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Tras el rostro que emerge: desconocidos arcanos

lunes 21 de diciembre de 2020
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Textos y fotocomposiciones: Wilfredo Carrizales

1
El desperdigador

Tras el rostro que emerge: desconocidos arcanos, por Wilfredo Carrizales
Fotocomposición: Wilfredo Carrizales

Cumple su oficio al diseminar los órganos de la locución y la locomoción. Separa las pajas de los granos y ubica a cada montículo en su respectiva dirección. Desparrama los pájaros del conglomerado y hace que ellos formen figuras inauditas sobre los garabatos. Dispersa los fríos, las esquirlas y las custodias y amalgama los candiles para que ardan bajo la influencia de purgas. Esparce alfabetos entre los traidores, mas luego reparte castigos y penas con venenos.

 

2
El cargador

Toma o lleva su propio peso para que todos se enteren de su vitalidad. Abarrota lastres, al raso, de modo congruente, en el aniversario de las décadas de personajes ahistóricos. Lastra averías en las mansiones de los potentados para que se establezcan las demencias. Abruma a los perros vagabundos con sus chiflidos a la zaga. Requinta las inocencias de los culpables y ratiga las culpabilidades de los inocentes. Estiba  hojas de ruta para los contrabandistas, a cambio de un porcentaje en las ganancias. Capuza a los beodos cuando muestran cansancio y los deja mochos.

 

3
El augur

Puntualiza los auges de los mentirosos y los complace en sus requiebros. Argumenta a favor de los necios para que embarren en sus necedades sin término. Predice lo poco que la gente hace caso de los malos ejemplos. Aúlla cual lobo que ha perdido sus circunstancias en el momento de las hinchazones. Presagia debacles y guerras, cadáveres colgados y espaldas tiroteadas, mas sus presagios caen en sacos rotos. Anuncia añoranzas del carácter de los bóvidos por parte del pueblo.

 

4
El espontáneo

Se franquea con el toro de las dificultades y si tiene oportunidad le lanza arena a los ojos. Entra en combustión ante los atropellos de los burócratas y sus guardaespaldas. No cohíbe sus impulsos de rebelde, aunque le cuesten amenazas, insultos, palizas. No obedece órdenes de uniformados acostumbrados al dolo y al cohecho. Con ayudas espontáneas auxilia a quien encuentra en la calle mendigando. Ni que lo fuercen ejecuta ninguna acción que dañe el patrimonio común.

 

5
El cesante

Deja de producir ilusiones entre quienes se entretienen con ellas. Detiene las músicas que perturban los oídos y hace cesar algarabías de borrachos y griterías de comadres. Se para donde hay que pararse para encarar los embates de dictadores y asesinos. No descansa su mano a la hora de sujetar la cesta de las dignidades. Si desaparece, siempre es por corto tiempo y al regreso viene con más ánimos para no darles tregua a los malhechores. Es el continuador del combate propuesto.

 

6
El muro

Se levanta contra las calumnias, contra las censuras. Fue construido por albañiles androides como parte de una pirámide que nunca se concluyó. Unas veces está hecho de piedras y ladrillos; otras veces, de adobes con argamasa. Está destinado a que lo empujen de continuo y no lo derriben. Es capaz de contener todo lo existente a miles de kilómetros a la redonda. De noche, se reviste con cortinajes de espuelas para quitarles la piel a quienes zumban desprovistos de techumbre.

 

7
Los oídos

Tras el rostro que emerge: desconocidos arcanos, por Wilfredo Carrizales
Fotocomposición: Wilfredo Carrizales

Agujeros para comunicarse asuntos que no se quieren escuchar. Orificios para las mechas durante sus anuncios de cenizas. Medios a través de los cuales atraviesa la sordera desentendiéndose de golpes o ruidos en el trayecto. Perforaciones figuradas, cuya única utilidad es la de servir de reservorio de secretos estériles. Huecos que reciben lo que nadie les otorga. Intersticios donde se acumulan ingentes cantidades de mugre que jamás ninguna persona audita.

 

8
Las llamadas

A propósito se confunden con las llamaradas y más de uno  sufre de estado de arrebato que le produce ampollas. Apelan a los santos que en época alguna han existido, aunque se les mencionen cual aldabas de iglesias en ruinas. Convocan a voces y se engañan en las filas. Dan tratamientos, de nombres por nombres, a personajes que se esconden tras las puertas. Revocan el ¡oiga usted! por el ¡aquí de tripas! Califican a los bandos en pugna e intitulan a los seguros vencedores: los más aviesos.

 

9
Lo esencial

Hace falta dondequiera haya fin de semana. Por fuerza, representa el remedio, aunque diferencie la enfermedad o el vicio. Pase lo que pase convierte a las tardes en madrugadas de panfletos. Si se llega al caso, casa al viudo con su hija sin sacarlo de la casa. A todo trance, organiza el tránsito en las necrópolis para evitar hechos nefandos. En última instancia, se emplea solo en las equivalencias de los afeites y las costuras. Con precisión gana pisadas para los que carecen de zapatos.

 

10
El rehén

Simboliza la forma de garantizar una refutación en puertas. Rehecho ente que se entristece al no lograr la paz que nunca se negocia. Reheridor por encargo y que entra en contacto con los rivales a través de aberturas en las paredes. Hinchado hombre, fermentado por la conservación de alimentos en bodegas clandestinas. Hostaje encolerizado por el trasvase de humores desde el sótano, donde permanece recluido, hasta la escasa claraboya por donde recibe tenues rayos solares.

 

11
Las patas

Horcajaduras que, como piezas pequeñas, se acomodan a las resonancias metálicas y se apacientan. Falta de gracia en quienes se disgustan porque las arrugas los vuelven torpes. Calzados para cabras y cabrones sin que se aduzcan pretextos para no exhibirlos. Cojeras del centro al refinamiento de los triángulos, en ocasión de agitar lomos sacudiéndolos en el aire. Telas con bordes para amigos  que varían sus modales, de arriba abajo, en la cruz que los soporta por decisión propia de ellos.

 

12
El tejedor

Miembro de una conjunción perpendicular entre los manes y los lares. Sempiterno anudador de cavilaciones, nubado, calvo y pajarero. Danzarín que se ejecuta al dar un gran salto sobre una araña de alto voltaje. Vago ágil en pasar por un hilo todas las combinaciones posibles de infundios. Ruinoso sin porvenir, urdido por sus propios andrajos y merecedor indubitable de estopas acatarradas. Rompecoches en las canaletas, al amparo de la resolana del horizonte zurcido.

 

13
Las zorras

Abundosas mamadoras que no les temen a las consecuencias de las llenuras. Maltrechas discusiones en procura de obtener correas para proteger los talones. Borracheras en donde se perciben flores amarillas en proceso de zozobrar. Tontas con las nalgas cubiertas de polvos provenientes de la incertidumbre del levante. Ferreras de la rapacidad, quienes se espabilan detrás de los óxidos que se ilusionan con lentitud. Veraniegas de muslos abiertos, a la espera de monedas cerradas y erectas.

 

14
El lavatorio

Tras el rostro que emerge: desconocidos arcanos, por Wilfredo Carrizales
Fotocomposición: Wilfredo Carrizales

Lugar para abstenerse de celebrar ceremonias en memoria de los sucios. Utensilio donde se copian impurezas destinadas a los leales de toda laya. Operación con escaso ruido y abundante sufrimiento en los juanetes. Loción que ha caído bajo el circuito del duelo y que, por lo tanto, irriga la crisma del más inocente de los mortales. Purificación para reflexionar a menudo acerca de la retirada de las palanganas. Blanqueo, casi siempre en estado acuoso, de las rodillas para arriba.

 

15
El introductor

En el plano místico: el que se mete dentro de las pupilas de los intumescentes. El que se percata de los preámbulos y los maneja a su antojo. El codeador en las entradas y en los portales. El oficioso que se cuela en todas las reuniones de las sectas, cofradías y sociedades sediciosas. El que insinúa (y se insinúa). El emboscador que, una vez descubierto, cuesta sacarlo a flote. El insuflado con las relaciones que, con suma facilidad, obtiene de su cargo de espía o soplón, al servicio de las tiranías.

 

16
El retorno

Ejercicio de dar vueltas sin orden ni concierto, por el mero gusto de ver fluir las líneas de los caminos. Cambio que aparenta una transformación de un estado anterior, pero que no es más que un espejismo. Intención de volver al sitio de donde se salió, mas sólo queda en un conato sin inclinación verdadera. Trabajo que se invierte en regresar de ninguna parte, pues nunca antes se ha salido. Retroceso que se recupera con afectación de la memoria y el buen equilibrio mental.

 

17
El pescante

De modo asiduo suele confundirse con el pescador, razón por la cual exhala un olor característico. Sostén para lanzar anzuelos, mientras se está en movimiento permanente. Irritación en la cola debida a escasez crítica de condición acuática. Contexto especial donde se maciza la grasa que muerde y resbala vacante. Escenario en forma de arpón para traspasar los pulmones de los que tosen sin disimulo. Fanal para alumbrar rincones y para percatarse de que allí no se vende nada.

 

18
Las manchas

Depresiones en las visiones de los invidentes, causadas por frecuentar fraguas. Sombreados en las famas de algunos ilustres figurones en la clandestinidad. Máculas en zonas distintas del espectro corporal, sin que ellas perturben el buen funcionamiento de los órganos. Sentaduras que se encuentran en los emplazamientos menos esperados. Estigmas que degradan sólo a los otorgantes de persuasiones. Antojos en mitad de la madrugada que resuena con ráfagas de vicios.

 

19
El pelo

Impenetrable argumento para impedir que ocurran refracciones no solicitadas. Reconditez del chasco, abrumado por unas torceduras mal llamadas guedejas y que, por su textura, se acercan al fieltro. Energía que puede (y debe) censurarse con el fin de alejar el atrevimiento de los abuelos. Greña con gatillo para amedrentar a los vendedores de perchas y similares. Plica que contiene su connatural alabanza y que sirve para encañonar bulbos en su estadio de reciclaje.

 

20
Los jabones

Laberintos de espumas y trenzas de resudores que resbalan cuando se jadea con ellos. Arcillas que son desastres en los locales de la higiene. Sosas con sabor a paisajes que se estiran de banda a banda. Sapos de los detritos, obligados a estar ocultos por temor a sus picazones. Reses diminutas en las cocinas como ayudantes de la expulsión de las lisonjas. Tocadores para señales de las burbujas y de las miserables pompas hacendosas. Compuestos que han hecho del agua su más acérrimo enemigo.

 

21
La vez

Tras el rostro que emerge: desconocidos arcanos, por Wilfredo Carrizales
Fotocomposición: Wilfredo Carrizales

Una vez se cruza la vía y se inaugura la viabilidad. De una vez se suman las humedades y se resienten los engarces de las clavículas. Si en vez de lo enigmático se aproximara lo enunciado, los altares entrarían en su reparación. Rara vez se sabe qué es la cárcola, pero ello no obsta para que gobernemos nuestros impulsos. A la vez: ocasión simultánea y apuro de esquina. ¿Quién da la vez? Un paso adelante y ves. Ceder la vez para desparramar las incógnitas y los modos cifrados. ¿Vez y vez?

Wilfredo Carrizales
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