La esperma de las velas se descompone. Una superficie blanca se arruga con el tiempo de los miedos. La quietud es una consigna que emerge de los cementerios.
Me aturde la pregunta del juez frente a la vela apagada. El orden público marcha sobre charcos de sangre. La paz luce adulterada y la verdad y el alma colectiva. Llueven golpes desde arriba: medicina alternativa.
Las bestias gruñen desde sus motocicletas. Lanzan sus escupitajos de plomo contra los edificios en rebelión. Del cielo descienden relámpagos y las jaurías huyen arrastrando sus sombras en jirones.
Lágrimas a lo largo de las calles. El asfalto se torna cada vez más oscuro. En sus guaridas, los hampones mayores ríen y celebran, mientras un tufo emerge de sus ranuras.
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Fotografía: Wilfredo Carrizales
Los asesinos merodean camuflados como reptiles. Sus babas infestan los entornos. Se apagan las velas por los vahos: mefíticos para todos los conceptos.
Las noches transcurren eslabonadas a la anormalidad. Sus rostros se han desfigurado y gimen tras los humos. (Hasta la luna ha vomitado su angustia).
Ululan los fantasmas de fuego. Se mean los perros realengos y sus pulgas tratan de ponerse a salvo. Las sonrisas de los funcionarios brotan en los jardines de las cloacas.
Las sirenas agrietan la ciudad. Enfrente yace la obra muerta: la juventud cae, destrozada, pero más allá se levanta y continúa dando la pelea.
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Fotografía: Wilfredo Carrizales
Cloquean los gallos en sus mansiones. Pican y pican sus desesperados maíces. Las mazorcas se apilan en los cagaderos del fondo.
Se turban y se masturban las señoras eleccionarias con velas de crocante esperma. Parirán inauditas soluciones para un país harto de mendacidad y burla. Una marejada las pegará contra su altura de vacua dimensión.
El jaleo da saltos; las cosas se contraponen. La verdad pugna y puja por lograr su derecho. En la víspera de la nada, la fortuna se atasca. Ya, una vez, la cobardía lanza sus zarpazos de pólvora.
Los días se alternan y las esperanzas también. Los espíritus se soliviantan y se derrumban las máscaras del poder. De la electricidad, el sacudimiento y el choque.
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Fotografía: Wilfredo Carrizales
La mansedumbre no impresiona; la valentía, sí. Y un nudo se corta y las gargantas gritan y se exalta la furia por la injusticia y el dolo. El relato de la indignación aumenta sus eslabones y la cadena será espada, látigo contra la afrenta.
El candelabro se posiciona con la autoridad de su luz. Luego rueda hacia su colectividad recíproca. Aclara los dilemas; traba relación con la tempestad; trabaja el calor que será estoque, mas no muleta.
Además la opción de la chispa y la alternativa irascible. El orgullo de la llama. La visibilidad del estremecimiento en medio de la bruma. El agigantamiento de los corazones. Allí viene relumbrando el proyecto de la dignidad imparable.
Escritor, sinólogo, traductor, fotógrafo y artista visual venezolano (Cagua, Aragua, 1951). Estudió chino moderno y clásico, así como historia de la cultura china, en la Universidad de Peking (1977-1982). De septiembre de 2001 a septiembre de 2008 fue agregado cultural de la Embajada de Venezuela en China. Textos suyos han aparecido en diversos medios de comunicación de Venezuela y China, entre otros países. También ha publicado los poemarios Ideogramas (Maracay, Venezuela, 1992) y Mudanzas, el hábito (Pekín, China, 2003), el libro de cuentos Calma final (Maracay, 1995), los libros de prosa poética Textos de las estaciones (Editorial Letralia, 2003; edición bilingüe español-chino con fotografías, Editorial La Lagartija Erudita; Peking, 2006), Postales (Corporación Cultural Beijing Xingsuo, Pekín, 2004), La casa que me habita (edición ilustrada; Editorial La Lagartija Erudita, Peking, 2004; versión en chino de Chang Shiru, Editorial de las Nacionalidades, 2006; Editorial Letralia, 2006), Vestigios en la arena (Editorial La Lagartija Erudita, Peking, 2007) y Claves lanzadas al espacio o a las aguas (con fotografías del autor; Editorial Letralia, 2015); el libro de brevedades Desde el Cinabrio (Editorial La Lagartija Erudita, Peking, 2005), la antología digital de poesía y fotografía Intromisiones, radiogramas y telegramas (Editorial Cinosargo, 2008) y diez traducciones del chino al castellano, entre las que se cuentan Libro del amor, de Feng Menglong (bid & co. editor, 2008) y Lo que no dijo el maestro (selección), de Yuan Mei (bid & co. editor, 2015), además de la selección de cuentos largos Ocho escritoras chinas; vida cotidiana en la China de hoy, antología de varios traductores (Icaria, Barcelona, España, 1990). La edición digital de su libro La casa que me habita recibió el IV Premio Nacional del Libro 2006 para la Región Centro Occidental de Venezuela en la mención “Libros con nuevos soportes” de la categoría C, “Libros, revistas, catálogos, afiches y sitios electrónicos”.