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Errancias, de Lázaro Álvarez

lunes 17 de abril de 2023
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“Errancias”, de Lázaro Álvarez
Errancias, de Lázaro Álvarez (El Taller Blanco, 2023). Disponible para su descarga gratuita en la web de la editorial

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Las palabras se mueven, viajan, cambian de piel, se desnudan. Se ponen ropas ajenas. Las propias suelen anidar en la memoria de otras palabras que se han quedado en el camino. El poema se ajusta a esos errantes vagabundeos para constituirse en páginas, hasta que la poesía, la pasión por las palabras, se desquita: se traslada hecha imágenes, sonidos incuestionados, sabores y colores, dolores y sorpresas. Y luces.

Eterna viajera, la poesía pasa de un idioma a otro y se hace un solo idioma. Se confirma sonido eterno en el oído de la tierra y sigue su curso pasajero hasta el más intrépido de los lectores.

Palabra y sujeto viajan y se transforman. Son parte del poema, estructura y forma. Sentido y fondo. Entonces, la poesía, la médula de ese tránsito, el que no acaba nunca aún en medio del silencio, porque éste es el contenido de su sensibilidad.

En Errancias, título que el poeta Orlando Barreto ha imaginado para el registro o selección de estos textos de Lázaro Álvarez, la poesía cambia de sitio, salta de un lugar a otro entre imágenes, en medio del zigzagueo cósmico que cada palabra lleva en su espíritu. Toda palabra es un ser vivo, ya ha sido dicho muchas veces, por eso es propietaria y heredera de todas las almas que las han pronunciado. Y toda alma es errante, se mueve en el espacio, en el aire, en las calles, en las casas, en la bruma de la noche y bajo el inclemente sol donde palpitan con más intensidad.

Y se mueven porque han pasado por diferentes tiempos. Su recorrido ha dejado huellas en los lectores: Lázaro Álvarez continúa su labor como escritor, como hombre que imagina, crea, viaja con las palabras, va y viene, recobra los tiempos, los hace suyos en un relevo de voces que lo animan a ser uno de los poetas más respetados de Venezuela.

 

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Por estas páginas vagabundean (o vagamundean) los títulos Asidua luz (1981), Vigilias (1980), Vivir afuera (1990), Paisaje reunido (1993), Los residuos del día (1972-2015), Ejercicios de mudez (1979-1997), Recuerdos del relámpago (1998-2010) y Estelas (2014-2020).

Voces en las que el sueño, la luz y la sombra descubren la finitud del tiempo:

“Y el dormir breve / de las imágenes del fuego”.

“Somos también jirones / que apenas permanecen”.

“…vivir / levantarse en otro sitio”.

“Toda la vida / no es más que / este brumoso día // Y este instante”.

“Descansen: pero un poco, apenas”.

“Siento en mí / tu rumbo / hacia la sombra”.

“Una hora es un día / un día un siglo antiguo”.

“Nada es preciso / se desfigura el cielo”.

“No hay nada cierto”.

“La luz… que nos escuche”.

“Penumbra: quédate / y espera tú por mí”.

“A partir de ahora / está recientemente blanco el mundo”.

“Quien hable vive menos”.

“Claridad, borra toda memoria”.

“No hay pequeñeces”.

“…me hago sombrío”.

“Carecemos de antigüedad”.

“…una lejanía enferma”.

“pequeño círculo”.

Y así, entre canto y canto, la voz de Lázaro Álvarez conjuga las imágenes que su yo multiplica, persiste en reparto errante, como un viajero lleno de sueños, relámpagos, luces que interpretan el desvarío de la errancia de una poesía que no deja de hablar, que forma parte de un silencio propio de quienes saben que las palabras jamás serán derrotadas.

 

3

En un texto anterior, escribí sobre el mismo autor lo siguiente:

Ser lector de Lázaro Álvarez deviene lección de acercamiento a lo que mucha gente ignora de él: es uno de los poetas más importantes de Venezuela, pero igual es uno de los más alejados de tumultos. Hablar con Lázaro desde sus poemas es advertirlo en persona: su silencio nos acerca en lugar de alejarnos. Es un ser humano cuyo talento anda como en puntillas. Su poesía, rica en reflexiones, en matices e imágenes, nos lleva por esos primeros años de su pasión por las palabras, aquellos de su juventud tropical, y también nos conduce por los pasillos del conocimiento desde las paredes de la arquitectura de su universidad en Salamanca.

Es decir, la poesía de Lázaro Álvarez es la poesía del poema. Siempre anda con la poesía en la mirada, al resguardo de ruidos y sonsonetes del día. Construye la poesía, luego el poema. Otros, al contrario, arman las palabras, como un crucigrama, como un puzzle, y después le buscan la poesía a las palabras, cuando debería ser que las palabras se encuentren con la poesía o se hagan poesía mientras el poema guarda silencio.

El poema es una lectura. La poesía es su interior, la pasión, la aventura de decir el poema, leerlo ya como poesía.

 

4

Desde las primeras horas de Asidua luz (1982), pasando por Vivir afuera (1990) hasta llegar a su Paisaje reunido (1993), la poesía de Lázaro Álvarez ha sido seleccionada en diversas antologías, sobre todo en la vieja ciudad castellana donde trabajó al frente de la Cátedra Ramos Sucre de la bella universidad de Unamuno.

Y desde esas primeras luces no ha pasado algo que subestime el paso de nuestro poeta por las palabras. Las conserva, las guarda, las vigila y luego las entrega, desde el poema que hizo con las manos hasta la poesía que se reveló en brillo.

Esta nueva antología confirma todo lo anterior: Lázaro Álvarez es un poeta venezolano que tiene en el idioma castellano una de las mejores insignias para una lectura universal.

Alberto Hernández

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