
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2019 con motivo de arribar a sus 23 años.
Por el camino conocido transitan los holgazanes, los flojos de cacumen. Arrastran sus sombras por miedo a extraviarse. Donde va la gente no es de manera necesaria la mejor meta, el lugar ideal para la libertad y el debate libre de las ideas.
Al romperse los esquemas fijos surge la crítica y ella ayuda a quebrantar lo anquilosado. Brota un juicio sano y robusto que debe ser fortalecido sin cesar a través de contiendas amplias y públicas.
Pensar con contundencia y sagacidad; apoyarse en la reflexión constante; emitir juicios certeros. He allí una guía para liderazgo joven en medio de una crisis vieja.
Separar lo que daña de lo que remoza y hacerlo sin vacilar, con la certeza de lograr un corpus que sirva de ariete para demoler mitos y verdades eternas: murallas encajadas por doquier.
Cada alternativa conlleva un peligro latente, pero el exceso de prudencia tiene que ser reemplazado por el aguijón de la audacia y la osadía con serenidad.
Los destinos no son ineludibles y la crisis nos brinda el discernimiento para superar los sinos que intentan aferrarse con nefastas ventosas a las estructuras sociales.
Un político pusilánime será incapaz de tomar la vía correcta en medio de una crisis política de muy graves características. Para convencer a los demás hay que demostrar coraje, claridad de objetivos y pensamientos y una perseverancia a toda prueba, exenta de demagogia.
Pensar con contundencia y sagacidad; apoyarse en la reflexión constante; emitir juicios certeros. He allí una guía para liderazgo joven en medio de una crisis vieja.
Vencer la crisis con el apropiado diagnóstico y las adecuadas medidas y si ocurren recaídas evitar que produzcan graves consecuencias. Prevenir para culminar con éxito la operación social y política de salvamento.
Una gran contienda para una gran crisis. Medios apropiados y utilización oportuna de las disposiciones.
Durante las crisis seleccionar hombres probos, sagaces y decididos. Sólo con tales individuos se podrá articular una estrategia y unas tácticas para enrumbar a la sociedad por el derrotero de la construcción de una democracia amplia y de nuevo signo.
Disputas y crisis. Crisis y discernimiento y la alternativa descarnada, realista hacia la consecución de un tejido social que garantice libertades plenas y justicia y paz efectivas.
Crisis también es distinción. Distinguir a los amigos y aliados de los enemigos, infiltrados y saboteadores. Discernir acerca de los diversos procedimientos para derrotar a los propugnadores de violencia y destrucción. Discriminar y dar carácter a lo nefasto, venga de donde venga y enarbolar la tenacidad en el estudio y la disciplina en la lucha y en la organización de los combates cotidianos contra la represión, el miedo y la censura.
Dentro de las crisis existen ocasiones excelentes para avanzar y fortalecerse, aunque el peligro esté presente y pueda inducir a un transitorio temor.
A mayor intensidad de la crisis, mayor debe ser el poder de la imaginación para contrarrestarla y someterla. De la imaginación puede surgir un conjunto de soluciones antes inimaginables.
Con perspicacia y pupila ardiente servirse de las crisis para sorprender el hallazgo de las claves que acierten en los remedios veraces y perdurables.
Durante las crisis aparecen talentos extraordinarios y de excepcional valor, pero también se descuelgan innumerables improvisadores temerarios.
El hombre en crisis no es por fuerza resultado de una sociedad en crisis, mas la crisis social engendra copiosos casos de sujetos que no logran resquicios para escapar.
En las crisis terribles, los corazones se parten o se curten. En todo caso, la desgracia y el infortunio pone a prueba los espíritus y la paciencia.
Tomar la crisis por los cuernos y asestarle golpes mortales. Renacer con inusitado vigor de la crisis y estar preparados para las que aparezcan en el porvenir que se desenvuelve.
Sólo una crisis descarnada y percibida con acierto y claridad conduce a una transformación fidedigna. Los esfuerzos pertinentes para destrozar la crisis están supeditados a las reflexiones que se aprehendan con esmero y certidumbre.
Frente a las crisis que sumen a los hombres en desesperos, intranquilidades, desequilibrios e impotencia, se yerguen las inteligencias más preclaras y logran nuclear a su alrededor un muy grande y decisivo movimiento liberador.
Hay que entender la crisis en toda su magnitud y complejidad para no extraviarnos en vericuetos que nos alejen de su científica cognición.
Las crisis entumecen a las mentes importunas y despiertan y acicatean a las esclarecidas.
Tomar la crisis por los cuernos y asestarle golpes mortales. Renacer con inusitado vigor de la crisis y estar preparados para las que aparezcan en el porvenir que se desenvuelve.
No se pueden borrar las crisis para siempre, porque ellas forman parte intrínseca de la vida y son movimiento y causa del devenir.
Las crisis pueden reproducirse y repetir sus desastres si no se las controla y se detiene su marcha que corroe y triza los cimientos de lo estable.
Si quieres educar a los jóvenes sumérgelos en las aulas lacerantes de la crisis.
Las crisis no pasan de largo en vano: arrastran consigo a los desprevenidos y a los absolutamente confiados.
Admite contradicción la crisis debido a que es un ente vivo que muta hacia variadas direcciones. Por eso, se requiere una mente despierta para juzgarla, escudriñarla y diseccionarla con tranquilidad y prudencia y sensatez. Al final, los sabios se anteponen a la crisis y obtienen su merecida recompensa.
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