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Aunque sean transitoriedades

lunes 18 de marzo de 2019
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Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

1

Aunque sean transitoriedades, por Wilfredo Carrizales
Fotografía: Wilfredo Carrizales

A LOS CAMINANTES: los impulsos y el azar. Huérfanos de la suciedad. Los apadrinan documentos y van en equilibrio y van atrapados por los espantos. ¿Dónde la extrañeza? ¿Dónde la incuria? De los suyos, desasistidos. De los otros, aventados. A los caminantes los zarandean los huecos. Sobreabundan en el poco tiempo. Alejamientos con céfiros; descuidos en el aura. Y su industria en fuga. Y la matrícula malvendida. Se ciñen al bastimento, con desaliño y se rinden a la desazón. ¿Quién abarca lo incorpóreo, la laxitud, el abanico de la negligencia?

 

2

ATADO DE SUELAS y el socorro viéndose, acopiándose al menos. Las alforjas al suelo y los yerros por las mirillas. Se enmarañan los caracteres, sin concierto, tras el enigma del soliloquio. En la meditación, por los reveses, hacia la orilla y se hincha la enemiga y maldice a más de uno. Que no es de fiar la conducta. Que se sube el pavo y da algo. Y la ley se turba en su reino. Tatuajes y cántaros. Patrocinios del linaje. Las bofetadas se reúnen. Las letras se despliegan; las banderas no. De los errores se sofocan los juristas y se cascan el santo y seña. El dictamen los hace pobres.

 

3

EN LOS RENCORES por alguno. Abecé de la atrocidad. ¿Cuál persona se inscribe? De teatro, las naves sin origen. Con la cruz de un árbol, bajo el aguacero de otrora. ¿El cielo en verano se odia? De muerte se aburren los xenófobos. En los portales, las repugnancias y las mujeres con las ropas rasgadas. ¡Échanse los cuentos en las glorietas para mayor gloria de los señores! Las culpas y las penas para ser chupadas por el público. Nada de inocencias, ni de hebillas, ni de trasuntos. Una lámina sin buril, sí, pero cerca se horada una camisa y el broquel arde de deseo.

 

4

POR LAS DISPUTAS y los precios se avivan. Doctrinas para las caras que se abultan. Los objetos se ensimisman; se perfeccionan las peripecias; se dilatan las antinomias; cunde el fastidio y llega el ayuno. ¡Ah, pero los filósofos no se aniquilan! En tal incordio se omite lo vedado. Con mucho, las razones se tornan plebeyas. ¿Cuál ocurrencia late en las academias? Los silbidos se propasan, saltan de cebo en cebo. Los antecesores protestan y se afean las nóminas. Por su actuación las frondas ganan en lujuria. Sucede el bien y no se entiende. ¿Qué si la inepcia se abreva?

 

5

UNOS TUMULTOS se adormecen en las afueras. Se asientan sus reales. Las súplicas son asechanzas, devaneos desde las esquinas. Se aceptan vocablos. Retintín, retintín. Los cuerpos procrean sus intensidades. Tareas siguen a los pasos. Y la ciencia no elige su caudillo. Los tributos: episodios para engatusar a los galantes. Por agua, a lomos. En las mentes (¿almacenes de despojos?) se alojan poblaciones, suburbios, escabrosidades. Después de los sufrimientos, vahidos. Se acendran los pliegues del arrebato, mientras hace buches el intruso de la vida.

 

6

A LOS USOS del paladar: fritangas, achicamientos, severidades del bulevar. ¿Temple y sagacidad? En el seno de la exégesis: loor bajo la lluvia. Y se bruñen las aguijadas con el beneplácito de los compinches. ¡Ay, cómo se aguzan los amparos! Los miedos amanecen desenvueltos, listos para la agrura y el retorcimiento. La defensa abre su cortesía. ¿Y habrá fiestas, con su porte o malas noticias de la desilusión? A las orillas de la mordacidad, un logogrifo sobre el cogote del derrocado. Y las comadres hacen lenguas y las salivas declaran.

 

7

CON TODOS, los mismos lances, las mismas acuñaciones. La austeridad se poda, se poda, se poda… Los soldados: esos sabios del indulto. Las coyunturas como oficios de los contrarios. ¿Qué surge, qué se sugiere, qué subyuga? ¡A sufrir, en las ancas, en la casa, en lo necesario! Y atenerse al dictamen y ahora las diablas en cueros gozando los límites de sus hendeduras. Confinamientos y voces para los instrumentos del poder. Los acosados por los perros acotan glosas; los acusados por los esbirros inspiran contingencias. Con el piano se componen los duelos.

 

8

DE COMEDIAS medran los cobardes, los mojigatos, los espantadizos… Hechos para los funámbulos. Las presencias se acreditan en los soplos de las cuñas. A los fulanos, las faltas, las imputaciones que portan, los entredichos. Y sobre motocicletas se deciden alianzas, asesinatos y, en tropel, se conforman las sevicias para derribar a los buenos, a los justos. A la sazón, tener valor para ir al banco y jeringarse hasta morir. (Parece que las armas se empañan o se valen de sus concordias para imponerse. ¡Ah, los occisos empleados a fondo y coetáneos y acaso reseñados!).

 

9

MIL PASAJES al proveedor. Ya en su coherencia; ya en su anexión. ¡Hablen, escupan, mientan al alimón! ¡Del carajo a la verija y que sea apéndice del partido! Salen los alcanzados hacia las guarniciones y condimentan los pollos sin alboroto. A los demás que vistan sus fanatismos. En las contiendas del hambre se olvidan del aseo personal y dan bandazos para restaurar el sueño de las comidas. Los prosélitos y sus secuaces festonean sus culos compañeros, sus babas camaradas y evolucionan hacia la civilidad más rastrera, putamadre del mejoramiento y la cultura.

 

10

LAS TRAICIONES, las tradiciones y los adiestramientos para delinquir. No hasta luego; no hasta la vista. A más ver y buenos días y buenas noches con las panzas ahítas de bazofias patrioteras. Halagos para las mancebías. A sabiendas del costo. Los venerables protegidos y en consejo se suspenden de sus principios. Unas cosas superlativas para ellos, para sus pitonisos e iluminados. De sus taraceas cuelgan sus mocedades de fealdad. Y en las aduanas no se adormecen sus trofeos. El futuro les antecede: charada para su ominoso asombro y desconcierto. ¡Apartad!

 

11

AL SON QUE TOCAN para la vejez. A la guitarra el bailoteo. De plata la bandeja y con la humedad el balbuceo. En su estilo, vistas y revistas. Y debajo del balaustre el baldón para el país. Echo a las barbas ningún agua de rosas. Basta con eso y sobra la prueba. Una escoba conversa con su médula y en el barrido se soporta la basura. El ciempiés ya no lucha: soltó el cuero en el tingladillo. De velas la mezcolanza y ¿a quién se le derriten los sesos? El bastón sobre el rostro del cínico: hijo de la putrefacción y la gangrena. ¡Un palmoteo detrás de las barandas!

 

12

LA JARRA en su trato y yo del triunfo sumo bien. Al tacto, los pelos de la aurora. La ferocidad se tira hacia lo pardo y el agasajo se borda entre tambores. ¡Hágame la bondad y consígame la arista, el bollo para el himeneo! Halamos el desprecio hasta la plaza con gibas. La claridad me propina un guantazo y ahí logro mi siesta. Cambio, zigzagueo, cambio. ¿Qué puedo hurtar del eclipse? ¿Un bonete? ¿Un boquete? ¿Un brebaje de charco? En la pátina, por su ausencia, la tersura para excitar el glande en su turbación. Y así brinca el sustento de la dicha.

 

13

HABLILLAS EN BRUTO. La brújula mira por su desatino y el periplo se atasca en el peñascal. Estuve de buenas en mi sotabanco y bufé y los bulos se especiaron. Por donde no pude salir, emergió el pretendiente de la espuma. ¿La pesquisa es un pez que guisa? Acaso no cabe más. En aquel local (nunca mencionado) se frustró una lengua en guerra. Mas, a pedazos, se desprendió el cuajo del flemático. Se calienta la calamidad y muchos caen enfermos y plagian las calaveras entrevistas en los libros de oraciones. Un brasero obra con cálculo.

 

14

HACIA LA DERECHA, la trampa en distribución. El ladrón califica ante sus amigos y los apacigua en las arterias. Los peatones se alteran y se ensordecen y prescinden de los sombreros (en caso de que los hubiese). De pronto, un barítono ya es otra cosa: una garganta para el tormento. Por costumbre la serenata arremete. El histrión carece del gravamen perfecto. Y a otro cantante la prudencia lo condiciona. Del bochorno se imputa a la de los membrillos y lo dulce se arrima y rompe en dentera y despacha hasta el hígado.

 

15

LOS PLAZOS, de allí, de las casas cercioradas y ciegas. Los debates para unificar los aposentos y las puertas, enemigas de las piernas, se despatarran, montaraces, con las fallebas en cesantía. Surcan los círculos, pero no en puridad. En la estación de los gemidos los lienzos se perdonan, aunque alguien amenace con tortas. Los cortinajes se tornan irascibles y en un concurrente periódico se codician. De las vigilias se descifran los epígrafes, para mayor gloria de los rivales en riña. Entre sí dos números y un gasto. Antítesis de la paz.

 

16

EN VIRTUD DE QUE la boca fue pasadía y juez en su deseo, sopló insultos y convino en su cátedra. Por todos lados las cuestiones de los hombres en los trabajos de las eufonías y en las bodegas sin hallarles la elegancia. Con las fiebres estriba y desentraba perfiles y sangrías. En las señales, los nervios para los conocidos y en las capillas sacudidas y convites. No alientos para el denuedo ni acometidas de corifeos. Los discursos enferman por falta de una leche consustanciada con el desapego. Por lo dicho, un rodeo sobre el parapeto.

 

17

UNOS CON LOS DEMÁS y se corcusen los retajos. Se crean papeles para medrar, para subir con puntos de torceduras. Han chafado a los pulcros y de sus trajes sólo quedan jirones. ¡Ah, de los chubascos por sus teorías! Y un pinchazo con el viento en turbulencia, al modo saltadero y con ladridos. Con los bornes por el suelo, con las manías de los caseros que nunca viajan, por temor a ser vistos sin sus claves. ¿Quién entiende de cachetes contra las paredes? De los techados, las flechas de su autoridad. Y huele a constancia desbaratada, en la coda.

 

18

PARA MAÑANA, los locos, con los ojos rentados, abdicando sus herencias. Nada de limitar dehesas: la merma no ofrece votos. Más monedas de las que tienen los exhumados y los funcionarios separan los contagios y, ruines, malogran las piquetas. Por desahucio, los gestos han sido execrados y obligados a despojarse de su artillería. Ustedes, los aquellos, han anatematizado a los niños en sus cunas sin sentidos. De tales vilipendios, lecturas sin descansillo, con guijarros en deterioro. ¿De una lápida una conversación como precariedad?

 

19

LOS DESEOS Y LOS SEMBLANTES. Y la hecatombe mancillando apellidos, apodos, hipocorísticos… Por las fechorías, el derrumbe de las ciudades en tribulación. Las sospechas no desmienten. Dentro de las entrañas de las manías, sadismo para el espectáculo en familia. Y antes del día, los partidarios de conferenciar con la sangre a borbotones, con las tripas en pleonasmos referenciales. Los alcahuetes en sus maneras y los tiranuelos rasguñando censuras, tatuándoselas sobre las nalgas de palique y cautela.

 

20

Aunque sean transitoriedades, por Wilfredo Carrizales
Fotografía: Wilfredo Carrizales

DEL CAMPANARIO, el tongoneo en el aire inmejorable por ser campeón. Y la temporada se hace diestra con el paisaje reflejado sobre los acordes de las ondas. Mientras badajo en réplica por la devastación y tremolando por sus respetos. Y las vueltas y revueltas de los ocasos hasta incrustarse en el amanecer en su flor y la libertad de pie, cencerreando, con la anchura de una estancia para levantar y conducir. Y las plegarias a rebato, con las destrezas olfativas de los pinos y el paisanaje de las risas de los valientes.

Wilfredo Carrizales
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