XXXVI Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE 2023

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Vaivenes

lunes 6 de diciembre de 2021

Textos y dibujos: Wilfredo Carrizales

1

Vaivenes, por Wilfredo Carrizales
Dibujo: Wilfredo Carrizales

Va con la reputación en pie: gigante con perlas. Y ven con el agua sucia de tu población, clasificada para tu valía. La niebla le produce vahídos y vaga entre desemejanzas. No logra vadear las barreras y entonces mangonea por esos mundos hasta que se le ensanche la ociosidad.

 

2

Tenía maderos y los acercaba a las casas en construcción. Con valentía elevaba los costes para disgusto de los clientes. De tanto buscarlo, la miseria al fin lo encontró. Él le pidió compasión, pero ella preciaba su vigencia y sólo le permitió usar un par de zapatos muy viejos que caminaban en torcida dirección.

 

3

Llamaba a la felicidad de manera suficiente. No se estropeaba ni adquiría mal aspecto. La mala sombra herrada le pasó por debajo y le asomó agujeros para que despuntara con mansedumbre. Ahora adivina el porvenir en la entrada de los mercados y el destino le juega carambolas.

 

4

Eligió pareja entre las mujeres aventuradas. Hizo célebre a su esposa por los tonos y colores de sus vestidos. Las mejores palabras las señalaba para ella y los mejores asientos en los teatros le estaban asignados. Corrió riesgos bajo la lluvia con un sombrero permeable y lo mudó una certera pulmonía.

 

5

Confiaba en el azar ciegamente. Siempre iba a los sitios donde nada funesto ocurría. Sus circunstancias eran previsibles. Se relacionaba con personas de rostros dichosos y elegantes portes. Encontró una tarde, sobre un banco de parque, un antiguo libro y lo abrió en una página sobresaliente. El porvenir le borró la vista y sólo escuchó, desde entonces, advertencias inútiles.

 

6

Se provocaba intervenciones y las preveía. Desafiaba las desgracias con la certeza de su voluntad. Era una criatura sin fecha para los viajes y, sin embargo, tomaba los aviones en el tiempo justo. Sus itinerarios los ejecutaba su hado. Mas su lance lo precipitó a tierra mientras su aeronave sorteaba una tormenta.

 

7

Acertaba siempre en la consecución de privilegios. Intimaba con generales, ministros y banqueros. Su matriz suertuda parecía estar fundida en una aleación no sufragánea. Le sobraban episodios con “carnes” de fuerza y jugosos vicios. El billete de su lotería le llegó a las manos de modo imprevisible. No pudieron sofocarle el incendio que lo calcinó por completo. Sus cenizas se dispersaron con descortesía y contingencia.

 

8

Lo trataban como a los demás: a insultos, a palos, a empujones… Hasta que decidió fugarse de la casa y lo hizo de madrugada, con el canto de los gallos de pelea que lo incitaba aun más. Al principio no paraba de malograrse y, al final, consiguió beneficiarse con los escasos enfados que se le anticipaban, penitenciales.

 

9

La desdicha lo calificaba para tener una personalidad que tendía hacia el desprecio. Aunque amarrara los cabos sueltos no lograba sortear la negra estrella que lo seguía a todas partes. Sintió el reclamo de una voz desde el empíreo y en la actualidad reparte oraciones en las plazas.

 

10

Vaivenes, por Wilfredo Carrizales
Dibujo: Wilfredo Carrizales

“Buenaventura” era su nombre y qué sarcasmo le colgaron de los hombros. Lo inhabilitaban para las diversiones de muchachos, lo despreciaban por huérfano, por pobre y por negro. ¡La trinidad perfecta para consentir el sufrimiento! Y un golpe de fortuna lo zarandeó y luego lo noqueó: en el ring de boxeo nunca pasó de mediocre entrenador de novatos pugilistas.

 

11

Ejerció los oficios de peinetero y purgador y amasó una considerable fortuna. Viajó sin consideraciones y emigró al reino del absolutismo. Perdió la cabeza (literalmente) al ser juzgado por faltas graves a los símbolos del Estado. Ni un solo pelo regresó a su patria de origen.

 

12

Mediante la guerra conquistó el Poder y aniquiló a sus enemigos. Fundó ciudades bajo su advocación y predicaba las buenas obras entre los menesterosos. Invitado al estreno de una tragedia teatral, en su palco exclusivo quedó con la espalda cosida a balazos y una mueca no tan transitoria.

 

13

Se creía superior a sus captores porque sabía componer versos heroicos. Sin embargo, no lograba la libertad. Decidió entonces escribir estrofas místicas con la intención de escapar a través de los arrebatos. En uno de esos éxtasis fue flechado y, de súbito, arrojó la carga del enamoramiento fatal.

 

14

Construía muros que se tragaban más piedras de las que se sospechaban. Abismaba a los poseedores de mansiones con sus inverosímiles estructuras. Absorbió riquezas, pero también odios y enemistades. En una jornada, pasó bajo una chimenea en reparación y ésta le cayó encima, aplastándolo con una indudable persuasión.

 

15

Nadie dudaba de su extraordinaria capacidad como orador. Conmovía a los oyentes hasta las lágrimas. Impensadamente sus ideas derivaron hacia el pesimismo y comenzó a hablar de la necesidad del suicidio para execrar al tirano, el cual le tomó la palabra y lo hizo “suicidar” dormido.

 

16

Se preguntaba, a diario, ¿qué es la propiedad? y entraba en un sistema de contradicciones del cual salía arrastrando una miseria muy dura de refutar. En el porvenir lo aguardaban nuevos problemas y nuevos quebraderos de cabeza que serían hasta el fin su guerra sin paz.

 

17

Con el objeto de perfeccionarse se trasladaba, de modo constante, de una ciudad a otra, junto a berridos que lo acosaban con suma tenacidad. Pretendía estudiar rostros en movimiento y los escudriñados lo insultaban y lo amenazaban. No le quedó más alternativa que dedicarse al rapto de mármoles.

 

18

Ingresó en un coro y desde el primer día el organista lo detestó. Su mujer le recomendaba ser virtuoso y él no entreveía la forma de lograrlo. En una ocasión, hastiado, le partió el cráneo al organista y demostró que tenía carácter y le llovieron proposiciones en la ópera.

 

19

Recibió asaz fértil instrucción en el liceo y de Europa le llegaron mensajes. Partió en barco hacia ese continente y no tardó en caer prisionero a causa de su indómita naturaleza. En la cárcel pasó agobios y sufrió intrigas. Una noche se revolvió en contra de todo y saltó por la ventana. Breve fue su vuelo.

 

20

Vaivenes, por Wilfredo Carrizales
Dibujo: Wilfredo Carrizales

Levaba anclas en la enorme nao que recorría islotes y bancos coralíferos. Se le había desarrollado una excepcional musculatura. A toda situación le ponía un límite: a las precipitaciones, a los huracanes, a los naufragios… Sólo lo arredraban las salinas y por ello no fue un completo héroe.

Wilfredo Carrizales
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