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Con tres alemanes, agua abajo por el Apure (Mit Drei Deutschen Den Apure Flussabwärts)

lunes 15 de febrero de 2016
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Édgar Colmenares del Valle.
Édgar Colmenares del Valle.

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Tres hombres, tres sombras a la vista de hoy, tres acentos en los oídos de quienes pudieron conversar con ellos, sentados en una curiara, en tiempos distintos, con el sol o la noche ante sus ojos, bajaron por el río Apure y dejaron sus marcas en la orilla, en la tierra, las huellas digitales de sus imágenes en libros y pergaminos que han sido recogidos por quienes han sabido armar la historia del país profundo, del país que poca gente nombra, del país silencioso: el país inventado por novelistas e imagineros de las metrópolis de otros mundos donde pronunciar un río del trópico es trascender al paraíso perdido de Milton.

“Alejandro de Humboldt, Friedrich Gerstäcker y Carl Sachs, tres alemanes que, como parte de su recorrido por Venezuela, fueron a San Fernando y desde ahí, agua abajo por el Apure, llegaron a Guayana y uno de ellos hasta el Delta mismo del Orinoco con rumbo a Trinidad en viaje de retorno a Europa”, nos dice Édgar Colmenares del Valle en su libro Con tres alemanes, agua abajo por el Apure, grueso tomo donde convergen el idioma español y el alemán para gusto de ambas culturas.

Es un trabajo de 355 páginas publicado por la empresa de seguros Makler, en Caracas, 2015, como parte de la celebración de su vigésimo aniversario. Igualmente, como un homenaje a aquellos alemanes que se arriesgaron a viajar por el gran río llanero, pero también a todos los nacidos en el país europeo que vinieron a conocer en todas las épocas y que de alguna manera han contribuido con el crecimiento cultural, económico y social de Venezuela.

 

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Este trabajo de investigación del académico de la lengua nacido en el mencionado estado llanero representó un verdadero reto. Colmenares del Valle se paseó por documentos en los que los alemanes dejaron su impronta.

Humboldt, Gerstäcker y Sachs son tres de los viajeros que, en este caso en diferentes momentos del siglo XIX venezolano, escribieron parte de su historia, de su geografía, de su literatura, de su filosofía, de su folklore y, por supuesto, del sentimiento venezolano de ese entonces.

Desde el tiempo que vivimos nos toca imaginar aquellos viajes. Y afirmo imaginar, antes de entrar de lleno en el libro, porque no deja de tener su carga poética esta instancia que nos regala la historia de aquellos aventureros que también fueron convertidos en prosa para enriquecer nuestra memoria histórica y nuestra literatura de creación. Abundan títulos de descendientes de alemanes en este país de capitostes, caudillos, bandoleros, zancudos, endemias, aguaceros y sequías letales.

Imaginamos a tres hombres blancos atacados por los insectos, inflamados por el calor y la disentería. Los vemos como en una película personal. Los sentimos casi envueltos por la magia de aquella doña Bárbara que sigue siendo símbolo de la sabana. Aquella devoradora de hombres que no es más que el mismo llano misterioso, capaz de borrar los pasos de quienes se arriesgan a desafiarlo. Imaginamos a esos tres teutones balanceándose en una larga canoa conducida por un hombre descalzo parado en la punta de la embarcación con una pértiga para empujar, desde el fondo, la carga sobre el lomo viscoso del río, donde caimanes y caribes esperan la caída de alguno para devorarlo. Imaginamos el cielo abierto, el clima, las lluvias inesperadas, el sudor como un caracol sobre la piel ardida. Pero también imaginamos la cara de asombro de quienes andan buscando un mundo diferente al de donde provienen. Un mundo salvaje por lo natural, salvaje por lo crudo de su paisaje, por lo crucial de su templanza. Un mundo contado por otros, ahora mundo revelado. El mundo que pudieron haber imaginado pero que se les muestra distinto sobre la corriente lenta de un río que los lleva a un más lejos para ellos desconocido.

 

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Édgar Colmenares del Valle se ha acostumbrado a regalarnos sorpresas: también ha escrito poesía y ficción en la que su tierra, la que no deja jamás fuera de su alcance físico y espiritual, aparece convertida en sueños, en imágenes, en personajes y en los nombres que lo persiguen benignamente.

Esta bitácora, la de cada uno de estos viajeros buscadores de tesoros culturales, conforma la investigación de Colmenares del Valle:

Humboldt arribó a Cumaná el 16 de julio de 1799. Había zarpado de La Coruña rumbo a América el 5 de junio en compañía de Aimé Bonpland (…). A Venezuela, Humboldt llegó procedente de Tenerife. En Cumaná y en otros sitios del Oriente venezolano permaneció hasta el 16 de noviembre. Desde ese día hasta el 21 de noviembre, bordea la costa desde Cumaná y llega a La Guaira y, finalmente, a Caracas.

La narración de nuestro autor atrae al lector por la facilidad con que dibuja cada movimiento del personaje. El alemán sale de la capital el 7 de febrero de 1800 y “emprenderá su viaje a San Fernando de Apure”, sitio al que llega el 30 de marzo, y entre ese día y el 9 de mayo viaja por el Apure y el Orinoco hasta el Río Negro”.

En un instante del trabajo, Colmenares cita a Venegas Filardo, quien ha tocado el mismo tema pero ubica a Humboldt en Calabozo, camino al Apure. Venía el alemán del centro del país. Había pasado por los Valles del Tuy, por La Victoria, Turmero, Maracay, Valencia. Estudió el Lago y las aguas termales de Mariara. Estuvo en Guacara. Fue a Las Trincheras, donde también investigó las aguas sulfurosas del lugar y de allí se desplazó hasta Puerto Cabello.

De estas últimas localidades tomó rumbo a los llanos centrales; en Calabozo conoció a Carlos del Pozo y Sucre, quien había realizado estudios de electricidad con instrumentos considerados similares a los que poseían los físicos europeos. Estudió los fenómenos eléctricos producidos por el temblador y se admiró al ver toninas a tanta distancia del mar, las cuales estudió en las aguas del río Apure.

Y como escribiera Venegas Filardo, Humboldt fue un “apasionado de los ríos”. Estudió la geografía y las corrientes que las vigorizan con sus aguas. Casi todos los ríos de América del Sur fueron conocidos por este hombre al lado de Bonpland, con quien “recorrió, en total, unos 10.000 km”, remata Colmenares.

 

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Gerstäcker, nos habla Colmenares, es el otro alemán que incursionó por el río Apure. Este teutón “fue un sempiterno viajero, hizo cinco grandes viajes”. Según Sonia Karsen, cita el autor, “el quinto y último viaje (1867-1868) lo llevó nuevamente a los Estados Unidos, México, Centro América, el Ecuador y Venezuela”.

Por su parte, Andrés Ortega Mendoza, destaca Colmenares, señala que el alemán siguió el mismo destino de Humboldt: “La Guaira, Caracas, valles de Aragua, Villa de Cura, Calabozo, San Fernando de Apure, río Apure, río Orinoco, Ciudad Bolívar, minas del Callao, hasta salir por el delta hacia Trinidad”.

De Sachs, nuestro autor precisa que arribó al país en septiembre de 1876, y “después de una breve permanencia en Caracas, en donde fue atendido por Adolfo Ernst, viajó a Calabozo, por la vía de San Juan de los Morros, y desde este pueblo llanero se dirigió a San Fernando de Apure, adonde llegó navegando por el Portuguesa desde Camaguán (…); en las poblaciones de El Rastro y Guardatinajas se dedicó a realizar estudios sobre el temblador y otras especies ictiológicas de los ríos de estas localidades del llano guariqueño”.

Colmenares del Valle añade que “de su navegación por el Portuguesa, el Apure y el Orinoco, se nutre en gran parte su obra De los Llanos, publicada en Alemania un año después de su muerte, ocurrida el 18 de agosto de 1878 cuando junto a tres compañeros escalaba los nevados del Monte Cevedale y cayó por un precipicio. Tenía 25 años de edad”.

 

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La enjundia de este trabajo me lleva a resumir. En esta investigación, Colmenares incorpora una larga lista de personajes alemanes y de otras nacionalidades que se encargaron de estudiar la geografía, la topografía, el clima y otros accidentes del trópico, desconocidos por los europeos.

Además, anexa imágenes de libros como el de fray Jacinto de Carvajal, Descubriendo el río Apure. Retratos y fotografías de Ambrosio Alfinger, Nicolás Federmann, Philipp von Hutten, Ferdinand Bellermann, Anton Goering, Gottffried Knoche, Wilhem Sievers, Ernst, Codazzi, Päl Rosti, Henri Pittier, entre otros. La portada de la Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela, de José de Oviedo y Baños. La Descripción exacta de la Provincia de Venezuela, de D. Joseph Luis de Cisneros. Paisajes, imágenes varias. El trópico. Igualmente, textos de Sachs sobre su aventura venezolana. Su travesía fluvial por nuestro país. La descripción de lo que veía, lo que sus ojos descubrían y convertían en asombro.

Se trata pues de un libro para adentrarse con calma en la fronda de un país dueño de un río por el que navegaron unos hombres que no han terminado de irse. Un bello tratado que nos lleva hacia una Venezuela poco conocida por muchos nacidos aquí que hoy dicen conocerla. Un libro en el que nos descubrimos. Nos vemos a través de los ojos de estos personajes que hoy son parte de nuestra nacionalidad.

Alberto Hernández
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