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Rosario de Paya, de Yolanda Ganteaume de Pantin

lunes 14 de agosto de 2023
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“Rosario de Paya”, de Yolanda Ganteaume de Pantin
Rosario de Paya, de Yolanda Ganteaume de Pantin (Editorial Blanca Pantin, 2023). Disponible en Amazon
“De la copa de la ceiba caen lentos, blancos copos como de nieve, nieve de recuerdos y de nostalgia…”.
Antonia Palacios: Ana Isabel, una niña decente

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Hace tiempo, casi borrados los años ochenta, estuve en la casa de los Pantin, en Rosario de Paya. Cuando entré me encontré en mi viejo sueño infantil donde la vivienda y su patio, sus corredores, sus árboles y animales fueron el diario paisaje de todos mis hermanos, primos, tíos, abuelos y amigos de ese espacio donde cabía el mundo.

Desde esa distancia y con la seguridad de que la memoria sigue siendo el privilegio para decir de los recuerdos, me llega como un milagro el espíritu, el ánima, la luz de esa casa en la voz de Yolanda Ganteaume de Pantin, madre de poetas y creadores, quien escribió un libro, sus memorias, con la gracia y la inteligencia de quien ha vivido en una suerte de paraíso donde creció, parió a los hijos, los levantó, pero un poco más atrás, en su pasado, respiró la existencia de quienes la trajeron al mundo, una generación que trabajó la tierra, alimentó los animales, plantó los árboles, las matas y los sueños en un trozo de país donde era posible impulsar las ilusiones y la esperanza.

Nuestra autora ha escrito a mano su existencia y la de la familia, la de los más cercanos. Y han sido sus hijas escritoras las encargadas de darle forma al libro, editarlo y darlo a conocer. Memorias, anuario, diario, escritura, crónicas, recuerdos, pasajes, fragmentos del tiempo que se hicieron un todo desde la aventura de ser de un lugar, de ser ese lugar: Rosario de Paya, un pedazo del mundo cerca de Turmero.

En el prólogo de una edición de Las memorias de Mamá Blanca, de Teresa de la Parra, Vittoria Giordano afirma que se trata de “una obra en la que buscaba en la memoria del pasado, en la nostalgia por la infancia, la realidad del presente”. Y, en efecto, estas memorias, las de Yolanda de Pantin, destacan esa nostalgia por ese país que se ha ido, que ahora es un presente lejano de aquel pasado casi borroso para muchos.

 

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He leído este libro como una novela fragmentaria. Como una novela en ciernes, como si Teresa de la Parra estuviese aún atenta a las faenas de la casa de sus personajes, donde Ifigenia o Blanca Nieves-Mamá Blanca todavía fuesen habitantes vivos de nuestra realidad.

Yolanda Ganteuame de Pantin vivió en una hacienda de café y tabaco, como Mamá Blanca en una hacienda de caña de azúcar. Ella nos ha regalado ese viaje al pasado y nos ha traído los colores, los olores, los ecos y el silencio que en Rosario de Paya siempre han estado presentes.

Piedra Azul es la marca de agua de Teresa de la Parra. Rosario de Paya es la de los Pantin, la de los Ganteaume, la de una numerosa prole, la de una familia que vive en el esplendor de la naturaleza, en las costumbres de antes y de ahora, en la virginidad de una montaña que nutrió durante décadas a quienes supieron trabajarla.

Pero también siento que Ana Isabel, la niña decente de Antonia Palacios, también anda por estos predios. Siento una alegría como lector al regresar a la antigua casa de nuestros abuelos, porque la familia que habla en este libro de los Pantin-Ganteaume es el reflejo de la familia venezolana de un tiempo ido que retorna en la nostalgia de estas páginas, tan bien escritas, tan bien adobadas por el sentimiento de una mujer de su hogar quien ha hecho de él todo un mundo. En este libro está aquella Venezuela, la que para muchos ya no existe, pero que sigue en la genealogía de quienes aún son capaces de verse en los ojos de sus antepasados. En este libro hermoso, sencillo, lleno de ternura, inocencia y lucidez humana, está un país que fue. Y está también el país de una familia que sigue siendo.

 

Estos testimonios biográficos de Yolanda Ganteaume de Pantin podrían ser calificados como un registro que descubre el carácter de un país.


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En un texto de la novelista Ana Teresa Torres contenido en el libro, afirma: “La mayor parte de los registros desaparecen inadvertidamente, quizá porque se les otorga poca importancia o porque se piensa que sólo son interesantes las vidas de las personas que han llevado a cabo obras destacadas en la opinión pública”.

Estos testimonios biográficos de Yolanda Ganteaume de Pantin podrían ser calificados como un registro que descubre el carácter de un país, de la familia de una nación. Torres titula su escrito “La plenitud de una vida” y, en efecto, se trata de una larga y productiva vida que tiene como nicho un lugar sagrado donde se cultivó y se siguen cultivando los afectos, la imaginación, el trabajo, la estirpe, la herencia, la pasión por la vida.

Por su parte, Blanca Elena Pantin, la editora, expresa: “Un arco de escritura, ininterrumpido, desde 1916, fecha de la primera carta de nuestra abuela, cuando tenía apenas trece años, hasta hoy”.

Y Yolanda Pantin, también hija corresponsable de esta aventura, escribe en un texto titulado “La amanuense”: “Lo que nuestra madre busca con la mirada son señales, lo que recuerda cuando escribe son señales, pero ¿no son, también, señales, las ‘correspondencias’ que buscan los poetas entre lo que podemos ver, y el mundo espiritual?”.

 

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Rosario de Paya, el lugar, el espacio geográfico, el pedazo de mapa, sigue en la mirada de la señora Yolanda, en el eco de sus recuerdos. Esas señales confirman el alma de la tierra, el de la casa, el del patio, el de los tantos nombres que protagonizan esta historia que atrapa porque el lector pasa a ser sujeto de acción en los eventos que se desarrollan a través de un lenguaje que a todos toca: Yolanda Ganteaume de Pantin escribe desde todo lo que acontece a su alrededor, lo mira todo, lo cuenta con elegancia, con la elegancia de un tiempo que hemos ido perdiendo pero que es necesario leer para aprehenderlo y hacerlo nuestro, como ahora sus palabras, el clima de su memoria, la decencia de su voz.

El libro viene acompañado de fotografías de las épocas donde aparecen los personajes que forman parte de sus páginas.

Alberto Hernández

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