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Carta de las 1.000 y una palabras

sábado 16 de enero de 2021
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Carta de las 1.000 y una palabras, por Rolando Gabrielli
Correos de Chile invitó a los chilenos a escribir una carta para decir cómo uno cree que será el mundo y Chile en 2031.

Ha llegado carta…

Correos de Chile, donde algunos envíos de mis libros no han llegado a su destinatario, ha tomado una novedosa, creativa, diría interesante iniciativa en el marco de su décimo Congreso Futuro, donde nos invitan a los chilenos a escribir una carta para decir cómo uno cree que será el mundo y Chile en 2031. Estamos a una década, un tiempo muy breve para predicciones; George Orwell comenzó a imaginarse este mundo actual distópico en 1947 con su libro 1984. Las cartas van a ser digitalizadas —“para construir una carta de navegación con miedos, sueños y anhelos”— y devueltas a sus remitentes a principios de la próxima década. La palabra miedo, que encabeza la propuesta, es de un realismo terrorífico; así han vivido no sólo los chilenos por décadas, sino una parte importante del mundo. Hubiese preferido que se preguntara cómo los chilenos queremos que arranque la actual parte de nuestra historia para construir un país con bienestar social, equidad, justicia, oportunidades, solidaridad, respeto de los derechos humanos.

La iniciativa es del médico, senador por el Partido por la Democracia, Guido Girardi, presidente de la Comisión Desafíos del Futuro, y José Luis Rodríguez, gerente general de Correos de Chile, quienes presentaron la “nueva aventura prospectiva”.

 

Que nadie quede por fuera de la Constitución y se respete a los pueblos originarios y se habilite su participación.

Hacia una Constitución democrática, incluyente

Cuenta la historia que la reina persa Atossa, en 500 AC, inauguró el género epistolar. Dicen que era magnífica interpretando los sueños y desposando reyes.

Los chilenos están intentando hacerse oír con fuerza, escribir una nueva página de la historia de Chile desde el 18 de octubre de 2019 —para no ir más lejos—, y no sabemos si el carromato en que se ha montado el pueblo chileno llegará a puerto seguro con sus propuestas, iniciativas, deseos, proyectos, exigencias y una Constitución Política realmente democrática. ¿El lobo tenderá una trampa a Caperucita en el espeso bosque de la transición?

Resulta muy valioso que al X Congreso Futuro, que empieza el 18 de enero, participen más de ochenta expositores —filósofos, científicos, académicos, intelectuales— de los más importantes del planeta, que podrán iluminar con sus ideas no sólo a los chilenos, sino al mundo. Me parece que esta es la parte más trascendente de la iniciativa, analizar el presente, reexaminar las causas del fracaso del actual modelo, plantear la necesidad de construir una sociedad más comunitaria, participativa, inclusiva, solidaria, con un Estado responsable por la salud, la educación, la vivienda y la cultura, y que proteja los recursos naturales como la minería, la pesca, el agua y el medio ambiente en su conjunto. Que nadie quede por fuera de la Constitución y se respete a los pueblos originarios y se habilite su participación. Ahí está el bienestar, la felicidad, el legado que los actuales gobernantes, empresarios, políticos puedan ir proyectando para la niñez, jóvenes, futuras generaciones.

 

El presente es nuestro futuro

Me parece irrelevante devolver las cartas a sus autores: “A inicios del 2031, todas las cartas recibidas serán devueltas al remitente para que quienes estén vivos analicen su capacidad de predicción y los familiares de quienes ya no estén sepan qué esperaban o cómo veían el futuro sus seres queridos ausentes”. El presente ni el futuro son un juego de azar, acertijos, puzles y menos de frustraciones anunciadas. Chile espera más responsabilidad de sus autoridades, partidos políticos, empresarios, un mayor compromiso con el país y sus urgentes rectificaciones.

En esta época han surgido todos los gurúes posibles y el futuro ha quedado reducido a un maní, los llamados influencers arrastran al gran rebaño del siglo XXI, toda suerte de conspiraciones, ficciones que son realidad, realidades que son ficciones sobre la mesa digital —yo necesito con un urgencia un like—: Instagram, recíbeme, oh, Señor. Ante tanta imagen, el verdadero Arte ha pasado a ser una mosca en el té. Las redes que lanzó Pedro alguna vez en Galilea en búsqueda de peces carecen de la magia del milagro, al lado de las actuales redes, plataformas, porque toda suerte de tecnologías están puestas al servicio de algún deseo.

 

Una sociedad más sólida

Necesitamos una sociedad más sólida, con cimientos verdaderos, construcción sobre roca. Sin embargo, el filósofo polaco Zygmunt Bauman ya nos advirtió hace años que vivimos una modernidad líquida. Todo se ha esfumado, nos siguen advirtiendo sus textos; hasta las más grandes empresas son de papel, la bolsa sólo se aterroriza con sus propias pesadillas y ha surgido, en su opinión, un mundo frágil, precario. Ser flexibles reclaman algunos gobiernos y expertos, alejarse de la vieja solidez del pasado, siempre somos otro, como el mítico río de Heráclito. Fluir, creo, es una cosa, pero viajar en un cohete dentro de la tierra es muy diferente. El planeta digital ya había cambiado la concepción del tiempo, perdido su aroma, y el virus terminó por acelerar y descomponer el reloj interior del ser humano.

Ahora podemos decir: hay cosas nuevas bajo el sol y el agua corre rauda bajo los puentes de la nueva realidad. ¿El futuro es incierto, desconocido? Bauman, el sociólogo y filósofo polaco, analizó el mundo entre 1950 y 2017, y en ese lapso sólo con los títulos de sus libros nos fue describiendo la nueva época que se avecinaba. Modernidad líquida (1999), Amor líquido (2003), Vida líquida (2005) y Tiempos líquidos: vivir una época de incertidumbre (2007). Describe con singular destreza, el profesor Bauman, nuestra sociedad actual, la falta de compromiso, los temores, miedos a establecer un vínculo entre las personas, que ven en ello la pérdida de la libertad. “La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales”. Con esta filosofía es difícil levantar comunidades fuertes, el individualismo termina construyendo su propio apartheid, los viejos y odiosos guetos de la egolatría supremacista.

 

Querido Chile, sólo tu gente puede prometerte y hacer cumplir un futuro esplendor y el cambio es hoy para abrir los caminos a la participación.

El poeta sentó a la belleza en sus piernas

Concentrémonos mejor en el presente y que esta carta abierta no espere que un náufrago la lance al mar y la recojan otras generaciones cincuenta años después.

Habitemos el presente con dignidad, ya hemos habitado la incertidumbre por muchas décadas, respiremos nuevos aires, asumamos este Chile que nace en las fronteras de un desierto deslumbrante, rico en minerales, mar, cielo y tradiciones prehispánicas, el Chile central con su mayor desarrollo económico, producción agrícola admirable, y el sur de Chile, que es tan infinito, ancestral, de fundacional libertad y araucanía, que termina por convertir al país en una loca geografía que pone fin y principio a un mundo donde el poeta sentó la belleza en sus piernas.

 

Carta a los chilenos de este siglo

Querido Chile, sólo tu gente puede prometerte y hacer cumplir un futuro esplendor y el cambio es hoy para abrir los caminos a la participación, inclusión, equidad, a las oportunidades con justicia social, solidaridad y una distribución de la riqueza sana. Reencuéntrate, Chilito, en los principios y pilares de una sociedad renovada realmente en el fin de la discriminación económica, la exclusión social, el irrespeto a los derechos humanos, y apuesta realmente por un futuro para todos los chilenos. Entierra, querido amigo, de norte a sur, tu pasado y presente autoritario, las arbitrariedades que sólo traen violencia y dolor en las personas más vulnerables y postergadas. Comienza ya a cambiar, no le temas a lo público ni a lo privado, exige excelencia, honestidad, calidad de vida. El bienestar y la felicidad es un derecho que tienen los pueblos. Tú, que has vivido crisis recurrentes, profundas, dolorosas, costosas, inadmisibles, debes aprender la lección de que sólo una comunidad organizada, que respete y apoye a cada uno de sus ciudadanos con leyes sociales justas, inversiones equilibradas, privilegie la salud, educación, la cultura, la defensa y mejor uso posible de sus recursos naturales, y que no deje a nadie postergado en la cola del país, sabes que sólo así una nación alcanza el desarrollo, cultiva la paz y produce bienestar.

No más palabras, Chilito, al trabajo, hay mucho que hacer, el futuro es hoy, es cada día de nuestros días. Que la mujer, liberada de tantas ataduras y discriminaciones, sea la estrella de nuestra nación.

Con mi amor eterno, a mi tierra.

 


 

Una explicación necesaria: La primera parte de estas dos cartas es mi respuesta a los organizadores del Congreso Futuro y un mensaje al pueblo chileno y del mundo. La segunda carta es mi opinión con relación a la petición que le hacen a los chilenos los organizadores miembros de la Comisión de los Desafíos del Futuro.

Una carta, una carta,
Mensajero, son palabras.
Soplan nuevos tiempos
Y que éstas,
no se las lleve el viento.

(Rolando Gabrielli)

Rolando Gabrielli
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