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Tadao Ando, la eternidad en un oasis

martes 30 de mayo de 2023
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MPavilion 10, de Tadao Ando
Parte del diseño del arquitecto japonés Tadao Ando para el festival MPavilion 10, que se inaugurará el 16 de noviembre de 2023.

La arquitectura utiliza diversas y cada vez más innovadoras tecnologías. Es parte de su genética constructiva. Los desafíos son cada vez más complejos y la disciplina sabe que la comunidad y el individuo reclaman espacios con identidad, pragmáticos, sugerentes, seguros y, sobre todo, sustentables.

Su resiliencia indudable le permite adaptarse a los retos de cada época, que en la nuestra ha incluido una pandemia global, transformadora de la manera de pensar y hacer arquitectura, habitar especialmente los espacios.

Detrás ha estado el uso de nuevas, disruptivas tecnologías, la incorporación de novedosos, atractivos y duraderos materiales que terminan convirtiendo en realidad tangible los espacios.

 

A la arquitectura la sostiene el tiempo

La arquitectura la vemos hoy en estado presente, ante nuestros ojos, pero existe otra, del pasado, y a veces se confunde, con la velocidad de los acontecimientos, el presente en plena construcción con el futuro. Algo así como la ficción y la realidad, una combinación de efectos especiales, aunque la arquitectura tiene principios, bases muy precisas dentro de los grandes cambios que ocurren en cada época.

Este arte, que combina la ciencia y la tecnología, requiere de tiempo, ocio, ese aroma que nos hace pensar en una suerte de nirvana geométrica.

Diría que a la arquitectura la sostienen tanto el presente como el pasado, y el futuro continúa ejerciendo ese hechizo que sólo un diseño con imaginación nos puede brindar. La arquitectura milenaria que aún permanece en nuestro presente contra viento y marea, cataclismos inclusive, nos demuestra que este arte, que combina la ciencia y la tecnología, requiere de tiempo, ocio, ese aroma que nos hace pensar en una suerte de nirvana geométrica, matemática, donde los espacios parecieran no existir o multiplicarse en el ejercicio de la atemporalidad.

Las obras, edificaciones, diseños, son tangibles ante la historia y la memoria que los recorre cuando el pasado se hace y transforma en un presente inconmovible. La arquitectura no siempre está de más en el paisaje, forma parte de él, lo transforma, recrea y asimila a escala humana con la certeza de crear un espacio único, confortable, sostenible donde la belleza le otorga un plus al lugar. Podríamos decir que el espacio descubre, se involucra, transforma —desde luego— el lugar, y si bien se lo apropia, lo comparte al mismo tiempo con la naturaleza y quienes lo habitan.

 

¿El bien y el mal proclaman nuevos tiempos?

Mucho se habla de las nuevas tecnologías, que avanzan a pasos agigantados, poniendo en ascuas hasta a los propios autores, gobiernos, sociedades, a quienes siguen el Internet de las cosas y de todo cuanto se agita como en una molienda de café en la red. Para algunos, se ha lanzado una suerte de búmeran que comienza a recogerse desde el mismo lugar donde se lanzó. Otros creen que nadie detendrá a la inteligencia pensadora de las máquinas. Los más conservadores o realistas hablan de protocolos, reglas, e inclusive algunos creadores se han transformado en mensajeros de esta postura y hacen recomendaciones a los gobiernos. ¿Viajan el bien y el mal proclamando nuevos tiempos?

La inteligencia artificial toma palco y seguramente sigue maquinando, pensando cómo volverá al nuevo escenario protocolar y cuáles serán sus nuevos pasos y herramientas que ha estado perfeccionando a la luz de su propio entendimiento. Un artista, narrador, poeta avezado o más bien inmerso en su mundo creativo, diría que estamos en el work in progress de esta herramienta de herramientas.

(En un necesario paréntesis, me gustaría saber qué están pensando, qué habrán dicho en sus talleres, estudios, los premios Pritzker de arquitectura o los no tan afortunados diseñadores y arquitectos del orbe).

 

El delfín innovador: to be continued

Es un hecho que la IA tiene recursos propios, ha demostrado algunos, y lo hemos dicho: hay un duende oculto que juega con la caja de Pandora. En este singular universo en que se mueven los algoritmos, estamos todos a la expectativa del desenvolvimiento de esta trama, una urdimbre que sabemos cómo ha comenzado, pero no cómo terminará. El duende pareciera disfrutar de la conmoción que ha creado en millones de personas, de los alucinantes comentarios que circulan por las redes sociales, los medios de comunicación y los corrillos internacionales. Ya la ficción se había instalado en algunas tecnologías menores del divertimento humano y en el imaginario de una generación que irrumpe de la mano de lo desconocido.

El delfín innovador de esta nueva tecnología ChatGPT, Sam Altman, recorre Europa, no como el viejo fantasma del viejo Marx, que aún en sus estertores sigue agitándose de vez en cuando, sino en viva presencia, impulsado quizás porque siente que “hemos perdido nuestro sentido colectivo de optimismo sobre el futuro”. Sam, dicho sea de paso, nos recomienda: “Todos debiéramos actuar como si recuperarlo fuera un deber”. Él conoce una manera de conseguirlo y es única: “Usar la tecnología para crear abundancia”. Estas palabras ya tienen algún tiempo, la película sigue en pleno rodaje y nunca fueron tan importantes estas tres palabras: to be continued.

La parte más explosiva, me parece, de las opiniones de este joven y brillante emprendedor, es cuando compara su desafío de instalar la IA con el famoso proyecto Manhattan que llevó a Oppenheimer a construir la bomba atómica. Anuncios como estos los escuchamos desde hace mucho tiempo de boca de estos profetas que no dejan un milímetro de espacio para escapar al apocalipsis o descender en el mejor de los casos a los inefables abismos.

 

Abandonando la poesía cruda que me acompaña cada día, pienso y leo sobre la idea como comenzó el arquitecto japonés Tadao Ando a crear el oasis de jardín de Melbourne.

La eternidad de Tadao Ando en los corazones

Por ello, en un desliz de mi propia realidad, abandonando la poesía cruda que me acompaña cada día, pienso y leo sobre la idea como comenzó el arquitecto japonés Tadao Ando a crear el oasis de jardín de Melbourne, porque ahí, en esa sutileza, está contenida, para mí, la verdadera arquitectura, su expresión, compromiso, certeza de lo que es y para qué sirve el diseño. El autor nos dice: “El diseño comenzó con la idea de crear una sensación de eternidad en el oasis de jardín de Melbourne”.

“Quería crear una experiencia que durara para siempre en los corazones de todos los que la visitaran. Imagino una arquitectura de vacío, que permita que la luz y la brisa entren y le den vida. Un lugar que resuene en el entorno, se convierta en uno con el jardín y florezca con la creatividad infinita”.

No sé por qué, guardando las diferencias, me resuenan estas palabras, más bien la atmósfera de algún pasaje de La tierra baldía, de Eliot, y seguramente de algún otro poeta que juega con la cadencia de las palabras además del contenido.

El oasis australiano de Tadao Ando, lo afirma el propio arquitecto, ha sido pensado para “fomentar los encuentros entre personas, el mundo natural y el diálogo interminable”, un pensamiento, me perdonarán, que va a contracorriente de muchos proyectos que surgen en el mundo y no agregan nada a la ciudad ni al hombre que comparte un pedazo de urbanismo en un universo distópico, en ocasiones, a la medida y semejanza de la deshumanización que vemos a diario.

Hablar de eternidad en estos tiempos ya es revolucionario, innovador, cuando hasta el tiempo es efímero y el mismo presente sabe que no tiene futuro porque el pasado le pisa los talones. Los espacios y vacíos de Tadao Ando parecieran estar llamados a dejar el aroma del jardín en la memoria de los visitantes.

Un oasis es la esperanza del viajero, diría que “un espejismo real”, si se me permite la licencia poética, un sitio para la ilusión, el optimismo, creado para la confianza y la certidumbre. Allí, en los Jardines Queen Victoria, en el centro de Melbourne, Australia, Tadao Ando exhibirá un pabellón, el décimo que se realiza en el marco del famoso festival australiano y que será inaugurado el 23 de noviembre de 2023.

La información sobre esta nueva obra del arquitecto Tadao Ando se basó en la crónica de Christele Harrouk publicada por ArchDaily.

Rolando Gabrielli
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