Textos y collage: Wilfredo Carrizales

A
1
Pareciera que el tiempo se detiene en las ocurrencias de los mismos lugares. La existencia distinguiría sus estados con la frecuencia de un patetismo de inexorabilidad. Se reflejarían los acosos que se desenvuelven en los lenguajes que compelen. Más adelante acuciarían los hechos que apremian en cada una de las estaciones divididas por instantes. ¿Y habría referencias a los viejos infantes, a los niños longevos? Lo temporal disponible, ¿se escribiría sin contenturas ni pulsos?
2
Aparentara que el tiempo abortara amnistías, liberaciones. Cuando fuese el tiempo de las costillas dispersas y de los ejercicios para partirse el alma y el cielo desestrellado de la boca. Los intervalos serían ejecutados por pelotones de ajusticiamiento vestidos de eternidad. Los andantes funcionarían con mecanismos de fases de chantajes y de horruras. Se cronometrarían las cuentas de las sangres vertidas por las mañanas secuestradas y entumecidas por la sevicia.
3
Pasaría por las cuarentenas la temporalidad de los escrúpulos y las mendacidades y la liturgia de los negocios revueltos. Se tendrían los golpes de pluralidad de los adversarios emboscados en cada esquina, en cada recodo, en cada acera. También padecieran los apestosos, los desapacibles, los rigurosos. Se despellejaran las crónicas de victorias ficticias y celebraciones con andrajos tricolores y equinos otrora estelares. Las mediciones serían para las tempestades de heces fecales y para los movimientos en las criptas. Acabarían las esperanzas pisoteadas por el odio fijado y taxativo.
4
Se mostraran los años camino de la ruina y la debacle y los decenarios se pensaran para erigir estatuas y monumentos a paladines del herpes. Se recorrieran las fortunas enclíticas, mismas que hicieran sonreír y eructar a pilluelos de toda laya y condición. Murieran los criminales entre dos actividades delictivas, a la espera del vacío que los suspendiera de su cesto. Finalizara la víspera de la matanza del sábado y del domingo y de las horas nonas. Transcurrieran los perdidos, los extraviados, los orates con sus cosas cerebrales sin ningún adelanto de sesos y los perros se volvieran astrónomos y desapacibles por mor del merecer extraordinario y falaz.
5
Simularan los tiempos ser más hipótesis que termas y se conjugaran los bares fornidos, sólo para uso de ciegos concretos sin auxiliares. Se reprobaran las correntías y las alusiones a la sed sin esfuerzos. Todo se podría creer: los esputos de los dados, las hazañas de los monos en las televisoras oficiales o no, los principios de los últimos orificios ocasionados por balas expresas… Se enmendaran las malas caras y advinieran unas más lustrosas, más cónsonas con la bonanza apabullante y procaz. Maduraran las brevas en su época de mortecina, sin escepticismo ni forzadas pausas. Y, si no, los anacronismos no serenaran a las tripas en su fuero de botín y despojos. Algo se anticipara.
B
1
Al parecer las raíces de los solares actualizarían sus verdaderos resentimientos. Quienes corrieran toparían con edades truncas al cabo de los esfuerzos. Oportunamente los refranes todavía llegarían con la prisa que los ocupa. Aclararan los acomodos y los futuros simultáneos. Se aseguraran las asentaderas; se calmaran las metritis; se depuraran los pauperismos y sus pavesas. Y todo ello se subiera al pavonazo para que supliera los carmines que envenenan con sus sangrías de consignas.
2
Llevara trazas de canículas bajo la escolaridad y se irían las sucesiones inmediatas hacia los vicios de las calaveras. Escrúpulos que acantalean en la atmósfera con hedentinas. Se impacientaran los borrachos gobernadores por la tardanza de los caldos importados desde los antípodas. Se comentaran las rondas de contubernios entre los adiposos de etiqueta y los trajeados con amplias bases de telas dolarizadas.
3
Semejara que lo deleznable va en aumento, que tan luego se supiera, que nada nos está comiendo el vientre. Antes se sabrían las anterioridades de las hablas espurias, de los compromisos con licencias cloacales. Después que saliera el sol por occidente se celebrarían juicios postbacanales, con pliegos metidos dentro de cucuruchos y pústulas sin diferir. Y habría casamientos que apesten bien.
4
Se charlara en las noches de cocaínas fritas y se distrajeran los pistoleros tras las marqueterías para póstumas acciones. Durmieran sus fechas los descerebrados y propusieran sus números para la cábala de la nación agusanada. Se escurrieran los meses, de ahora, de ya mismo, con las riadas que se emplean a fondo y que esparcen, de modo democrático, sus basuras. Se expusieran las llagas de las prisiones, sus artículos de sarnas abiertas, sus verbos de repugnancia y vómitos.
5
Se vislumbrara una imagen de atavismo de familia y no el exilio conexo, escupido, lanzado a la doble o triple criminalidad. Operara la recaída para los enfermos de codicia y malas entrañas y se cansaran de sus sombras, de sus nombres postizos, añadidos de falsedad y lastre. Se reunieran para destruirse los envites de lo negativo y mediaran las piquetas para arrancarlos de la vista.
6
Diera aspecto de que lo temporal no se prolonga, no se arrastra más allá de un cuandoquiera en martes. Se trasegara la bisiesta civilidad y su proporción práctica y tropical. Se obviaran los intervalos de la elevación de las mortajas, gracias a tanto burócrata en torno y con tornillos de zafios. Se acumularan los arcos para lo vernal, a partir del pasaje del recto anticipo de luz y hombría.
C
1
Simulara la duración que se aparca, que se anquilosa de escombros y de inquinas. Con los periodos que huyeran, escaparían los rastreros hasta sus tumbas tullidas. Los acobardados aconsejaran prudencias y mandaran sus rebusques lejos de los conflictos. Se admiraran los embaucamientos como asuntos del folklore, mientras la retórica avanzaría por sus fueros. Ahogarían los flagelos en las inescrutables anomalías de los dramas sin flacidez. Se alegraran los cursis y los fisgones de sus enseñanzas exentas de trámites. Se azuzaran los rabiosos hasta inmolarse en hecatombe de maraña.
2
Rozara la época que depreda y que no mengua. Arremansaran las dobladuras en las pieles femeninas desnudas para beneplácito de manos dadoras y obsoletas. Los tiempos se tomaran con agua de papelón, en ruta hacia el Consejo de los castrados. Se perdieran las efigies de los prohombres de cartón, quienes anduvieron a tientas buscando las cavidades del flato. Descompusiérase la tanda que usurpa y corrompiérase entre ebulliciones de pupas.
3
Se aproximara el desenlace del mayor desgarro sobre nuestra humanidad. Alucinaran los maravillados con las lisonjas que les embisten los traseros. Apesadumbraría quien no traiga su reino de lunáticos para goce sin colofón. Asustara el donaire de los truculentos en las novísimas farsas de las urnas para las botas. Bramaran los devastados en sus derroteros canijos, al unísono con los postuladores de algarabías. Nos cargaran los capeos fuera de sí para el sublime mecanismo de la holganza. Atontáramos con nuestros hados fugaces, a la espera de la santísima resurrección de la matrona de los desparpajos. Se avergonzara el que no ha desayunado porque se siente muy roto.
4
Se distinguieran los lapsos no continuos de las pantomimas en cierne. Jamás se cansaran los valedores del país de ofrecer la multiplicación de los penes, las penas y los pinos. Enamoraran las maniobras destinadas a convencernos de que ya los zopencos no zarandean. No se enfadaran quienes hubieran perdido bienes, acervo y recursos, pues con rapidez ingresarán los cacos en el Magnánimo Salón de la Fama. Si se enfriara el ambiente, señal sería de la friolera que se nos adviene. No espantaran las fatigas antes que nos hieran y las cabezas sigan tronando.
5
Pareciese que el tiempo espiritual y fijo se atajara, deudor, y que nos horrorizaran los pleonasmos del ente gubernativo y pasional. Se necesitaran las disposiciones permitidas a los pazguatos para opinar por omisión. Irritara lo verosímil de las mentiras cotidianas que nos embuten jornada tras jornada. Nos llamáramos porque seguimos incandescentes y porque no nos cansamos y permutamos los rótulos de la infamia. Se ofuscaran los bien intencionados, los bien lamidos, los bien masajeados. Perteneciéramos a los que se persuaden de que hay mucha distancia entre los tontos crédulos y los cautos libres del cautiverio. Se secaran los brutos animales que nos acosan, que nos acusan, que nos escuecen. Tropezaran los cántaros con el agua que rejuvenece corazones y alcances.
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