
El vicio de cantar es el cantar
El vicio de cantar es el cantar,
todo queda, nada se va al pasar,
ha vuelto al ruedo el juglar
con su verónica singular,
va caminando en su caminar,
la voz sigue la huella de sus pasos,
deja una estela su atmósfera musical.
Hay más que palabras en su memoria,
el pasado que devuelve sus sombras
a un mismo lugar y la luz sigue iluminando
el futuro adonde todo vuelve a empezar,
tal vez con otra voz y pasos al pasar.
Ese que fue, que fui, que fuimos,
ese que ahí va sin ir ni venir, ni pasar,
sólo ser en el ser de la palabra.Rolando Gabrielli
Joan Manuel Serrat, uno de los grandes iconos, trovadores, poetas de mi generación, cuyas canciones entonamos en la soledad y alegría, inició su gira de despedida por el continente americano. Pone fin a su paso por los escenarios.
Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar / hacer caminos al andar / caminos sobre la mar.
Sus letras calaron hondo en nuestra juventud y generación y más allá, porque Serrat no acaba en Serrat. Eso suele suceder con los artistas que marcan y trazan profundas huellas, porque es lo que hace un caminante.
Serrat nos deja su alma en cada una de las letras que canta, su coraje de cantautor comprometido, la pasión de su tiempo en los escenarios, compromiso con nuestra América y al Serrat de siempre que se viene despidiendo en alguno de los puertos de Latinoamérica.
Su voz ya se siente, viene bajando de México y llegará al sur, para terminar en el Mediterráneo, su Cataluña natal, que nos hace recordar con uno de sus himnos emblemáticos: Mediterráneo. Nos dice que en sus playas sigue jugando su niñez, su primer amor duerme tras las cañas, y se pregunta: “¿Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo?”. Insiste y reafirma su condición, “nací en el Mediterráneo”.
¿Quién de nuestra generación no recuerda a Penélope? Sí, la del bolso de piel marrón… ¿O la carta de amor a Lucía que se lleva el viento pintada en su voz? La carta no va a ninguna parte, a ningún buzón, el viento, digo, cuenta con sus propios caminos y altares. A mí, personalmente, Serrat me convence cuando dice que “no hay nada más bello que lo que nunca he tenido”. Hay dos versos de la Mistral que siempre conservo en mi memoria: “Amo las cosas que nunca tuve / con otras que ya no tengo”. “Nada más amado que lo que perdí”, retoma Serrat el curso de lo bellamente imposible. Y concluye: “Y tu sombra aún se acuesta en mi cama con la oscuridad / entre mi almohada y la soledad”.
En fin, hay otras canciones también representativas, que subieron a tantos escenarios y aún permanecen ahí para que las futuras generaciones las sigan escuchando.
Del epilogar
Hoy, en el Mall Multiplaza, pudo ser cualquier día, me detuve a escuchar el piano de Regina. Le pregunté si conocía una de Serrat. Yo venía pensando en “Cantares”, cuya letra da inicio a estas palabras en homenaje a Serrat. Y así fue, Regina le puso música a este homenaje.
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