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Somos pasajeros, no pilotos

sábado 15 de enero de 2022
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Somos pasajeros, no pilotos, por Rolando Gabrielli
Una especie desorientada filmando su propia extinción. Fotografía: Anna Shvets • Pexels
Este idiota que es el hombre a veces escribe un buen poema.
Umberto Eco

Las situaciones límite ponen a prueba la condición humana en toda su dimensión, inclusive en aquella desconocida que termina por reivindicarlo frente a la especie, cuando asoma en él su magnífica actitud y expresión solidaria. Estos dos años han mostrado las dos y múltiples caras de una situación extrema y del propio hombre que ha sobrevivido o culminado de manera súbita sus pasos en el mundo terrenal.

Hemos visto abrir tumbas, sembrar miles de cadáveres en extensas tierras anónimas, salir de la morgue a los muertos a sentarse en las veredas de ciudades colapsadas, encontrar cuerpos de ancianos bajo el olvido en decenas de albergues, millones esperando la muerte en una unidad de cuidados intensivos atravesar el silencio como símbolo de la derrota de estos tiempos distópicos. Una especie desorientada filmando su propia extinción, la realidad superando a la ficción, donde extras y protagonistas no llegan a un final feliz.

La pandemia lo ha sido, es, una situación inusual; no estábamos preparados para enfrentarla y se han tenido que crear sobre la marcha medidas de urgencia, emergencia, para enfrentarla de la mejor manera posible, y los resultados están a la vista, aunque el virus sigue su curso y no se tiene una respuesta definitiva sobre cuándo se le eliminará o si será posible hacerlo.

En el trasfondo de este escenario difícil de encasillar está el comportamiento humano, que es lo que hace la diferencia después de todo y nos permite enfrentar, salir adelante en cualquier situación que nos comprometa individual o colectivamente. ¿Una película de capítulos indefinidos que se repiten? Algunos buscan el autor. La realidad nos hace, deja muchas preguntas por resolver. ¿Cada época con su propia música?

Sin ir más lejos de lo que estamos viendo, el comportamiento de los Estados, las empresas, las personas ante este panorama que ha tenido un comienzo y no pareciera tener fin, siempre estarán el hombre y su actitud, solidaridad, conciencia social, compromiso, fortaleza espiritual, conocimiento, ética. Pueden haber muchas explicaciones, situaciones, razones, justificaciones para aceptar cualquier comportamiento, pero el hombre no puede soslayar su condición humana. No debiera disponer del Otro en un insectario o disecarlo en un museo para la posteridad.

El olvido, el egoísmo, la desidia, el no me importa, la soberbia, la falta de solidaridad, negligencia, improvisación, corrupción, desinformación, el no escuchar, la mentira, todo tipo de abuso que no privilegie el bien común, hacen ingobernable una situación límite cuyas consecuencias son impredecibles.

 

Sólo dos poemas esta vez

Mejor no les digo

Mejor no les digo
cómo va el mundo.
Eso es pura prosa.

 

A nadie cuentes

A nadie cuentes
tus secretos,
es un privilegio
del silencio
estar solo.

Rolando Gabrielli
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