Símil de bisagra, del reconocido escritor venezolano Wilfredo Carrizales (Cagua, Aragua, 1951), es el octavo título de la alianza editorial entre Letralia y FBLibros. Un compendio de textos de prosa poética escritos con un lenguaje que persigue el equilibrio entre forma y contenido. “Este es un libro para leerlo mientras la naturaleza renueva sus poderes”, expresa el escritor Alberto Hernández en el prólogo.

Símil de bisagra
Wilfredo Carrizales
Narrativa
Letralia/FBLibros
Caracas (Venezuela), 2022
ISBN: 979-8362003210
138 páginas
Rituales
1
Se modela el ojo en su cabeza que sufre el sentido del misterio. El reto es el número de vías posibles hacia la visión. Lo común se asocia al colectivo que ya se fija en estatuas. Un vasto alrededor le da a las cosas los nombres con los cuales se abrirán a la tierra.
¿La cabeza podrá crear un miedo de barro en medio de una dolida generalidad? Algún propósito se oculta en la piel sangrada del lodo. ¿Cuál será el mejor camino que conduzca al santuario? ¿Qué rol podrá jugar? La sugestión permanece alejada del alma casi humana.
Lo funerario desarrolla un anillo que funciona en la agonía del hierro y desde donde los recuerdos se tornan plausibles para entretenerse en la era de los comienzos.
2
La figura se creó con su pasado distante. De la arena que la cubría trajo un tajo cercano del río. (La luz no conoce el interior de la tierra y por eso excava en busca de los minerales que ahuyentan los espasmos).
Las culebras se les enroscan al cuello a los hombres que sugieren relatos de extinguidas geografías. En el estado más feliz las figuras sudan. Sus hormonas de animal se sublevan con la tarde aherrojada.
Cualquier casa tiene su entrada en una cueva que se olvida. El alimento y la leche se les ofrecen en cuencos a las serpientes. Las palabras se pronuncian con silbidos que hacen dudar de la juramentación.
Repentina o inmediatamente los seguidores aflojan piedras y el cielo termina por asentir.
3
En el poblado continúan los menesteres de los pocos viejos. Una oculta divinidad alude al encierro de las maderas. El hogar protege su altar de los socios irredimibles del agua y los suelos.
Sobre las paredes se alinean símbolos sustentados por los ancestros. El padre y la madre por antonomasia y prematuros reparan los cambios sufridos en las calles y en los ropajes.
Los espíritus se mueven entre dos niveles. Probablemente no exista ni arriba ni abajo, sólo una escueta alusión de lo perfecto: su temible cacería.
La luna baja porque está escariada. En su torso le sobresale una matadura de hombre y un trueno repulsivo se acoge a su bondad.
4
Al mencionar lo temprano que puede resultar la sospecha, el alarido de los árboles entra en las bocas llenas. Los ritos se acorralan.
De la costa al límite del fuego las vidas prosiguen su curso y las dificultades se ponderan en ejercicios de solemnidad. El macho y la hembra odoran.
Los meses atrapan a los adolescentes con su música de fertilidad. Los sexos se inician en los cantos primordiales. Cada quien toma lo que más lo acompaña.
Los árboles quieren ser duros y oponerse a los subterráneos herreros. Se reduce el comején de las ocasiones. Se proyectan los lugares para los refinamientos.
Los dioses colman sus pulmones de curvas de los terrenos. Allí establecen vertederos para las imágenes infértiles. La intensidad de la grandeza se asienta en una gracia que de femenina sólo tiene la duda.
5
Un lobo descubierto en la podredumbre de los objetos. Simbólicamente se excavó los ojos y encontró un bronce de emergida suficiencia.
El carisma nunca fue tan extraordinario. Requería una variada ornamentación y elementos votivos que resaltaran el parpadear de las muchedumbres, su lado triste y errático.
Más tarde, la Historia debe brotar injusta, como siempre, apegada a los remiendos de los decesos.
El más permisible de los encantos se paraliza ante los rostros que se sacrifican. El cobre demuestra un paralelo con alguna religión que sobrelleva los conflictos con estrabismo.
En las minas fácilmente se usa el todo para agradar a los reyes ficticios. ¿Acaso un imprudente rezo pueda ampliar el ámbito del despojo?
Salir a flote
1
Un riachuelo y a su lado un sereno hace sonar la claqueta. Con tres palos se arma un trípode y con el segmento de una fruta se construye un país donde se guarezca la gente de baja ralea.
Se rompió en pedazos la noche y durante el estorbo alguien dio un traspié. Se mezclaron los sonidos y los niños lanzaron sus zapatos al aire. La rutina principió a secuestrar a las mujeres sin máscaras y al poco tiempo se levantaron las piedras con la ayuda de los pétalos y las hojas de las puertas exteriores favorecieron la ayuda que del cielo comenzaba a manifestarse con maniobras y percusiones.
2
El papel muy fino sobre la tabla delgada; una gasa impalpable; un vino ligero y la mujer, poco fértil, tratada con frialdad como una hojuela o concha de grano. El granizo cae cual apedreamiento y la cama está crujiente. La harina espera por el invitado y dentro del horno un pollo se oxida sobre una lámina.
Dicen que un hijo nació del mismo padre a leguas de distancia y que un conejo fue despellejado por ello y que una cabra recibió alabanzas por pelarse las rodillas a conciencia. La vista se hubiera satisfecho con todos esos portentos, pero la amargura saturaba los sentidos y las piedras ocultaban las medicinas.
3
La vasija se decanta y el líquido guarda cautela en la escalinata. La sombra de un árbol le da asilo a un mendigo y el sedimento de la savia gana su derecho de amparo.
Hay que ahuyentar a los malos espíritus mirándolos por encima del hombro. El beneficio no tardará en llegar y se aprenderá a apreciar las escobas y las verrugas de los gatos comenzarán su penosa empresa.
Muy cerca el bambú perece de humedad y los gusanos conducen su reumatismo al camino que se avergüenza de flores. A fin de que el orgullo no se hinche se cierra la región y se aparta la polémica hasta detrás de las cercas de toda la vida.
4
El prólogo sale impetuoso y del gorro del lampiño emerge una inscripción en forma de lápida. El estandarte se aloja dentro de un tablero donde sobran las palabras de elogio. Las gotas de agua golpean el techo y el regocijo cambia el genio áspero. Se bordan almendras para el viaje de los esquifes y un angosto tiempo modifica su condición.
Una caja llena de muñecas es enterrada al pie de un árbol aplastado y una sarta de petardos pequeños atruena una historia que se inventa. Los murciélagos son azotados y sin embargo no sueltan las alegrías.
Cuando las pértigas se cansen el desprecio volverá por sus fueros.
5
En la ribera existe la sombra de un hombre dentro de un paisaje excepcional. No hay mucho margen para bordear las arenas y no sentirse sofocado. Es bueno entrar en intimidad con las orillas y preguntarles por la abundancia de frutos que se visualizan en sueños.
Estando cerca del río se descartan los precipicios y se colocan los deseos ardientes encima de las piedras más coloridas. Dicen que las manzanas del lugar saben a hierro dulce y que curan enfermedades graves.
El mar se escucha distante como al final de un peligro. No obstante, lo no natural muestra su vieja dentadura y su risa chapucera resuena en el fondo de una olla vacía.
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