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Toda escritura se somete a la espera. Esperar suscita un ambiente en el que las imágenes se apiñan y dan pie a una anarquía de voces que luego se reacomodan hasta dar pie con el texto que se quería. O con el que uno, el escritor, cree que quería, porque la escritura de ficción o la poesía son reflejos engañosos. Son espejos que muchas veces desfiguran las ganas, el deseo de dejar escrito lo que se quería.
Y no es así: suele pasar que lo que se piensa no queda en el papel o en la pantalla.
Por eso la literatura, esas señas que ambulan por el mundo de los que hacen ficción con las palabras, es tan poco condescendiente. Se enfurruña, porfía. Siempre gana.
En el caso de quien escribe textos cortos, la situación es más delicada. O para algunos, menos, toda vez que la brevedad es también parte de lo que no se dice.
Pasa que el escritor le exprime a la realidad todo el jugo de la ficción, hasta quedar el zumo más dulce, más ácido, más descuidado o más vehemente. Queda algo, el resto de una magia o de una tentación. O de una verdad cuestionable. Algo queda. Y eso es lo que nos dice Ricardo Martínez cuando se aventura a regalarnos estos textos “proteicos”, semillas que se habrán de convertir en bosque, árboles, en la imaginación del lector.
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En este libro, Lo propio del esperar, publicado por Zedar eds. Torreblanca Impresores, en 2020, nuestro autor juega para establecerse como parte de un mundo donde cabe de todo en pocas palabras. Por eso la espera. Y es tan propio hacerlo que aparecen modelos de toda índole: epigramas, juegos donde la ironía se reinventa, el humor, una filosofía donde los aforismos reinan, textos sueltos que ambulan como pájaros, esos en los que el escritor suele “pecar de vanidad”, como el mismo Martínez lo dijo al comienzo de su aventura.
Ricardo Martínez es politemático. Multitemático. Polisémico. Maneja todos los temas y se regodea en hacerlo con alegría, con la alegría de saber que lo que escribe surtirá un efecto en el lector.
Se espera para parir. Se espera para escribir.
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Algunos “microrrelatos” para que los lectores sean parte de ellos:
El meteorito
Dicen las agencias de noticias que el pasado catorce de febrero ha caído, muy fragmentado, un meteorito que ha causado un gran impacto en la tierra.
Muchos corazones, a buen seguro, habrán notado su efecto (y algunos habrán sufrido daño, tal vez irreparables).
(a Borges)
Miró al soslayo… y advirtió su fin.
Empresario consciente
Estamos en tiempos de recortes, así que callo.
Amistad
El libro se encontraba solo.
Y él también.
Y se hicieron amigos.
(Es casi un secreto).
Viaje feliz
Consiguió, por fin, el lugar de sus sueños, y allí conoció esa sencilla felicidad que se desea.
Luego se despertó.
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