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¿Es posible leer La montaña mágica en nuestros días?, de Karl Krispin

lunes 25 de enero de 2021
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“¿Es posible leer ‘La montaña mágica’ en nuestros días?”, de Karl Krispin
Es posible leer La montaña mágica en nuestros días?, de Karl Krispin (Oscar Todtmann Editores, 2020). Disponible en Amazon

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Confirmarse como lector en la vastedad de La montaña mágica, de Thomas Mann, representa una verdadera aventura al encarar a Hans Castorp, Joachim Ziemssen, a los doctores Behrens y Krokoski, al espigado y parlanchín escritor italiano Settembrini, a las tantas mujeres que pernoctan en el Sanatorio Internacional Berghof, y hacerlos parte de este presente cuando la inmediatez fabrica novelas de menos extensión, y hasta muy cortas, donde el Tiempo (personaje que mide la paciencia del lector de Mann) no es el mismo de aquellos personajes y mucho menos el de los lectores de hoy.

Un ligero paseo para hacerse parte de novelas como Guerra y paz, de León Tolstoi; Los demonios, de Fedor Dostoievsky; Ulises, de Joyce; Terra nostra, de Carlos Fuentes; Hasta que te encuentre, de John Irving, entre tantos otros ejemplos que pasen de quinientas páginas, de vieja data o más cercanas a nuestro presente, enjundiosas en su capacidad físico/verbal, constituye un verdadero desafío ante un mundo de ficción detenido, lento y fuera de época, cargado muchas veces (valen excepciones) de relatos pesados y soporíferos. Cuestión que no sucede, según mi juicio, con Don Quijote de la Mancha, obra cuya vigencia se mantiene gracias al estilo y a las tantas novelas, de distintos humores, que Cervantes incluyó en las aventuras de su alocado personaje.

 

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Pendiente de este tema, Karl Krispin escribe ¿Es posible leer La montaña mágica en nuestros días?, pregunta que podría afirmarse desde la pasión por la lectura o desde la pasión de ser un sujeto anodino dedicado a la “lectura” sólo en redes sociales o de los titulares de los diarios, los que aún quedan por ahí.

Este libro de ensayos de Krispin, publicado por Oscar Todtmann Editores (Caracas, 2020), es un registro importante de algunos autores y títulos que figuran en el gusto del autor y en el de muchísimos lectores que leen textos extensos, densos, visitados por élan vital de la atemporalidad.

Se trata de una lectura donde quien sea lector resultará favorecido por la frescura, “un regalo de buen gusto”, como afirma Javier Gomá Lanzón en el prólogo, conducido a conocer escritores que, probablemente, no han sido visitados o leídos, lo que provocaría curiosidad y ganas de hacerse de los que han quedado en el olvido o no han llegado a las bibliotecas personas de los anhelantes. Ni siquiera a las librerías de un país en crisis como el nuestro.

 

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El índice nos reconoce en la presencia de Jorge Luis Borges y su reflejo, en Durrell, Cyril Connolly, Aldous Huxley, Albert Camus, Coetzee, Heydrich, Barthes y Laurent Binet; en Paul Auster, Javier Gomá, Mann, Arthur Schnitzler, Vargas Llosa, Koestler, Zweig, Bioy Casares y una nota sobre la crónica latinoamericana de nuestros días, donde el colombiano Darío Jaramillo Agudelo recibe buenas y malas noticias: su Antología de la crónica latinoamericana actual recoge textos de autores como Jaime Bedoya, Martín Caparrós, Leila Guerriero, Juan Villoro, Mario Jursich, Alberto Salcedo Ramos, Boris Muñoz, Liza López y Sergio Dahbar, entre muchos más.

Krispin cita a Albert Chillón, a Mark Kramer y revistas que se dedican a este género, como El Malpensante, Etiqueta Negra, Gatopardo, entre otras. Y elabora una crítica contra el prólogo del seleccionador sin matiz alguno. Así dice nuestro autor:

El problema de este libro es su prólogo y algunas posiciones de los propios cronistas al definir su oficio. La bofetada que recibimos es la frase inicial del editor: “La crónica periodística es la prosa narrativa de más apasionante lectura y mejor escrita hoy en día en Latinoamérica”. La bruja de Blancanieves al menos le preguntaba al espejo quién era la más bella. Nuestro antólogo es quien le da instrucciones al espejo. Como plato de entrada es intolerable una afirmación de esta desproporción. Pero superado ese subjetivismo aleccionador continuamos la lectura y su autor nos dice que esta crónica, que se apoya en lo nuevo, como quien abjura de todo pasado, representa “un nuevo auge, cambia el modelo de lector, el arquetipo de lectura, las técnicas de los escritores” (…). Los escritores de no ficción son tan escritores como los de ficción y de acuerdo a Jaramillo hasta más escritores son (…) Lo que no podemos admitir o al menos yo no puedo admitir, dicho así en primera persona como alardea Jaramillo de la primera persona, es que a la literatura la integren forzosa y exclusivamente al circuito de la realidad porque ninguna crónica “por más apasionante lectura y mejor escrita” de que disponga, puede tener la capacidad y mucho menos la arrogancia de reducirla a un asunto meramente fidedigno.

Reconoce Krispin, por otro lado, que la selección hecha por Jaramillo Agudelo es impresionante por la calidad de los trabajos.

Este es un libro para no perderse en las nebulosas de este tiempo aciago, vertedero de vanidades y poca templanza y pensar actuales.

Alberto Hernández
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