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Desde unas voces otras

lunes 15 de febrero de 2021
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Textos y pintura-ensamblaje: Wilfredo Carrizales
Desde unas voces otras, por Wilfredo Carrizales
Pintura-ensamblaje: Wilfredo Carrizales

1

También los consejos se ahuecan y no resuenan. (El sonido de la campana no espera). Se apagan las alarmas: el fuego ya hizo su trabajo y faltó el agua. En el frente, unos cuerpos chamuscados y un hedor a carne quemada. Un medio de expresión dio la vuelta y se marchó. (Lo natural fue que el catarro llegase como llegan las canciones sin inspiración). Luego, hablar y comer y rumiar.

 

2

(El chihuahua ladra ante cualquier eventualidad: ya sea ruido de hojas secas batidas por el viento, taconeos en la acera o toses en las casas vecinas. Con su pequeñez semeja un ratón con complejo de crecimiento. El chihuahua chilla y se le brotan los ojos y llora con lágrimas de incertidumbre). 

 

3

Circula el rumor que les afecta la fama. Alguien empleó el verbo para desacreditarlos. Ahora ellos están en asamblea, discute que discute la cuestión. Las palabras les han golpeado con dureza, en especial, los rostros. Algunos se aclaran la voz; otros, ejecutan tics nerviosos. Mas el rumor (ahora preñado) continúa fluyendo, produciendo estragos en las pobres almas de los reunidos.

 

4

(La chicharra habla de su sangre. ¿Quién la escucha? Dos, seis, diez oídos atentos. Esa estridencia delata al macho que todo lo hace con gran aparato. Alza la cabeza, se estruja las alas, simula enfado. No teme que con su insolencia se le descomponga la sangre. Total: el verano se encargará de él). 

 

5

Voces levantadas desde temprano: llaman a los cuerpos al aire, a la intemperie en redondo, al tránsito que destella. Avisos expresados sin la formalidad que debe repetirse. Por lo general, las afecciones apuntan hacia los débiles, aunque los escrutadores las evitan lo mismo. De modo simultáneo, se hacen votos por la felicidad de la patria en muletas, bien que sólo los necios se creen esas monsergas.

 

6

(El sapo tiene calor, mucho calor. La noche escuece como nunca. El batracio se abre paso a través de los helechos y sale de su escondite. La luz de la bombilla le ilumina el conocido rostro de fábula. Aceza un poco. Luego, da unos breves saltos hasta situarse frente al balde lleno de agua. Un supuesto resorte lo impulsa desde atrás y cae dentro del cubo, sin producir ningún ruido, limpia y elegantemente. Se aferra al borde del balde y cierra los ojos. Un revoltijo de recuerdos se le enreda en la mente y no logra hallar el hilo principal en ese tejido. Así, con el río de plata fluyendo sobre su cuerpo desde el cosmos, el sapo desemboca en un paraíso acuático, donde otros bichos han de beber). 

 

7

Vibran las letras de la palabra DISPARO y duplican el miedo de los oyentes, quienes palpan sus pechos en procura de no encontrar herida alguna. Las formas de las ejecuciones son variadas, pero irremisiblemente terminan en un agujero sin fondo. Los familiares marchan con sus contenidos conceptuales prendidos a sus ropas y la esperanza les hace nudos en las gargantas para mostrarles la escasa distancia que los separa de la nada.

 

8

(Bocado que perdió el ovejo cuando fue castrado para evitar su descarrío. Su pareja recomendaba su lana, óptima en los suaves tratos. Los topetazos quedarían atrás. Nueva conducta inflamaría el orgullo del ovejo: ya no convendría distraerse en futilidades. Antes la modorra le apartaba de los suyos, ahora la esquila se le estaciona en su recodo para su buen resguardo).    

 

9

Gritaba con los pulmones que le daba la autoridad. Extendía su tramoya de truculencias por todos los ámbitos que hollaba. Su locomoción lo elevaba del suelo con mayestática alteración. Su apellido se voceaba hasta en el más mínimo sumidero. Vivía arbolado en su casa hedionda a monte, donde buitres agoreros construían sus nidos. Gustaba de dar volteretas para impresionar a sus seguidores, pero del desierto de sus bolsillos no caía ni una triste moneda.

 

10

(El tigre moraba por allá, a unos dos mil kilómetros de distancia. Sólo predaba a las jóvenes atrevidas: devoraba su carne entre risas llenas de manchas. Su aliento era algo fétido, aunque soportable sobre un fondo amarillento. A través de los territorios que recorría le crecía la cola con un pelaje de espanto. Salvaba los peligros y atacaba a los cazadores en los lugares menos pensados. Se pasaba los días gestando ingeniosas estrategias. Su madre siempre lo trataba como si fuese menor de edad. Él mismo se incluía entre las fieras que mezclaban aguardiente con sangre).

 

11

Claves para los instrumentos de la renuncia, mientras alguien declara que en el teatro abunda el tabaco. La conjugación produce sus accidentes y los que reflejen poco juicio perecerán bajo su morbo. Por eso, a veces, vale la pena echar voces, animar las pasiones. Las virtudes no están aseguradas para el conjunto de los mortales. Conviene pretextar posesión de facultades para inclinar los prefijos a su favor. Con sordina no se proclaman bienes mostrencos.

 

12

(Por el hocico lo conoceréis: es el sirenio, trinchador con manos. Castaño, balbucea; verdoso, se esparce. Abre sus válvulas para evitar la extinción y sonríe al encontrar esto harto distinguido. Su inteligencia es maciza y con ella somete los estuarios. Su dulce voz puede ser destruida por el olor de los fósiles. Comprende esa razón y mana o toca gongos en su trinchera de orillas. Agrupa a sus parientes en ocasión de mudanzas intempestivas, mas tal inconveniente no suele ocurrir. Transforma las cañas en tubos para órganos y así se embarca en majestuosas sinfonías).

 

13

El viento se desnuda y ellas lo imitan, ululando, en medio de una tenaz alarida. Se desanudan las pasiones y corren los más diversos fluidos. La fonación va afinándose, apegada a los preceptos de la burla y del arrastre. Y los agentes correspondientes reclaman. Y los legítimos colocan sus perífrasis de trecho en trecho. Mas pronto empieza una materia de sumisión y un coro hiere y se anima.

 

14

(Cuando vuelan las aves se paralizan los sueños. Sobre las esferas se atreven a existir deformidades con plumas y un despido de aceite. De modo insólito, se baten las vueltas de los regímenes más altos y el descendente albatros aprovecha para ejecutar el aterrizaje. Cuando las aves planean sus aptitudes un vapor reacciona en diagonal y la visibilidad de las bandadas sólo queda para los cegatos). 

 

15

Fuga con acompañamiento de la divinidad. ¿Y quién acusa a cuál melodía de circular con las piezas flojas? También se expelen prohibiciones sin que causen remordimientos. Después se atraviesan las cuerdas para que no transiten los vocacionales ni sus empleos de falsetes. ¿O sufrir el temblor de las cosas inanimadas será más gratificante que el do de pecho de la que ganguea?

 

16

(Se suicidan también las abejas al sentirse amargas y no poder neutralizar el asunto. ¡Ellas que administran con eficiencia sus bienes! Pero, ¿cómo reza su himno? Y la miel será y la cera estará. Ellas tan horizontalmente laboriosas y tener que recurrir a la autoeliminación. La reina no dará muestras de amoratamiento ya que en su panal todo es oscuridad. La muerte entre las abejas acostumbra ser fecunda y argumenta en los enjambres su valía de zángano). 

 

17

Empañado el sonido del saxofón por la presión que lo encorva y las llaves que no consiguen su cerradura. Fruto para el oído descompuesto en la regularidad de los clubes del mundo. Un pedregoso cúmulo de notas, ¿terminará por zafar los tímpanos? ¿O el sexo del músico se anota un ornamento para el lugar donde se refresca?

 

18

(Restringidas a arrastrarse para extender su peligrosidad, las serpientes hablan por sus figuras y las entiende desde el Demonio hasta el que cobra los impuestos. Su oficio es afín con su tamaño y son capaces de camuflarse entre los glifos. Atributos de las Furias, ellas mismas no se enfurecen. En familia, aman a las crías y las deleitan con cascabeles. No envejecen más que por innata necesidad. Se fragmentan en pedazos para escapar del peligro, pero ya seguras se recomponen a la perfección, de memoria. Aunque no saben contar sino hasta ocho son insuperables calculadoras. Llegadas a cierto límite se protegen con escudos de corales o amatistas. Dentro del agua casi no se mojan y además usan anteojos para evitar que se les enturbien los ojos. Cuando suceden discordias entre ellas apelan al buen sentido y finalizan todas enredadas y compartiendo venenos).    

 

19

De las cavernas, las voces son con frecuencia mal acogidas. Y a las chillonas les otorgan el voto del hartazgo. A favor de las voces pasivas siempre están los vendedores de velas. Viven las voces mientras más se bajen y si suben en exceso, perecen. La conciencia extravió su voz al emprender loca carrera hacia la avidez. A una voz, el cantante pedía aclaración del compás. Muchas voces se perdieron bajo toneladas de papel y ahora nadie osa replicarlas.

 

20

Desde unas voces otras, por Wilfredo Carrizales
Pintura-ensamblaje: Wilfredo Carrizales

(El tatú anda en carreta a la hora del desposorio y desde arriba saluda con elegancia a las mulitas de las pampas. Da abrigo a los mamíferos desdentados, sin excluir a los hombres ancianos. Cada mañana se arma con una cinta métrica y se pone a corregir el tamaño de sus predios. Su cabeza alcanza el grosor de sus ambiciones que son muchas y variadas. Se dispersa por temporadas entre los arenales y regresa a su hogar cargado de puntitos luminosos. Su rabo acaba donde empieza la noche a parecerse al día. Antes el tatú iba con las orejas largas, pero en la actualidad se las recortó en consideración a la estética).

Wilfredo Carrizales
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