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Presciencias

lunes 2 de octubre de 2017
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Textos y collages: Wilfredo Carrizales

1

Presciencias, por Wilfredo Carrizales
Collage: Wilfredo Carrizales

Durante la próxima canícula, un hombre de rostro difuso cruzará la franja roja: frontera entre el país de los responsos y la nación de la vitalidad. Atrás él dejará unas cuencas vacías que lo mirarán alejarse sin remisión y un par de rostros desollados que girarán enloquecidos y descolocados.

El individuo hollará la nueva tierra, pero nunca podrá esbozar una sonrisa. (Su faz le será borrada por los esbirros del Estado necrológico). El varón preguntará por el sitio de las ofrendas y colocará su corazón para que abunde la savia y sus semillas den frutos en abundancia que hagan olvidar el recuerdo de lo inerte.

 

2

Lloverá sin decir agua. Desprevenidamente. Cualquier día; en fortuita hora. Será inescrutable el pronóstico. Habrá una espada de extrema largura en el cielo. Estará restallante de rayos y cometas. Se desgajarán brutalmente las nubes. Nadie podrá guarecerse. Diluviará. Una tempestad hará reventar los canales. Se repetirá lo que contaron los viejos cronistas.

A los perros y gatos se les hará tragar las reproducciones de las partes enfermas de los dolientes. La inescación se volverá a practicar. Se echarán encima los golpes de fortuna. Surgirán rutinas de hambre, de odio, de destrucción, de tragedia. Lo incomprensible se aposentará. La maldad asaltará las casas, implacablemente, de noche y de día. Los errantes serán inagotables.

 

3

El mandatario ordenará a toda la población criar conejos para paliar la hambruna que él mismo decretara desde años atrás. Los habitantes todos del territorio patrio se pondrán sin demora a estudiar cunicultura y a construir conejeras en los espacios más inverosímiles de las casas, apartamentos, oficinas y fábricas. Pronto la raza muy prolífica de mamíferos de largas orejas cundirá a lo largo y ancho de la nación conejal. (A quienes metan acures por liebres se les obligará por un largo tiempo a vivir en cuchitriles solitarios).

El consumo prolongado y persistente de la carne de conejo provocará que las mujeres parirán con harta frecuencia niños con labios leporinos y pelos muy suaves recubrirán sus cuerpos. Esos infantes comenzarán a vivir en madrigueras y a moverse a pequeños saltos. Aumentará drásticamente la ingesta de lechugas y zanahorias con el consiguiente disfrute de la felicidad plena por parte de las camadas. Las madres paridoras y ejemplares andarán permanentemente con una risa de conejo mordisqueando sus bocas. (Debido al éxito seguro de la empresa conejera social, el gobierno cunicular cambiará el nombre de la capital de la republiqueta, la cual comenzará a ser llamada Villaconejos).

 

4

El político más excelso del patio representará la lucha entre los vicios y las virtudes. Encarnará la tranquilidad de la familia y los sacrificios que deberá llevar a cabo para lograr la opulencia, la paz y el respeto. Simulará haberle robado horas al sueño en aras del bien común, cuando en realidad hurtará ilusiones a quienes sumergirá en soñolencias. Danzará para alejar su propia desesperación. Particularmente aparentará la edad en que los sollozos empiezan a ser reprimidos. Expondrá con gestos, más que con palabras, su vocación de testaferro.

El tal politicón negociará a espaldas de la juventud en lucha. Personificará el prototipo del gestor de contratos subrepticios. Simbolizará al portavoz de los falsarios. Se empeñará en degollar a los críticos de su doblaje. Suscitará, en los más cautos, atracción hacia su figura de iconología. Expondrá su obra de verismo que en breve lapso se manifestará como una deplorable farsa.

 

5

Presciencias, por Wilfredo Carrizales
Collage: Wilfredo Carrizales

Aparecerá la afamada y prodigiosa cantante en el balcón que da hacia la plaza principal. (En ese momento, el sol estará alto, enfurecido en su cenit). Se escucharán las primeras notas de un aria titulada “Presentar almas”. Habrá numerosos transeúntes, quienes elevarán sus miradas hasta el balcón, arrobados. La soprano continuará vocalizando, con los ojos exageradamente abiertos, como para que penetre mágica luz. El auditorio se transformará en un solo y embelesado oído, pleno de éxtasis. Un trémolo persistirá por encima del paso fugaz de los minutos.

Imprevistamente, saldrá de la garganta de la soprano la mención a un “alma infantil” y entonces, brotará de su pecho la figura de una niña, quien se precipitará al vacío, cual una muñeca, y caerá de espaldas en medio del público. Ella sustituirá a la soprano, arriba paralizada, y proseguirá el canto hasta alcanzar niveles sublimes. Los circunstantes comenzarán a llorar, inmersos en una inaudita emoción, y se postrarán ante la muñeca y le irán arrancando el cuerpo a pedazos para llevárselos a sus hogares, transformados ya en reliquias y amuletos de la buena fe.

 

6

Se vislumbrarán piedras dentro de la ciudad atemporal que clamaba por ellas. Una piedra blanca señalará el lugar de las contiendas. Una piedra de rayo procederá a pulimentarse hasta obtener su antiguo brillo. Un expósito donará piedras del águila para construir orfanatos alados. Unas piedras mudas conversarán acerca de requiebros y desmesuras. Sobre unos tableros de mesa se instalarán piedras oscilantes que servirán de contrapeso a las malas comidas. Se sucederán, unas tras otras, piedras miliares que amojonarán las distancias entre las calles extintas. Las piedras de la repulsa se ablandarán y devendrán en lodos o barros con anormalidades. Se canjearán piedras de molinos por piedras meteóricas. Los jefes recordarán las piedras negras escondidas en sus manos y las frotarán para tratar de extirparles las máculas. Se perjudicarán las piedras ollares hasta el borde de las quebraduras. Se propagarán, por órdenes militares, las piedras de fusil y las piedras de chispa para acabar con los escándalos de los civiles insurrectos.

Tantas y tantas y aún más de tantas piedras que rodarán por aquella ciudad que se desmoronará en cuestión de semanas y nadie podrá facilitar un remedio eficaz para su reconstrucción y tendrá que ser abandonada a los picapedreros de oficio, al pie de la letra, para que aprovechen las remanentes durezas y las utilicen en levantar marchitas cruces.

 

7

Saldrá temprano la muerte, montada encima de su bicicleta de huesos. Muerte súbita, muerte airada, muerte con dulce de coco. Ella girará sobre las calzadas y tocará ventanas y puertas y doblará las campanas hasta que formen ángulos sonoros. Se adornará con joyas hechas de marfil y convocará a los mendigos a infinitos festines. Desaparecerá, momentáneamente, tris y verbo, para alegrar a los que conciben quimeras. Se reirá de su propia e imposible defunción. Afirmará su imperio superponiéndolo a riquezas y vanidades y se corresponderá su actuación con el libreto larga y añejamente elaborado. Debatirá consigo misma, en glorietas y mercados, frente a un espejo con desgarrones hasta que el rigor mortis le haga temblar de fruición. Resultará liviana para los suicidas, a quienes tomará de las manos y les indicará la vía del trasmundo. Se apoderará de grandes tenazas y extraerá todas las muelas del juicio en existencia. Expresará su opinión con firme juicio y salvará su voto en los casos de agonía. Decidirá, con ventajas, los empates entre ella y los médicos y, de paso, los condenará a que resuciten a sus enemigos. Incrementará los panegíricos en su honor y reunirá los fondos para publicar una antología, ilustrada, de las mejores alabanzas. A ultranza, hará esfumarse a féretros, ataúdes y urnas de las funerarias para que los difuntos vayan a los cementerios o a los crematorios con sólo la envoltura original de piel y relumbrón.

La muerte únicamente descenderá de su biciclo si se le estropeara una rueda o se le zafaran los pedales. Aguardará, con paciencia, por ayuda (habida cuenta de su ignorancia en materia de arreglos de esa índole) que inexorablemente tardará en venir, pues al ser ella una figura macabra muy conocida, no sobrarán candidatos que se atrevan a auxiliarla. En ese difícil trance, a la muerte no le quedará otra opción que rezar un novenario junto a su tropa de fantasmas.

 

8

Se rasarán los ojos con las ofrendas que recibirán los votantes. Sobre los centros electorales se posarán las miradas de expectación. Se revolverán las pupilas como para entrar en combate. Francamente las comunidades romperán a llorar, romperán los afiches de sus candidatos ya mojados, ya indeclinablemente humedecidos por las garúas. Sin embargo, se fijarán los ojos en las personas que engordaron últimamente. No será causa el desengaño para enfermarse de desesperanza. No se verá a la alegría paseando sus plumas. No se ponderará ningún camino expedito.

Los payasos se refugiarán tras las barreras y tomarán pausadamente sus purgantes. La fiesta de los guasones se iniciará con algo de retardo, pero con mucha algazara, con abundante oligofrenia. Se aromatizará el ambiente y la orquesta se constituirá plagada de perversiones y flaquezas. Los concurrentes hablarán acerca de las mujeres calamitosas y los hombres que acarrean nefastas influencias, por torpeza o por distracción. (El solitario almanaque que colgaba de la pared, entre las puertas de los urinarios, se desplomará con ruido de cristales rotos y exhalará sus secreciones acumuladas durante meses).

El barbero más popular de la zona comercial entrará en la vacuidad y comentará los sucesos que precederán a la semana de las infecundas virtudes. El peluquero masticará, goloso, su acento extranjero. Se jactará ampliamente de su puesta al día en asuntos de chismes. Que un mal agüero rondará alrededor de la torre de la iglesia. Que se alterará el curso de las aguas servidas. Que una explosión reducirá a ruinas la sede de la alcaldía. Que se venderán naranjas de la China. Que ni remotamente se fabricarán alforjas nuevas para documentos oficiales viejos. Que se incrementará el contrabando de esperma y de pelucas. Que la sedición se pondrá sedienta. Que el fiel de la balanza se tornará infiel. Que inmovilizará los rostros que caigan en sus manos para evitar cortaduras y navajazos. Que si tal y que si cual.

 

9

Recibirá la niña el nombre de Bertalina. Nacerá apenas su madre haya completado quince años de edad. Bertalina nunca sabrá quién fue su padre. Su madre también lo ignorará por siempre. Bertalina será producto de una noche de orgía y drogas. A la niña la abandonarán, tres meses después de parida, en la casa de la abuela de su madre. Ésta se sumirá en lo ignoto y se evaporará. Bertalina crecerá en medio del desamparo, la aversión y la soledad. Tendrá que llorar, con frecuencia, hasta la extenuación, para que le suministren una pitanza. Su bisabuela la castigará por cualquier tontería y le negará elementales derechos. Sin embargo, cuando cumpla Bertalina seis años, la vieja se verá obligada a inscribirla en la escuela primaria, ubicada, por fortuna, al lado de su casa. Bertalina aprenderá malamente a leer y escribir y se destacará por su rebeldía y hosquedad. Se instruirá Bertalina en la concupiscencia viendo a las parejas que fornicarán de noche en los rincones, aledaños a su morada. En la calle, los hombres le mirarán los pechos con avidez y ella fingirá no darse cuenta. Por un tío suyo que regresará a menudo borracho, se enterará de lo que valdrá su cuerpo.

Bertalina, finalmente, huirá de aquella vivienda, pero antes contemplará, a escondidas, cómo el hijo de su tío ahorcará a la bisabuela para apoderarse de sus alhajas. Volará rauda para no verse involucrada en el asesinato. Vagará, disfrazada, por los barrios más periféricos, donde se unirá a pandillas de maleantes. Ingresará a la edad madura casi sin dientes, semicalva y con una frágil memoria. En sus años postreros se le divisará, a cualquier hora, hurgando entre los pipotes de basura, en procura de desechos alimenticios. Venturosamente Bertalina no dará a luz a otras Bertalinas.

 

10

Presciencias, por Wilfredo Carrizales
Collage: Wilfredo Carrizales

La modelo y sus dos calaveras guardianas apaciguarán con bondad a la noche otrora inquieta. Y dirán “paz” y caerán estrellas. Y anunciarán “tregua” y declinarán las metrallas. Se desplegarán cánticos para alejar a las iniquidades; se persuadirá al peligro en cierne; se quitará la prohibición de llevar sombrero.

La maniquí y su par de cráneos vigías no se ofuscarán ante la falta de claridad. Y proferirán “perdones” y se rendirán pasiones. Y formularán “ardides” y se buscarán salidas. Partirán los párvulos hacia los confines de la aurora; olfatearán a los peces en el fondo del agua; lavarán los metales con fluidos de crisantemos.

La mujer que exhibirá prendas y sus cabezas mondas pedirán pasteles y recibirán frutas de sartén. Y alegarán “finuras” y treparán membranas. Y desgranarán “compases” y reunirán apetitos. Jaspearán las vitrinas del azar; se lubricarán los pasadizos adjuntos; se mezclarán las sustancias de las baldosas movibles.

La fémina que se retratará para los anuncios y sus calavernas cuidadoras modificarán las ofensas. Y mencionarán “lecciones” y ostentarán espirales. Y musitarán “dejos” y recabarán romanzas. Se anularán los andrajos; se separarán las dignidades; se labrarán los tejados.

Y así la representación resultará trascendental y de todas las buhardillas emergerán pequeños múridos que roerán las configuraciones de cualquier modo, a fin de trastocar pronto las singularidades, las historias y los silogismos. En fin: que seremos del mecanismo que accionará el futuro.

Wilfredo Carrizales
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