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Andar tras las cuerdas

lunes 10 de septiembre de 2018
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Textos y dibujos: Wilfredo Carrizales

1

Andar tras las cuerdas, por Wilfredo Carrizales
Dibujo: Wilfredo Carrizales

Tras las cuerdas roo el andar del reloj y con mi metal de delgadez, glauco desmayado, capturo la enfermedad que dijéramos bajo el embudo. En los alrededores de los ábacos noto la ignorancia de los pupilos. (Por celosa del cristal, se rompe una figura de pezuña y pata). Me igualo en altura a mi barba. También guarnezco al animal de mis sueños más recurrentes. Un sofoco podría desterrarme hasta los pliegues del agave que tiembla. Ya quiero abandonar las pasiones y adelgazar con el abanico de los fantasmas. ¿Qué cosa se columpia si aún falta el aire, el tono?

 

2

Me desvío, a sabiendas, del objeto. De buena voluntad, alguien se asoma por una ventana y se adjudica mi prudencia. ¡Cómo quisiera cortar los muñones que se inclinan! Se torna buena la bóveda nacida desde el principio. Que no tengo párpados propaga el abluente menos atenuado. Empero aún veo lo que escribo y sé que el pino y el cedro viajan, aunque no juntos. Además puedo ojear formas de biombo, picos, bigotes y pertenencias de las anclas. ¿No es suficiente este designio?

 

3

El coloquio se torna bochornoso y no hay suficientes trampas (no para aves de presa). Me abrazo a dos o más líneas: mis yemas se renuevan al compás del aroma de los ojales. Muy ácidos se descubren los licores que no me honran. Lleno de bruma no logro dictar sentencia. Cualquiera que sea mi cuerpo, se ausenta con sus células y procede según la quietud de los caireles. Luego –acaso- una azafata tire guijarros dentro de la jofaina para humillar mi reflejo. La recogeré desnuda si tal evento acontece. El entusiasmo se cubre con canela y se alindan las privadas de sangre y de copas.

 

4

Carga de confites para la agerasia y una religión personal que no me coteje. Mientras tanto, el agua de la sagacidad tiende a agraviarse. Se expelen avisos hacia las antenas dormidas entre anillos. Se aprontan los cianípedos, con blandura, y absorben las nubes en las azoteas. (Un carruaje antiguo me da un golpe en la cabeza y me saca de la contemplación del talud donde cohabita la derrotista). Para algún fin, unas aliviaduras separadas de los canteros. De entre dos líquidos extraigo el cráneo que se enfada con tres sílabas. Adelante, metidos en jaulas, los gallardos luchan por enyesar las cancelas y fracasan y se encogen y se les tornan rojizos los ojos que pidieron prestados. Tanta vulgaridad se desborda y nadie aparece en acecho.

 

5

Andar tras las cuerdas, por Wilfredo Carrizales
Dibujo: Wilfredo Carrizales

En pos de sogas para quitar las perezas o las comparecencias ante la infamia. Tengo hambre con culpa y no es aparente. Mi familia se alarga con los aspectos de la febrilidad. ¿Adónde pretende arribar si la hedentina ya ha hecho erupción? ¡Juro que no entiendo y ardo junto a las alubias de los folletines! (Un hocico de cerdo se dispone a ser fotografiado por el gaseador). Los elementos achinados baten gongos, se embriagan, forman escamas. Y una colección de imágenes se ajusta al infinito que acaba. Más sonidos penden de los aromas subordinados a la vigilancia y al ladrido.

 

6

Vienen de aceite y legañas. Han sido lactescentes, medidos lengua a lengua. Por su trabajo pertenecen a los gratificados y ostentan su rango. Nada incomoda más que un cuello con reverberos al borde de un zaguán en penumbra. Hay una modorra que no se desecha, ni aunque se muestre un madrigal. (Una voz que mana manchas violáceas provoca ruidos cuando la prenden). Todo se va aislando en el interior de los misterios, de la siega extinta o del curso de la marimba atildada. Alguien se pega a la misma madera y acierta en el encuentro con la carcoma. Con desdén se mira la cura y por fuera se compone un batiente de circunstancias. ¿Quién celebra y dónde y en cuál intervalo? Se hacen votos por los mendigos transmisibles, entre plañidos de muchachas de galería.

 

7

Semejantes a los cabestros, los mimos trazan su croquis. Una idea de mezcla embrolla las burlas. Se dejan de usar los aprietos de carpinteros y albañiles. (Mis muelas están dentro del caldo, con el resto de las migajas). De un solo carpelo, la hembra se enfurruña y marca su génesis. En el lugar donde crecen las causas se amotina el mayordomo, pero no muerde. La cadena se contrasta con el bolsillo que inquieta al sedicioso que se remata la barbilla y ensordece. (Han dado las once nocturnas, con muletas y algo pegajoso, triangular). No más músculos extramuros; no más lagartos de funerarias al asomo. Se empleó, a fondo, la marchitez y no llegó ni a musgo de susurro. ¿Qué puedo yo mutilar durante mi ronda por los bajíos de la desventura? ¿Un nácar? ¿Una ceniza de bus?

 

8

Este tráfico tan de sobrecejo. Uva negra en la dirección del beodo. De los tejidos, el nigromante relata las migraciones. Además se sospecha de las hebras puestas en alianza debajo de los palios. Con la espuma se trastornan los partidarios de los escondrijos para los partos. Lo que vuela de noche se reúne encima de la constancia del estorbo. Éste, alejado de la claridad, ¿promete, desata, miente? Quienquiera no cría nudos. Así, engordamos con la numismática, a pesar de las nupcias de los implumes. Ya va siendo hora de atacar al odontólogo. Diferentes espejos producen indistintas larvas y la satisfacción se arremolina en el ofertorio. ¿Por qué cápsulas y helechos se doran sin el consentimiento de los ciegos o del conjunto de mulatos oficiales u oficiosos?

 

9

¡Hola y entorches para las bragas! ¿A cuenta de qué? No ojeo a la viga saliente, ni perfumo los auxilios del mundo. Otros que bruñan metales de la fuerza. Aceitunas con hechizos no son gangas. Los años aporrearon sus ojos sobre las superficies de los pucheros en guerra. ¿Y hubo, además, glándulas, espaciamientos? Esa clase de cosas no codician presencias. Mejor resulta preocuparse de los tentáculos que arguyen y ondean en los vórtices. (Un oráculo muy voraz se achantó en el barro. ¿Fue un ejercicio de versatilidad?). Acaecen los tiempos de las rayas encima de los espíritus. Entonces, ¿para qué erguirse si la harina es sólo de segunda y castra hasta el versado en arroz?

 

10

Andar tras las cuerdas, por Wilfredo Carrizales
Dibujo: Wilfredo Carrizales

Alas y cabuyas en los oficios de los asmáticos. De la calidad de los huesos no respondo. A veces, transparento mis pies para adecuarlos a los sextantes. No afirmo que cabalgo: sería una torpeza (plausible) de mi parte. Un canónigo insiste en arrimarse a mi mesa. Lo sé tísico y le oxigeno el alma y el apellido de plebe. El ave amarada que trajo soltó huevos conventuales. De consuno, nos apichonamos antes de la empolladura. (Tantas palabras que desean aproximarse a la agudeza. Pocas lo consiguen y, sin embargo, condescienden y avanzan cual corpúsculos, ingenuas, en paquetes, mortificándose en los ramajes y en las justas y procurando, con tenacidad, una camilla para caer fatigadas y sin mérito).

Wilfredo Carrizales
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