El viejo Café Moka
Sentado en el viejo café moka
Vi pasar en automóviles largos y descapotables
Hablando lenguas desconocidas
A los muertos de la ciudad de Barinas
Los vi pasar
Muy extranjeros
Les costaba saludar
Como si no me conocieran
Los que me acompañaban a misa de aguinaldo
Sí me saludaron con alegría
Me recordaron las bellas muchachas
Que habitaron nuestra sangre
Verlas disfrutar las fragancias del amanecer
Era maravilla
El viejo moka se acabó hace tiempo
Yo respiro la pesada melancolía que dejó
Mientras me dispongo
A retornar a mi casa
Para escuchar los cantos de las aves del monte.
Los muertos de mi pueblo
Luego de las doce de la noche
Los muertos de mi pueblo
Llegan al botiquín de Víctor Guerra
Y después de un bailecito y algunos tragos
Se marchan en perfecta camaradería por la barranca del río
Sólo los acompaña la pálida luna de junio
Y la suave voz del agua
Cuando la ola toca tierra y regresa
No se bañan
Ni tocan la espuma que deja a su paso el cuerpo de agua
Son prudentes
Saben que podrían ahogarse
Como le ha pasado a muchos
Nos quedaríamos más solos que ahora
Mirando el río
Por si decidieran volver
En el ruido de un fuera e’ borda
Mi compadre Arnulfo
Mi compadre Arnulfo
Siempre creyó
Que la tan buscada Ciudad del Dorado
Está ubicada en el sur de la ciudad de Barinas
Afirmaba que allí había palacios
Que los conocía
Que ondeaban banderas de diosas
Que el que lograba pasear por sus jardines
Vivía la belleza de la cercanía de Dios
Y era cubierto con polvos de oro y plata
Para que los caminantes
Nunca pierdan las señales del camino.
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