuevas sombras de la noche
o el entierro discreto de los muertos en la soledad
de sus últimas horas abandonados en la tierra terrenal.
Otros viajan al espacio en búsqueda de nuevos planetas
donde habitar y llevar sus intrascendentes, ociosas vidas,
buscan quizás deslumbrantes paisajes,
donde repetir sus errores y tropezar con la misma piedra.

 

El muro es mi límite

El muro es mi límite y contención,
la ciudad está fuera de la casa sitiada,
nadie, ni yo mismo atravieso el espacio
que el muro traza y señala
como un cerco preventivo.
No es la Edad Media ni un castillo
de fosos y puente levadizo,
es una peste moderna invisible
la que recoge el mundo en un puño
y lo devora misteriosamente
en una parálisis sin precedentes.
No hay, aparentemente, callejuelas visibles
angostas, infectadas, putrefactas,
pero la muerte siempre hiede mal
en cualquier tiempo, época y lugar.
Los cementerios acumulan cuerpos inertes
en ataúdes simples de cartón y madera barata,
los recursos para la muerte parecen limitados,
son efímeros, no eternos.
Y esto ocurre en grandes capitales y ciudades modestas,
no sé qué sucederá mañana ni en unas horas,
lo incierto es costumbre cada día,
registramos el aire y puede estar contaminado,
ni los números permanecen fijos.
Todo es tan distinto y formamos parte
de una nueva normalidad como si la ficción
se hubiese apoderado de la normalidad anterior
y nos escribiera un libreto diferente cada día.
Oh, realidad, me asombras sólo de nombrarte,
no veo rostros sino mascarillas,
hasta los espejos no saben qué reflejar.

 

Los pájaros pían

Los pájaros
pían, pían.
¿A quién pían
estas aves?,
me pregunto.
La ciudad está vacía,
no vuela nadie
sobre el cielo.
Sólo el silencio
responde
al silencio.
El sol saldrá
de este vacío.
Los días volverán
a encontrar su rutina.
Una pesadilla
nunca podrá arrebatarnos
los sueños.

 

Cómo se nos reveló el futuro

Así fue como se nos reveló el futuro,
un mundo en presente,
al alcance de la mano sólo con dar un salto,
en la cornisa las palomas por volar,
nosotros en tierra, pequeños pasos por un parque,
distanciados unos de otros sin tocarnos las alas.
Éramos tan jóvenes y no nos habíamos
dado cuenta, después sabríamos que el tiempo pasa,
a todos en verdad creo nos sucede,
no es más que una convención
y, si lo descubres cuanto antes,
quizás sea mejor o una cruda realidad,
imposible de no reconocer con el tiempo.
Es un calendario y toca recorrerlo hoja por hoja,
de lunes a domingo y de enero a diciembre
con sus 365 días de felicidad y espanto,
es otra convención y la vamos aprendiendo.
El día avanza, la ciudad en su prisa ya no piensa,
vuelve a un paréntesis en un mismo tiempo,
pero a otra velocidad, uno también marca un ritmo
más espacioso con algunos paréntesis.
¿Por qué todo sigue siendo tan vertiginoso,
si es un mismo tiempo, sólo una convención?
El tiempo no perdona, una frase coloquial,
y no es una convención, sino una gran verdad.

 

Tiro al blanco

Siento que alguien
me apunta con su ballesta,
veo el ojo sin pestañear,
el aire, el aire, me digo,
puede traer la silenciosa flecha.
Soy un tiro al blanco
de este mortal virus.

 

El falso 2020

El falso 2020 me mira un domingo
sin pena ni gloria,
desde una mesa atiborrada
de artículos desinfectantes,
algunas medicinas de uso corriente,
a la espera de una mañana incierta
y de otros días más en curso.
No vendrán visitantes
y menos comensales
a los tradicionales tallarines al pesto.
La mesa redonda permanecerá
en el estricto orden de estos objetos,
que representan un tiempo
y sus sucesivos días,
acorralados por un audaz microbio,
perteneciente a una infecciosa
y contagiosa familia
de generales desconocidas.

 

En la nueva normalidad

Tú y yo
en la nueva normalidad,
no lo imaginé ni en el más perfecto
de los escenarios,
viendo pasar la vida detrás de un cristal,
en la magnífica soledad de las calles,
la ciudad que bufaba bajo un sol radiante
o una lluvia diluviana,
ahora en la majestad del silencio,
el principio quizás de las cosas
en su nuevo orden.
Tú me preguntas qué es la nueva normalidad
y no puedo dejar de pensar,
tú y yo frente a frente,
con guardadas distancias en un café,
sin más aroma que un tiempo nuevo,
difícil de explicar, como suele ocurrir
con las cosas que no se planean.

 

El poeta

El poeta vive
en cuarentena,
solo,
con la palabra,
respira,
cada día
la atmósfera
del poema.
La poesía es vida.

 

De lo invisible

¿Lo has visto?,
no,
pero es visible
el miedo
a lo invisible,
desconocido.
Tiene presencia
en lo que no se ve.
¿Habrase visto que suceda
semejante cosa
en estos tiempos?

 

Canción del malestar

Qué indiferentes
son los indiferentes,
miran para algún lugar,
nada les conmueve.
El mundo nos necesita
a todos por igual.
El hombre y la naturaleza
son un mismo paisaje
en un mismo lugar.
Nada sobra, todo es esencial,
la vida es un río
que debe continuar.
Qué indiferentes
son los indiferentes,
miran para algún lugar,
nada les conmueve.
El mundo nos necesita
a todos por igual.
Nada sobra, todo es esencial,
la vida es un río
que debe continuar.

 

La soledad del virus

Cuando todos los hombres decidieron
no salir de sus casas,
los automóviles abandonaron
las calles y carreteras
Los negocios bajaron sus cortinas
Las cajas registradoras dejaron de sonar
Las iglesias se quedaron sin fieles
El silencio se apoderó de la ciudad
y sólo los celulares resplandecieron
en los sombríos días del coronavirus
La tierra volvió a respirar, es cierto,
Los peces bajaron por los ríos hacia el mar
Los ciervos cruzaron los semáforos
Las aves descendieron de los cielos
Nadie clavó un clavo en Semana Santa
La ciudad parecía una mariposa
en un insectario
Una postal del espanto
El miedo recorría el mundo
Los hospitales no daban abasto,
El virus diezmaba el planeta
Los muertos entraban y salían
de las morgues
Nadie estaba para despedirlos
La vida se había convertido
en un azar,
acechada por lo invisible
Todo era tan real y virtual
Sólo cuando la muerte
se sintió sola,
el virus desapareció.

Rolando Gabrielli
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