Amor mío no dejes de mirar el alba
Amor mío no dejes de mirar el alba
que la estrella de la mañana
ilumine siempre tu rostro
no dejes de cantar
que sea tu voz
la que borre las muertes que no quiero recordar
que sean tú y el horizonte magnífico de mi tierra
mi copa de belleza
amor mío no dejes de mirar el alba
que la poesía es la bandera de los sueños del hombre
la pasajera de los viajes del barco fantasma de Elí Galindo
la que cuida el inventario de mis muertos
amor que tus pies marquen el tiempo
de la canción que quiero para ti
pero no dejes de mirar el alba
y libre como el pájaro león canta.
El coyote
Yo no recuerdo exactamente
qué era lo que me divertía
cuando leía la historieta del correcaminos
si los tropiezos del coyote
o la astucia de su ansiada presa
yo la compraba a la entrada de los cines baratos
donde ni supermán se salvaba de ser subastado
lo que recuerdo con precisión
es a los reyes de la balada romántica de la época
Palito Ortega
Roberto Carlos
y el gran Cherry Navarro
con su voz profunda cantando maría y orinoco río abajo
era el tiempo en que el mundo era muy grande
y la guerra del Vietnán convocaba gigantescas manifestaciones
para que cesaran el napal y los vuelos de los B-52
al Coyote hoy día
todavía se le hace la boca agua
y tiene más chichones que nunca
en su eterna cacería del pájaro más rápido de mi infancia.
El poeta
Desde la puerta de su casa el poeta
vuelve atrás su mirada
en silencio recoge sus pasos
los dispone por si mañana existe
al amanecer
el poeta mira por sobre las montañas
habla a la amada con la oración universal del hombre
y tiende nuevamente su huella
el poeta sabe que hay un reino luminoso
el poeta sabe que el hombre es camino y muerte
y que sólo él deja la vida en las palabras.
Flor de bora
Cuando ya era grande
miraba las macetas de bora
que viajaban en la corriente del río
una
a la que le hablé como gente
se desplazaba por la orilla
la seguí largo rato desde el barranco
hasta que comenzó a marcar ondas de caracol
en la leve espuma de un remanso del gran río
ya de noche me despedí
le dije que volvería a verla
al regresar ahí estaba
con una flor minúscula en su centro
la Reina del Apure
la mañana cuando tuve que marcharme
del pueblo para siempre.
La noche y el río
Pasaba el viento
pasaba la lluvia
y el día se quedó para siempre
y volvía el viento
y la lluvia
y no derretían la sed
aposentada en mi vida
la noche quedó para siempre
la muerte también quedó
como la noche y el día
como si la tal señora
la luna fuera.
La vida cae
La vida cae a los pies del hombre
lo derrumba
cae como un león sobre su presa
no bastan las nubes
la luna de la poesía y el bosque
la polifonía del amor y de la carne
la vida nos hace morder el polvo
nos quiebra el alma
nos mata.
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