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Pájaro abatido por el rayo

lunes 14 de mayo de 2018
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Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

1

Pájaro abatido por el rayo, por Wilfredo Carrizales
Fotografía: Wilfredo Carrizales

Canario que hacías del tejado tu alocución de cada día: te sorprendió el rayo con sus granos de fuego. Ahora quedó tu figura ahuecada sobre el piso, inmersa en un paisaje extraño. El gato de tu preferencia ya no podrá hincarte el diente.

Pájaro gualdo —inveterado guardarraya—, esposo de la aurora de inmediatez, el toque de campanas no te daña al presente y formas un perdigón que se pasea por su cuenta.

No conseguirás trepar a ningún nido, aunque sea ceniciento y mal avenido. De alguna montaña cercana y no muy alta acudirá una trampa de niño y cazará tu corteza yerta.

Más tarde, de la esfera de tus plumas se alimentarán hormigas de ahorcadas quijadas y tú te burlarás de sus afanes. Mucho usaste reclamos y no hubo respuestas. Si luego imitan tu canto en tu ultravida averiguarás el avatar de la migración continua.

 

2

Pájaro abatido por el rayo, por Wilfredo Carrizales
Fotografía: Wilfredo Carrizales

Paisano pajarillo: cometas devinieron en flores de la sequedad y se echaron los dobleces a su itinerario de decesos. Se oyeron tras tu sueño sujeto flechas de aire que corrían sin sostenerse. Mientras tanto, pajaritas de papel revoloteaban fuera del ámbito, al borde de triángulos de sangradura.

¿Para qué hablar de desfallecimiento, si lo tuyo ha sido brutal muerte? En el transcurso de tu existencia, más de una pájara se aplicó a tus costumbres de captura y configurado hábito.

Quien desprecia pájaros, no los pinta. Y a ti, ¿eso te importó? Vagabundeaste y asustaste caballerías y a más de un pardillo jinete. La pajarería toda aupaba tu bravura.

Te divertías entre adornos y vistosidades y tu trino era muy menudo y calificaba tu nombre. A causa de ningún sufrimiento, pasabas y permanecías en el orden desordenado. De las corrientes conociste sus toques de blancura y su separación en abanicos de solfeos.

 

3

Pájaro abatido por el rayo, por Wilfredo Carrizales
Fotografía: Wilfredo Carrizales

Pájaro nunca pueril y lento sobre los maderos. ¿Eres occiso sin haber fracasado? ¿Relinchó tu pico por equivocación y la centella, presta, te fulminó? No entiendo la circunstancia y me yergo ante tu deceso y guardo tu herida en el fondo de mi córnea, también perforada.

Se ha detenido tu vuelo, a milímetros del polvo. ¡Qué estafa por destino! Solitario, te empeñaste en no vacilar ante los polos. Pájaro que defecabas sobre las boberías, pájaro con atributos y nada ruin.

De tu abertura cuelgan los misterios de tu tránsito. Ayer picoteabas; hoy feneces falleciendo de flama. Alguna vez pensé encontrarte en el sitio de los charcos comunes, manchados y marchantes.

Me lleno de tu estadía exangüe y engasto tus ojos ya ocultos. Te consigo en el pecho un conjunto de letras, un paisaje de arpegios, una breve alusión. ¿Y el rezago de lodo en tu cola? ¿Se hundió en la muda del estallido? En la ribera de lo luctuoso, tu postrera sacudida encandila los goznes de las raíces.

 

4

Pájaro abatido por el rayo, por Wilfredo Carrizales
Fotografía: Wilfredo Carrizales

Tu cabeza huye de la rigidez, ¿quién la acomodó encima del reposo foliáceo? ¿Por qué trinas tan quedo? ¿Acaso ignoras que tu mudez me irrita y detesto la inútil ira? ¡Despierta un poco, canario, y gana para mí un asombro! Mira que aves de mal agüero ensucian los tejados.

Jamás conociste pajarera, ni jaula ni alcahaz. Tus alas abrían los espacios. Ora a intervalos; ya a raudales. Siempre atenido a tu propio brujulear. Y el panorama: tu país, tu acuarela de azafrán y tenues rojeces. ¿Tu ambición? Brincar, saltar, flotar y flotar, ensartando gorjeos, atisbando semillas.

¿Escuchas? El tiempo es malo. No permanezcas allí, así. Remonta y vuelve a buscar el asidero solar, mismo que sustentó tu audacia. Tu consagración plena aún te espera.

No atemperes tu moriencia. ¿No te hablé del ave fénix? Coge de las texturas su energía y ¡proyéctate! Doquiera es tu residencia: el retiro veraz de tu volar eviterno.

 

5

Pájaro abatido por el rayo, por Wilfredo Carrizales
Fotografía: Wilfredo Carrizales

Pasa el mensaje, pájaro, pásalo: al rayar el alba se rallarán los deseos. ¿Pregonas que estás muerto? ¿Por qué creerte? Tu finitud es ilusión: tu plumaje lo reafirma.

No puedes ahondar en el arcano que te supera. ¡Déjalo fluir! El averío no te incumbe: tú que jamás conociste de estaciones migratorias. Se desprendió tu hora y cayó sobre tu regocijo volátil y su quemada fue violencia que chamuscó tu lira.

De continuo, atinábamos en los encuentros propiciados por la trinitaria. Tú, perecías desde entonces y yo no lo intuía. ¿Aún te atreves a negar la evidencia? Hasta aquí comienzas a avanzar hacia el subsuelo y los gusanos se rifan tus despojos, que no les entregaré.

Pájaro, persistirás pájaro en mi memoria, mientras te miro encima de improvisado nidal. Antes de separarnos, te confieso: quisiera ocupar tu lugar para viajar, desalado, por encima de las desgracias.

Wilfredo Carrizales
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