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Chavela desde lo doméstico

lunes 26 de octubre de 2015
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Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

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Chavela desde lo doméstico, por Wilfredo Carrizales

Sumamente completa, Chavela descansa. Recuerda con horror el tiempo del desastre. Quiere sentirse feliz sin que la sienten en el banquillo de los acusados. No evade su deber y recorre la distancia cotidiana de los sueños. Para enfatizar una afirmación no se pone tan triste como ayer. ¿A qué recordar aquella olla vieja donde se pudren las doctrinas? Mejor trabajar en un posible libro que recoja las leguas de la noche tras alcanzar cierta velocidad. No se inquieta, ni se evade. Como una musa de argucias, se propone combinar el tejido fino de las palabras. Luego, desde su torre de papel, hará donativos y dará la vuelta por el mundo donde dormita. Dos tonos suenan dentro de sus criznejas y, a veces, hasta un staccato sirve de locuaz artificio.

Chavela, esporádicamente, transcurre desteñida, mas al instante se hermosea por todos los lados. Cierra los puños y causa un doble efecto. Sobrepasa las ambigüedades y retorna al origen de los garabatos con los hombros cubiertos de alas. Bebe las corrientes de aire con lenta enunciación. Enarbola su varita mágica hasta la rueda que gira y un atisbo de irrealidad arrastra el recuerdo de unas damas que no se vistieron con prestancia. Al fin, hace una alusión a la mecánica de las maderas y su rostro no esquiva una sonrisa.

 

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Chavela desde lo doméstico, por Wilfredo Carrizales

Chavela, arrinconada, casi a merced de las enredaderas y la desidia. Sin embargo, hay un presagio y un estímulo que propiciará un contorno favorable. En la cercanía, lo profano como consecución y engendramiento. Con pericia, ella envía al tope de su tiempo una abultada manifestación de una máquina que retoña por ambición. ¿Cuántas causas merodean a su alrededor? ¿Cuáles raíces se podrán perder en el borde del juego no tanteado? Con su carácter imperioso, tiene presente que su cuadro posee siempre los mismos aspectos cambiantes.

Chavela golpea bien las horas y las hojas. Nada es un caso perdido. Por allí, ella intuye los pasos de las larvas que fingen. ¿Y si en la cartilla sobresale una tuerca con salientes? No habrá ningún irritante horóscopo a mano. Sólo euforia y excitación y un pedazo de sol acaso primitivo o trabado. Ella se acopla a las conchas de trasegadas chirimías, aunque nunca las ha visto ni tanteado. Se condecora para propugnar su rango. Desecha las capuchas y, en buena lid, parte hacia el acto de la cortesía y las tareas de la casa. Aficionada ya a la danza de los saltamontes, se apropia de los sitios marginales y los agranda con la íntima sencillez que le otorga la maravilla de su preciosidad.

 

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Chavela desde lo doméstico, por Wilfredo Carrizales

Chavela la estudiosa, la amante de los libros y del saber. Chavela con una máscara para la complicidad. Formula cargos a su favor. Asienta los compromisos y marca las perfectas vetas de los volúmenes. Cuida las semillas que se imprimen y alinea el incremento de las encuadernaciones.

Se garantiza un empleo y sujeta y apoya libros. Se traba en su compromiso y no se anda con rodeos. Su estilo es innegable acierto. Con bonhomía, anda de boca en boca y convalida su conjunto. (Alguien le sugiere que se ponga un sombrero de paja lisa con dibujos de garzas caracoleras, pero ella odia los alardes).

Chavela deshuesa las imágenes y se encarna en las letras de imprenta. Su alimento viaja entre la tinta y sube a bordo de las estampas. Se vincula con ellas y no se abrevia y llega a representar la idea del soporte. Lleva la niñez en sus ropas interiores y en la oscuridad carga las velas que viran en redondo. Trenza los juicios y a ambos extremos de las disputas cuelga una orla cual mensajero. Luego compendia las reconciliaciones y da a luz a seres provistos de anchas seseras y alegres y despiertos a carta cabal y no por corto periodo, sino relumbrando a placer en las edades con larguero y envergadura. (De madrugada, Chavela emerge del agua que no se ha secado y mira a través de la ventana, sin empañarla, y observa un cesto de pan balanceándose encima del lomo de una ballena).

Wilfredo Carrizales
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