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No es lo mismo escribir un diario sobre la oscuridad que hacerlo desde la oscuridad. La primera mirada es ficción; la segunda es la realidad más pura y terrible que una región, un país, un ser humano, puede soportar. La oscuridad, desde ella, no es sólo la sombra. Es el clima, es la inseguridad, es la ceguera, es la incertidumbre. Es el “no-país”, el no-Maracaibo, el no-Lago, el no absolutamente negativo. El No, el absoluto cuando 40 grados de calor caen como una lluvia sobre los cuerpos de quienes desde la zona más rica de Venezuela son aplastados por la delincuencia política más atroz que haya soportado este mapa tropical.
El Zulia, su capital, es un infierno. Que le pregunten al periodista, escritor y lavaperros Golcar Rojas, una de las voces más “echás palante” que han descubierto para muchos, vivos o ilusos, lo que acontece en la ciudad donde vivía o sobrevivía con su gata Charlie y los canes que lo acompañaban como contraprestación frente a la soledad que también descubre la falta de luz.
Bien lo afirma la novelista Ana Teresa Torres en el prólogo de Mis días sin luz: diario en la oscuridad, que Golcar Rojas ha puesto en manos de los lectores a través de las redes sociales:
Al terminar de leer el diario me queda una duda: ¿está escrito con palabras o con piedras?, porque lo que experimento de una página a otra es una lapidación. No, definitivamente, no es lectura para almas inocentes.
Ciertamente, aquí las almas arden. Es lectura para almas cojonudas. Para almas que han sabido quemarse en medio de la sombra, atrapadas por el calor y el discurso malandro de un régimen que ha hundido a Venezuela en la desolación más espantosa.
Cuando se escribe desde la oscuridad, se es la oscuridad, la densa oscuridad que apostema. Y desde esa sombra densa que respira el autor, a la luz de una vela o de su espíritu activo, sentimos que esa oscuridad nos habita y nos borra del paisaje nacional. Duro discurso para una dura realidad. Una pedrada en el ojo de una ciudad.
Es un diario sin almanaques visibles. Es un diario desde la oscuridad.
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Desde el 10 de abril hasta el 20 de noviembre de 2018, Golcar Rojas en Venezuela se encargó de hacer un doloroso inventario de lo que pasaba mientras la oscuridad reinaba en la ciudad de Maracaibo. Desde el 12 de mayo lo hace desde Madrid, como un homenaje a los angustiados marabinos que se quedaron cerca del gran lago y siguen sufriendo los avatares de una administración criminal que ha jugado a arruinar y acabar con la riqueza y vidas de esa región del país. Los que han estado al frente de la gobernación de esa entidad no son más que delincuentes que han azotado con rigor a quienes no sólo se enfrentan a ellos sino a toda una ciudadanía que busca las maneras de sobrevivir.
El índice desde la oscuridad nos relata la mirada que escruta en la sombra pero que no deja de saber lo que ocurre en toda la geografía nacional. Desde su chinchorro, acariciado por el pasar de los canes que alimenta, cuida y baña, Golcar Rojas cuenta acerca de las erradas políticas que ha implantado un grupo de forajidos para acabar con la vigencia de un país, convertido en un “no-país”, como lo ha bautizado nuestro autor.
Bien vale pasearse por estas páginas, por esas sombras donde ambulan los fantasmas de la que fue tierra de promisión, de la que sigue siendo tierra del porvenir si se logra salir de la oscuridad en la que la tiene sometida una horda de dementes que se ha robado las ilusiones de los venezolanos.
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