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Las malas decisiones, de Jesús Ovallos

lunes 23 de marzo de 2020
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“Las malas decisiones”, de Jesús Ovallos
Las malas decisiones, de Jesús Ovallos (El Taller Blanco Ediciones, 2019).

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“En realidad, hace ya muchos años que no me he encontrado con una pulga, pulga, como no sea mencionada en los libros; pero recientemente, durante una intervención mía en los Cursos de Verano que la Universidad Complutense de Madrid ofrece año con año en San Lorenzo de El Escorial, alguien surgido de pronto del público me interrogó con la mano en alto (sin duda movido por mi condición de aficionado al género de la fábula) sobre cuál era mi animal favorito”.

El texto citado es de Augusto Monterroso, “La pulga en mi oreja”, ensayo publicado en el tomo Literatura y vida (Editorial Santillana/Punto de Lectura, Madrid, 2005), en el que el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2000 desarrolla la febril patología de escribir asomado a los ojos de los humanos, de ciertos bichos, animalillos y relatos cortos del tamaño de una mosca.

Pero, disculpa aparte, este no es el tema que quiero abordar, más allá de que no haya tema y sea temático en esto de andar por las ramas y dejarme caer cerca de las hojas que también han caído.

Digo, el tema, sí, el tema, porque son temas los varios que se juntan en un libro y comienzan a andar y desandar mundo, como los de don Augusto, pulgoso él y mosqueado.

Esto me ha dado pie para sentarme a escribir sobre Las malas decisiones (El Taller Blanco, 2019), de Jesús Ovallos, narrador colombiano nacido en Ocaña en 1990, quien febricita con unos cuentos excelentes por la manera de relatar y por la forma de abordar el idioma con que los escribe. Sin añadiduras molestas. Sin dibujos o trazos innecesarios, Ovallos nos cuenta unas historias que atrapan y nos dejan revisando la memoria de lo que hemos leído. Se trata de cinco cuentos cortos en los que aborda varios temas, que son uno solo porque, en definitiva, todos los temas se tocan y retocan para darnos a entender que contar historias —una historia— es un oficio donde el libre albedrío nos ofrece sus ventajas y a veces nos las quita.

Ovallos cuenta, relata, desinhibido, resuelto, suelto.

 

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Y los títulos juegan con el lector. Procuran la imaginación y lo exponen al riesgo de leer y no salir ileso, toda vez que toda lectura, por muy tierna que sea, nos expone a pensar: que es peligroso, sobre todo para quienes creen que pensar es un delito. Y vaya que sí lo es.

Y así: “Cruzados modernos”, “Cándido can”, “Las malas decisiones”, “Premio Internacional de Poesía de los Infiernos” y “Azadón y pala”.

¿Por qué Monterroso? Por lo del animal favorito. En este caso, el de Ovallos, su animal favorito es el ser humano y sus vidas torcidas. Ese que arrastra tantos vicios, crímenes, temores, “malas decisiones”, etc. Es decir, la “pulga en la oreja” del nacido en Ocaña está centrada en la indolencia, la envidia, la desunión, el engaño, el crimen.

Cada pieza de este volumen encara al lector. Cada relato registra los simulacros y las verdades. Y lo hace mediante un ensamblaje limpio, dialógico un rato, narrativo y a veces con un guiño poético.

Pero lo que atrae es su contención. Es decir, cuenta una historia en pocas líneas, lo que lo ajusta a la minificción, al cuento pleno de universos en el ojo de una pulga. O un poco más grande, en el ojo de un caballo. Por seguir inventando para mantener la atención, en el caso de este texto que escribo. Por las ramas de nuevo.

 

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Voy:

“Cruzados modernos”: relato que traza un tatuaje, que traza la vida y la muerte, que prefigura la eternidad en un cuerpo que se pudre lejos de otros cuerpos que también se pudren. La intención del narrador suscita preguntas que emergen de la violencia y de la creencia en símbolos fatídicos. Los significados, la estética de lo oculto.

“Cándido can”: este juego de palabras, esta cacofonía, persiste en el crecimiento de un perro. El perro como símbolo de la lealtad, de la memoria afectiva. Mientras el ser humano se degrada, la bestia toma la forma de la dignidad. La lealtad llega a los extremos: el perro se come a su dueño, mientras la venganza descifra sus mecanismos.

“Las malas decisiones”: la concreción de la envidia. La metáfora del resentimiento. La muerte, la deslealtad.

“Premio Internacional de Poesía de los Infiernos”: un relato del mundo absurdo que desnuda el engaño, la estafa, la mentira.

“Azadón y pala”: la corrupción, el poder de un capo de la droga, un “zar” que decide quién vive o quién muere. Sobre todo, quién muere. Y sus enterradores, obreros de la muerte. El viejo oficio de quienes tienen en los cadáveres parte de su salario. La costumbre de ver la muerte como un trabajo.

 

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Este libro de Ovallos desquicia al lector. Allí radica su prestigio. Textos que descubren el carácter bilioso de personajes que no se agotan nunca: siempre entran y salen del libro como imágenes reales o ficticias: abruman y confirman, una vez más, que las malas decisiones conducen al precipicio.

Alberto Hernández
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